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Pleno del Gobierno y del PP en el doblete de la boda de Maroto
Su madre y su amigo y compañero de partido Iñaki Oyarzábal han ejercido de testigos.
Discretas medidas de seguridad –un sólo coche de la Ertzaintza y dos únicos agentes uniformados– recibieron, minutos antes de las ocho y media de ayer, al presidente del Gobierno y a su mujer en Armentia, donde antes habían entrado juntos los novios de un enlace singular. Javier Maroto, con chaqué azul, y José Manuel Rodríguez, con chaqué gris. El vicesecretario sectorial del PP con chaleco y corbata azul, su novio, de color lila. Maroto ha afirmado orgulloso que «ha dado un paso al frente porque en España el matrimonio es para todos». Entre los invitados, glamurosos vestidos largos, sobrios trajes de chaqueta, pantalones anchos y estrechos, encajes, gasas, de todo en fin en un mezcla de invitados entre lo tradicional y lo rompedor de la estética gay, con un invitado que quiso remarcarlo con traje de chaqueta rosa y otro más chic con chaqueta blanca y pantalón por encima del tobillo. Incluso bailaron un «aurresku». El look general, no obstante, muy clásico, con mucho chaqué, no sólo por parte de los dos únicos testigos, la madre de Maroto y su amigo y ex secretario general del PP alavés, Iñaki Oyarzábal.
María Dolores de Cospedal llegó después de Rajoy, con chaqueta de tela brillante y pantalón ancho, a una boda que se celebró como cualquier otra, con los fardos de paja que se llevan ahora adornando la entrada, junto con faroles y flores blancas. Todo muy clásico, hasta el menú, que consistió en ensalada de gambas y solomillo. La normalidad llamaba la atención también por el hecho de que coincidieran tantos cargos públicos del PP en un acto en el País Vasco sin escoltas, ni llamativas medidas de seguridad. Es la época post-ETA en la que han cambiado algunas cosas. Unos pocos curiosos recibieron a los novios y a sus invitados, nadie se acercó a increpar al presidente del Gobierno, algo no descartable por estas tierras.
La boda de Maroto, con el gerente de las sociedades públicas y fundaciones de Durango, José Manuel Rodríguez, que había generado una gran expectación mediática, fue en la práctica una doble boda, ya que quien fuera alcalde de Vitoria decidió cumplir su deseo personal de casarse en el Ayuntamiento, pero lo hizo con discreción a las nueve y media de la mañana, y repitió el «si quiero», para dejar claro que no tenía intención de ocultar nada, ante sus casi trescientos invitados, a las ocho y media de la tarde, en El Caserón, un restaurante ubicado en el entorno natural del bosque de Armentia.
Estaba previsto que el PP en pleno volviera al Ayuntamiento de Vitoria, de cuya alcaldía fue desplazado por una alianza de perdedores, para acudir como invitados a la boda de quien fuera alcalde de la ciudad hasta el pasado mes de junio, Javier Maroto, con su pareja desde hace diecinueve años, pero la expectación mediática forzó un cambio de planes a última hora. No se trataba sólo de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, su esposa, Elvira Fernández, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, la presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, entre otros muchos cargos del partido, se volcaran en el apoyo al vicesecretario sectorial, en su boda con otro hombre, con el antecedente del recurso que presentó el PP ante el Tribunal Constitucional contra la Ley 13/2005, que permite el matrimonio homosexual, sino que además era previsible que la izquierda abertzale movilizara a los suyos para increpar a los populares, especialmente al presidente del Gobierno, a su llegada al Ayuntamiento.
Por eso, Javier Maroto, que, según su planteamiento personal, quería una boda normal, independientemente de que fuera un enlace con otro hombre, optó por un acto íntimo en su despacho. La llegada del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y su esposa, Elvira Fernández, al restaurante estuvo rodeada de la mayor expectación. Escenificando la unidad del Ejecutivo en apoyo a un dirigente del PP con respaldo de los votantes.
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