Política

Madrid

Los barones doblan el pulso a Rubalcaba y «dinamitan» el pacto con el PSC

La presión territorial obliga a aparcar el modelo de relaciones y dejarlo en un comité de coordinación

Pere Navarro, a su llegado hoy al Comité Federal del PSOE
Pere Navarro, a su llegado hoy al Comité Federal del PSOElarazon

No es sólo que el elefante pariera un ratón, es que por primera vez desde que es secretario general, los «barones» del PSOE doblaron el pulso a Rubalcaba. La dirección federal había cerrado con el PSC, y a espaldas del resto de territorios, un nuevo modelo de relaciones parlamentarias que permitía a los catalanes tener voz, e incluso voto propio en el Congreso, en asuntos que afectaran al autogobierno o presentaran un interés singular para Cataluña. El documento se cerró el viernes por la noche y los de Rubalcaba pretendían que el Comité Federal lo aprobará ayer por la mañana. Pero cuando nueve horas antes de la convocatoria del máximo órgano entre congresos, los líderes regionales supieron por la primera edición del diario «El Mundo» los términos del acuerdo se pusieron en marcha para concertar una estrategia. Andalucía, Madrid, Extremadura, Castilla-La Mancha y también Asturias se cerraron en banda y avisaron que votarían en contra. El malestar era notable. Y uno tras otro, en la puerta de Ferraz y antes de entrar a la reunión, expresaron su rechazo. «Si el PSOE otorga la independencia orgánica al PSC, nos quedaremos sin argumentos para negársela a Cataluña», subrayó Tomás Gómez. Desde Andalucía, su vicesecretario general, Mario Jiménez advertía: «No se puede plantear bajo ningún concepto una posición diferenciada» entre los diputados de PSC y PSOE. «Cuando regresé de Granada a mi tierra me llamaron traidor por haber cedido a la presión catalana. No estoy dispuesto a dar un paso más», afirmó el extremeño Fernández Vara en alusión al modelo federal acordado el pasado fin de semana. «Los asuntos que afectan al pueblo español se deciden por el conjunto, no de manera aislada», añadía el castellanomanchego García-Page. Nadie entendía que después de la «declaración de Granada» que consiguió cerrar el modelo federal y con él el debate sobre el PSC, ahora se pretendiera dar un paso más que dividía a las federaciones. Mucho menos en un Comité Federal que todo el mundo esperaba sin sobresaltos y con el camino despejado para afanarse en el «ataque» al PP por el «caso Bárcenas».

Como la cascada de declaraciones de los barones no presagiaba un buen final, Elena Valenciano, por el PSOE, y Antonio Balmón, por el PSC, se encerraron en un despacho para redactar una alternativa al texto acordado la noche anterior. Ni protocolo, ni voz, ni voto. La solución se quedó en la creación de un comité de coordinación política. Será un órgano de representación paritaria que velará por el acuerdo de unidad de 1977 y elaborará en el futuro un «documento de actuación y articulación parlamentaria para resolver las discrepancias que puedan surgir en este ámbito». Regreso, pues, a la casilla de salida tras varios meses de negociación infructuosa. Ni Valenciano ni Balmón supieron explicar después qué pasará exactamente a partir de ahora cuando PSC y PSOE tengan discrepancias en el Congreso, ni tampoco, qué ocurrirá si agotadas las vías de diálogo no hay entendimiento, mucho menos si queda abierta la puerta al voto diferenciado... Lo único claro es que el PSC regresará a la dirección del PSOE en la Cámara Baja, de la que salió en febrero y que los barones, esta vez, obligaron a corregir el rumbo.

Todo esto en una mañana en la que antes de que se sometiera a votación el texto final, el primer secretario del PSC, Pere Navarro, se dirigió al plenario para remarcar el carácter español del PSC, asegurar su fidelidad al PSOE y pedir que los socialistas confíen en él. «Basta ya de críticas. Tened confianza en los compañeros del PSC», enfatizó para añadir que de los socialistas catalanes nunca critican decisiones de compañeros de otros territorios. Sólo en su segunda intervención –en la primera no aludió el asunto– y en respuesta a una mañana de dudas, Rubalcaba se vió obligado a defender que el órgano de coordinación será sólo un ámbito de discusión para llegar a acuerdos y también a aclarar en respuesta a una pregunta de Txiqui Benegas que para que el PSC tenga grupo parlamentario propio tendría que aprobarlo el Comité Federal. Pese a esta última puntualización, hubo quién salió del cónclave con dudas. El debate seguirá, seguro.