Política

Barómetro del CIS

Los pecados de José Felix Tezanos: un CIS machista y que castiga al voto moderado

Expertos en demoscopia cargan contra la metodología del barómetro de octubre, que ha disparado a Sánchez, por multiplicar la representación socialista y nacionalista a costa de mujeres, universitarios e indecisos.

En el CIS de octubre, el PSOE se impone con claridad al PP en contra de lo que pronostican la mayoría de las encuestas
En el CIS de octubre, el PSOE se impone con claridad al PP en contra de lo que pronostican la mayoría de las encuestaslarazon

Expertos en demoscopia cargan contra la metodología del barómetro de octubre, que ha disparado a Sánchez, por multiplicar la representación socialista y nacionalista a costa de mujeres, universitarios e indecisos.

El CIS de José Félix Tezanos, con nombre y apellido. Nunca hasta ahora en democracia, la identidad del presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas se había convertido en objeto de debate público ni había trascendido las paredes de este organismo, ubicado en pleno centro de Madrid, a pocos metros del despacho de Manuela Carmena. En su más de medio siglo de historia, el CIS y su embrión del Instituto de Opinión Pública han tenido 22 presidentes, que fueron consolidando el prestigio de la institución con gobiernos de distinto signo. A Tezanos, sin embargo, le han bastado cinco meses en el cargo para situarlo en el centro de las críticas.

El motivo de la polémica hay que buscarlo en el cambio introducido por Tezanos –miembro de la Ejecutiva socialista y autor de las encuestas internas del PSOE de cara a las elecciones generales de 2015 y 2016– en la metodología con la que realizar la estimación del voto entre los españoles. Resumido, el nuevo planteamiento choca con la metodología utilizada hasta ahora, en la que se tenían en cuenta las cifras directas de opinión –la intención de voto y la intención de voto más simpatía– pero en la que también se ponderaban datos como el recuerdo de voto imputado o la aplicación de modelos que relacionan la intención de voto con otras variables. Todas estas circunstancias ahora se obvian. La consecuencia de este cambio ha sido el «subidón» que, en el CIS de octubre, ha experimentado el PSOE. El partido de Sánchez obtendría el 31,6% de los votos, trece puntos por encima del Partido Popular. La imagen de esta eventual victoria aplastante de Sánchez sobre el partido presidido por Pablo Casado –que quedaría relegado a la condición de tercera fuerza, por detrás de Ciudadanos– entra en colisión con los datos de las últimas encuestas, cuyo balance, tras el verano, sitúa al PSOE y al PP en una situación próxima al empate técnico. Los expertos en demoscopia consultados por LA RAZÓN coinciden en lamentar que el nuevo modelo tendrá como consecuencia el desprestigio del CIS al contar con un presidente que no está velando por el rigor.

Una de las claves para entender hasta qué punto el «sesgo Tezanos» tiene influencia en el resultado final hay que buscarlo en la pregunta número 30 del último CIS, en la que se interroga a los encuestados por el partido al que recuerdan haber votado en las últimas elecciones generales, en junio de 2016. Según los resultados de esa pregunta, el más votado en aquellos comicios fue Sánchez. O lo que es lo mismo, el PSOE, con esos datos, «hubiera ganado por un millón y medio cuando, en realidad, perdió por dos millones y medio», destaca Narciso Michavila, presidente de GAD3. «Lo bueno de esta encuesta es que, habiéndose desviado muchísimo de la realidad social y electoral del país, es mucho mejor que la del mes que viene, y todavía muchísimo mejor que la del siguiente», añade. Este detalle es sólo una de las pruebas de hasta qué punto el nuevo CIS, según este sociológo, va en la línea de «beneficiar al PSOE a costa de los demás».

Pero hay más sesgos. Entre ellos, el introducido para reducir la voz en este barómetro de los votantes del PP. «Si tu incrementas la proporción de los votantes del PSOE en la muestra, artificialmente –no quiero pensar que se ha hecho maliciosamente– vas a tener un resultado en el que más gente vaya a tener intención de votar al PSOE y más ahora que están en el Gobierno. Esta distorsión lo han hecho en los electorados de todos los partidos», señala Lorente Ferrer, de NC Report. En este reparto desigual de las muestras sobre su verdadero peso en la sociedad española, el votante del PSOE es el que sale más beneficiado con una sobrerrepresentación del 47,7%. Ciudadanos también ve inflada su presencia sobre la muestra de las 3.000 entrevistas en cerca de un 6%. La cruz en este reparto es para el PP y para Podemos. El partido de Pablo Casado, según Lorente Ferrer, sufre una desviación negativa cercana al 20%: «Hay un 18% de entrevistados menos de votantes del PP de los que tendría que haber». La formación liderada por Pablo Iglesias, por su parte, ha visto también mermadas sus opciones, con una presencia de encuestados un 4% menor de la que, desde el punto de vista metodológico, hubiera sido necesario.

El resto de colectivos despreciados por Tezanos en su barómetro son las mujeres, los universitarios y, de forma general, el votante que huye de los extremos. Ésta es la consecuencia de sólo tener encuenta los datos de voto directo, esto es, despreciar el resto del cuestionario: «Si preguntas a las personas mil cosas, entre ellas, qué votaron o qué valoración hacen y luego hay un 20% de la muestra que te dice que ''no saben'' a quién votar, no quiere decir que no vayan a votar y se vayan a quedar en sus casas, sino que, a lo mejor, están dudando entre Ciudadanos y el PP, o entre Podemos y el PSOE», relata Michavila. En la encuesta de octubre ese 20% de indecisos no han sido tenidos en cuenta en la estimación de voto: «Si quitas ese porcentaje, que no lo hace nadie, es porque lo estás haciendo a conciencia y estás premiando a los nacionalistas, que son los que menos dudan, y estás castigando a las mujeres. Es un CIS muy machista». La discriminación de género se explica al observar los microdatos del barómetro: el 56% de los encuestados que Tezanos decide no tener en cuenta, eran mujeres, cuando, a la hora de votar, el 51% de las personas que ejercen su derecho son, precisamente, mujeres. «Si coges y eliminas al que está dudando, que es el voto más racional y razonado y dices que no van a votar, castigas también al voto moderado y centrado», concluye Michavila.

El efecto indirecto de todos estos cambios implica que la serie histórica del CIS, al aplicarse otra metodología, deja de tener validez como elemento comparativo: «Todo lo que se ha hecho hasta ahora no vale. Y ahora lo único que vale es lo que dice el señor que más se equivocaba a la hora de hacer encuestas», lamenta el responsable de GAD3.

Pero si la distancia entre las tendencias demoscópicas y la realidad paralela de Tezanos son tan evidentes, la pregunta parece clara: ¿Qué objetivo tiene alterar así una encuesta? Para Michavila, «se quiere ganar en el CIS lo que perdieron en las elecciones. Están intentado ganar tiempo: porque al mentiroso, al final, se le pilla. Pero durante este tiempo, evitan que se esté hablando de las encuestas de verdad. Nadie habla así de los motivos del desgaste del Gobierno. Ganan tiempo y desvían la atención». A juicio de Lorente Ferrer, su estrategia no es propia de un país democrático: «Ningún presidente se había atrevido a utilizar el aparato del Estado en favor de una opción política. Eso en países autoritarios es lo normal. Es un trabajo de guerra psicológica. Maquiavelo en España no se había llevado a la práctica de una forma tan descarada».