Casa Real

Ni el sonido de una cucharilla de café

Cualquier tropiezo provocaba que el Rey tuviera que repetir el discurso

El Príncipe de Asturias, detrás de las cámaras, observa la grabación del último mensaje del Rey
El Príncipe de Asturias, detrás de las cámaras, observa la grabación del último mensaje del Reylarazon

A las nueve en punto de la noche, el Rey se dirigió a los españoles en su tradicional mensaje de Navidad; la trigésimo séptima vez que Don Juan Carlos ha pronunciado su discurso a través de la radio y la televisión. A lo largo de los 37 años transcurridos desde que se convirtió en el Jefe del Estado español, la atención de los ciudadanos cada Nochebuena se centra en las palabras del Monarca contenidas en el que se considera el mensaje más personal del Rey, el que escribe y elabora junto con sus colaboradores más cercanos, el que más expectación despierta.

Gracias a la apertura esta misma semana de un canal de televisión en YouTube, dedicado a difundir imágenes de la Familia Real, se pueden ver y escuchar todos los mensajes navideños de Don Juan Carlos y apreciar las diferencias que se han ido produciendo en la grabación de los diferentes discursos del Monarca. Los seis primeros años –del 75 al 80– la Reina, el Príncipe y las Infantas acompañaban al Rey mientras desgranaba sus palabras. Pero a partir de 1981, se decidió que Don Juan Carlos estuviera solo para no distraer quizá la atención del contenido de su discurso. Los escenarios del mensaje también fueron cambiando con los años. Al principio, el lugar eran las estancias de la residencia de los Reyes y sus hijos: el amplio recibidor de la Zarzuela, donde siempre se instalan las figuras del Nacimiento, o el salón donde la familia hacía su vida cotidiana. Una vez que ellos dejaron de estar junto a Don Juan Carlos en el mensaje, el lugar dejó de tener un carácter hogareño y se optó por hacerlo en el despacho del Monarca, en el llamado salón de Audiencias –donde se recibe a los visitantes– o en alguna otra habitación próxima al lugar habitual de trabajo de Don Juan Carlos.

Los cámaras y realizadores de televisión que han grabado a lo largo de los años estos discursos navideños han sido testigos de algunas de las dificultades y también de ciertas anécdotas durante esas jornadas de trabajo. Y no es que Don Juan Carlos no pusiera todo de su parte para facilitar la tarea de todos, pero a veces la grabación se torcía por causas tan tontas como un inoportuno sonido de una cucharilla removiendo el azúcar en una taza de café que nadie advertía hasta que se revisaba el mensaje ya terminado.

A partir de 1991, el mensaje se empezó a grabar con dos cámaras, lo que permitía que si había una equivocación en la lectura del texto, solamente se repitiera a partir de ese punto. Porque en los años anteriores, el Rey leía el discurso de un tirón a una sola cámara y si se producía un tropiezo, había que empezar a grabar desde el primer folio de nuevo. Una circunstancia que provocaba cierto desánimo en el Monarca, quien prefería, si se había hecho un poco tarde, posponer la grabación para el día siguiente.

La elección de corbata era un asunto en el que Don Juan Carlos se sometía al consenso de los máximos responsables de su Casa y a los altos mandatarios de televisión, aunque él tenía la última palabra sobre el particular, claro está. Y por supuesto, el Rey aceptaba siempre de buen grado los consejos que le hacían sobre la marcha los expertos en imagen para que el tono y los gestos fueran los adecuados y la decoración que iba a mostrarse a todos los españoles, lo más sobria y discreta posible.

Este año, considerado por todos como el más complicado y difícil desde la llegada al trono de Don Juan Carlos, la expectación por saber el contenido de su discurso ha sido enorme. Por eso, la atención ha estado centrada más que nunca en sus palabras y no en cualquier otro detalle superfluo.