Pontevedra

«No he vuelto a subir a un tren todavía»

Marcial y Jacqueline viajaban en el Alvia siniestrado hace seis meses y tratan de «aprender a vivir lo mejor que podemos con esa mochila que nos pusieron»

El Alvia con destino Ferrol descarriló en la curva de Angrois dejando 80 fallecidos en el trágico accidente
El Alvia con destino Ferrol descarriló en la curva de Angrois dejando 80 fallecidos en el trágico accidentelarazon

«Lo único que intentamos con la ayuda de los psicólogos es aprender a vivir con esa mochila que nos pusieron ese día lo mejor que podamos. Vimos cosas muy desagradables. Mi mujer cuando salió del tren lo primero que vio fue a una persona con el eje del tren encima con la mitad del cuerpo. Son cosas que evito nombrar. El propio personal de urgencias tenía cara de "alucinados", y eso que están acostumbrados. Son cosas que superan todo. El que haya estado de cerca y lo haya vivido no se va a olvidar en la vida. No he vuelto a ir a la zona del accidente pero tengo ganas de ir». Son palabras de Marcial, empresario de Ourense de 52 años. El día del accidente viajaba junto a su mujer Jacqueline de Ourense a Coruña para arreglar un piso que pensaban alquilar. Siempre iban en tren ya que hacían ese trayecto muy a menudo y es más rápido y económico.

Su recuerdo del accidente es casi total. «Yo iba sentado al lado de la ventanilla y mi mujer al lado. Íbamos en la segunda fila del vagón. Noté como empezaba a haber una vibración, levanté la vista por encima de la ventanilla y vi a la gran velocidad a la que íbamos. Estando ya en la curva divisé el muro y en milésimas de segundo me levanté y me coloque delante de mi mujer agarrándome del asiento para protegerla. Le dije que se agarrara que nos salíamos. Al segundo ya notamos como el tren se levantaba del lado izquierdo en dirección de la marcha sobre dos ruedas». Lo siguiente que notaron fue el impacto de un eje, de las maletas y la lluvia de cristales.

«Como se empezó a estrujar todo descubrí que se me había pillado una pierna y la otra se me metió debajo del asiento. Entonces empiezo a notar que todo me aprieta con mucha fuerza. Incluso pienso que ya está, que iba a morir, y, sin embargo, milagrosamente paró». De ahí se pasó a un silencio sepulcral. «Entonces empecé a llamar a mi mujer. Me giré y vi un brazo, empecé a tirar de él llamándola pero no era ella. Seguí llamando y al poco tiempo entre el hueco de los dos vagones entre todas las maletas salió la cabeza de mi mujer contestándome. Me preguntó qué había pasado y le dije que habíamos tenido un grave accidente y que no se preocupara que estaba bien», asegura Marcial.

«Cuando salí del vagón no volví a ver a mi mujer, aunque sabía que estaba bien», prosigue su relato. A Marcial le llevaron a un hospital de Pontevedra y a su mujer a Santiago. Estuvo siete días en la UCI y otros siete en planta. No tuvieron que realizarle ninguna operación, pese a que tenía varias costillas y vértebras rotas y un edema pulmonar. «Aún sigo acudiendo a sesiones de fisioterapia y rehabilitación», explica, pero «fue una suerte». Su mujer tuvo varias contusiones. Se le rompieron varias vértebras y tuvo una fisura en el esternón. Además de muchos cortes y puntos en la boca. Pero ambos califican de «super milagro» que salieran vivos del accidente. «Es un milagro que hayamos quedado los dos vivos, habiendo sólo seis supervivientes en nuestro vagón». Recuperados de las físicas, para siempre quedarán las secuelas psicológicas. «Si muchos profesionales que están acostumbrados a ver estas cosas no son capaces de superarlos pues imagínate los que no estamos acostumbrados. La sociedad ni nadie no está preparada para ver una barbaridad así», asegura.

Pese a la terrible tragedia, Marcial todavía guarda fuerzas para tratar de sacar un lado positivo. «Me gustaría que hubiese un punto de inflexión y que no se ponga la venda cuando hay una herida», afirma. «Una de las preguntas que me hago es: ¿Qué ha cambiado desde el día del accidente para una persona que sube a un tren? Porque la respuesta para mi es que no ha cambiado nada».

«Yo todavía no he vuelto a subir en tren porque no estoy preparado. Subiré, pero déjame que elija el momento y el lugar. Primero me tengo que poner fuerte y bien. Yo ahora mismo no estoy con cuerpo ni con la mente como para volverme a enfrentar a eso», explica emocionado. También se queda con la solidaridad de la gente. «Es triste que tenga que pasar una cosa de estas para que tengamos que sacar nuestro lado más humano. El cariño recibido por parte de la gente ha sido impresionante. Las víctimas nos sentimos olvidadas. Parece que ya ha pasado todo, y el accidente fue hace seis meses pero muchas personas seguimos sufriendo cada día esta pesadilla, y más todavía los que perdieron algún ser querido.