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Monedero: «Por ahora me voy a concentrar en mi vida académica»
Mientras sus «ex» hacen campaña, él ha vuelto a correr, a la universidad y a posar con los fans que se lo piden
Mientras sus «ex» hacen campaña, él ha vuelto a correr, a la universidad y a posar con los fans que se lo piden
Pareciera que Juan Carlos Monedero se hubiese quedado a vivir en los años ochenta. Quien fuera el número tres de Podemos no sólo se mantiene ideológicamente anclado en el antediluviano comunismo previo a la caída del Muro de Berlín por más que sus mentores venezolanos pregonen ese oxímoron que es el socialismo del siglo XXI sino que también sus devociones estéticas se mantienen incólumes desde la década de sus veinte años. «Él tenía una Vespa roja...», así comenzaba José Luis Moro, en los carteles Un pingüino en mi ascensor, la descripción de un pijo canónico de los de entonces. Justo el vehículo que, treinta años después, emplea este profesor universitario para surcar las calles de Madrid, la ciudad con cuya alcaldía llegó a soñar durante los meses en los que el partido político que fundó encabezaba las encuestas. Un tiempo que fue, definitivamente, onírico.
El pasado 1 de mayo, en su primera jornada oficialmente fuera de la primera línea política, Monedero celebró el Día del Trabajo hasta las siete de la tarde, cuando regresó a su casa, un apartamento ubicado en el barrio de Argüelles. Con un ejemplar de LA RAZÓN en la mano y la misma ropa que la víspera, conversaba con este periódico sobre cómo transcurrirían sus primeras semanas alejado de la política. «Por el momento, me voy a concentrar en mi vida académica», aseguraba este profesor de Ciencias Políticas, aunque en su primera semana liberado de sus obligaciones orgánicas, mientras sus ex compañeros cumplen con una agobiante agenda de la campaña electoral, él ha vuelto a practicar uno de sus pasatiempos favoritos: correr. No han sido unos días sabáticos, pero casi. En la cúpula de Podemos nadie ha tenido noticias suyas y quienes han estado durante estos meses frenéticos en contacto con él aseguran que asimilará «pronto» su nueva situación aunque «a todo hay que acostumbrarse».
Vivirá tranquilo Juan Carlos Monedero, porque tampoco está sujeto a horario en la Universidad Complutense este cuatrimestre, ya que no está impartiendo clases. A diferencia del período pasado, en el que se ponía frente a los alumnos de lunes a viernes, el antiguo responsable del programa de Podemos se dedica ahora a investigar y está inmerso en la escritura de un libro, tarea que acomete principalmente en su domicilio. El único día en el que estaba anunciada su presencia en el campus era el martes, día 5, cuando debería haber participado en una mesa redonda en la que finalmente no compareció. Aquel día, volvió a casa sobre las 16:30 y casi a las nueve de la noche se extrañó al comprobar que algunos periodistas seguían apostados en el portal. «¿Todavía seguís aquí?», preguntó con malos modos antes de emprender, literalmente, una huida durante la que se saltó un par de semáforos antes de burlar la persecución de los reporteros gráficos. Cuando Pablo Iglesias aludió a su necesidad de «volar» lejos de la disciplina partidaria, intentaba hacer una metáfora por su condición de intelectual, pero él lo tomó por lo literal al creerse un piloto de carreras.
Al nuevo militante de base de Podemos le costará acostumbrarse a su incómodo estatus, pues con su dimisión (o destitución) ha dejado de estar protegido por una organización poderosa, pero por el camino se ha convertido en una celebridad que añorará por el momento las ventajas del anonimato, o quizás para siempre. Esta pequeña pérdida de estribos se enmarca en un proceso de aprendizaje que, entre otras cosas, le hará mirar con menos simpatía esos escraches que con tanta alegría e irresponsabilidad alentaba hace unos años. No deja de ser natural que los medios de comunicación se preocupen por la agenda de quien quería liquidar el sistema de convivencia vigente desde hace casi cuarenta años y tomar el cielo al asalto.
Durante esta semana, sólo pasó una vez, el jueves, por la Facultad de Ciencias Políticas para atender las peticiones académicas de algunos alumnos, concretamente aquellos a quienes dirige la tesis doctoral. Su jornada laboral apenas duró un par de horas, ya que no se movió de su domicilio hasta cerca del mediodía y, de camino a la Complutense, se detuvo en un taller mecánico para inflar las llantas de su motocicleta. En la facultad, Juan Carlos Monedero se comportó con naturalidad, charlando de manera informal con colegas y algún alumno hasta que llegó la hora de marcharse a la Gran Vía, para grabar en las instalaciones de «publico.es» el correspondiente episodio de «La Tuerka». Quien está acostumbrado a verlo por la populosa arteria madrileña lo percibe más relajado, como liberado de un peso.
Cuando algún ciudadano que lo reconoce lo detiene para solicitarle una fotografía, él accede y sonríe para la pantalla. Aquellas discusiones políticas que tenía casi siempre reservadas para sus compañeros de partido ahora las comparte con sus amigos; y las campañas electorales, en lugar de vivirlas como otro protagonista más de Podemos, las observa desde algún café.
En este tiempo de mayor libertad personal, despojado de sus obligaciones con Podemos, Juan Carlos Monedero se ha propuesto entregar artículos de investigación sobre diversos asuntos políticos que tenía pendientes y que por su ajetreado día a día en la política había dejado de lado. Por ejemplo, está trabajando en uno que pretende analizar la crisis democrática en Europa, que será publicado en una compilación liderada por el doctor en sociología Boaventura de Sousa Santos. Este académico portugués ha consagrado su carrera a desmenuzar las diversas realidades políticas de América Latina, una región que interesa singularmente a Monedero quien, no en vano, quiso justificar los fabulosos ingresos recibidos de los gobiernos bolivarianos argumentando que había realizado un estudio sobre la implantación de un sistema monetario alternativo en las naciones del ALBA, las que se articulan en torno al liderazgo ideológico de Cuba y a los petrodólares, cada vez más escasos, de Venezuela.
El profesor madrileño también está colaborando en una investigación sobre la Reforma del Estado y Políticas Públicas, con uno de los más prestigiosos institutos de investigación de América Latina: CLACSO, acrónimo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Se trata de una institución creada en el último tercio del siglo pasado bajo el auspicio de la Unesco que, en los últimos años, está por completo impregnada del espíritu kirchnerista, ya que su sede está en Buenos Aires y su financiación es mayoritariamente argentina. A buen seguro, estos trabajos no le reportarán minutas tan jugosas como el casi medio millón de euros que ingresó en 2013.
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