Guardia Civil
«No sabemos a dónde vamos a llegar»
Escuchar frenéticas las sirenas de las patrullas de la Policía en plena madrugada resulta tan familiar para Juan Carlos como la música con la que distrae su labor de vigilante en el Hospital Universitario de Ceuta. O como el esporádico sonido de la llegada de una ambulancia de urgencias. «No sabemos a dónde vamos a llegar», anota. Desde la colina donde se asienta el hospital ceutí, Juan Carlos fue testigo de excepción del acontecimiento. A apenas unos metros de su puesto de trabajo se divisa el perímetro fronterizo ceutí, por donde alrededor de 1.500 inmigrantes subsaharianos trataron de cruzar ayer en al menos tres oleadas sucesivas. Ninguno ha alcanzado en esta ocasión el paraíso europeo.
Según la información difundida por la Delegación del Gobierno de Ceuta, fueron las Fuerzas de Seguridad marroquíes las que repelieron la llegada de nuevos inmigrantes a la ciudad autónoma, una avalancha que habría hecho historia. La detención fue de «870 de los inmigrantes que han intentado la entrada» tanto por el puente del Biutz (acceso de los porteadores) como por el mismo paso fronterizo de El Tarajal (donde se ahogaron los 15 inmigrantes el pasado 6 de febrero). Así lo aseguró ayer la Delegación del Gobierno, que lamentó que tres agentes de la Guardia Civil resultasen heridos de carácter leve. Desde el otro lado de la frontera no han transcendido detalles.
Unos tres kilómetros separan el puesto fronterizo ceutí y la localidad marroquí de Castillejos (Fnideq en su denominación árabe), frontera natural formada por monte de bosque y matorral en cuyas entrañas, se dice, aguardan decenas de miles de inmigrantes al acecho. «Unos cuentan 30.000, otros, 40.000 y otros, 80.000. Una barbaridad en cualquier caso», afirma Ahmed, que transitaba ayer por El Tarajal. «Con el puesto fronterizo cerrado varias horas, no ha habido buena venta», se lamenta al evaluar las consecuencias de lo que ha supuesto en el comercio de la frontera el intento de entrada más numeroso registrado en Ceuta.
Las sirenas de los vehículos de la Policía y la Guardia Civil que despertaron a media ciudad sobre las cuatro de la mañana eran sólo el aviso de que algo extraordinario ocurría. Así lo esperaban las Fuerzas de Seguridad ceutíes desde hace unos días, según informó la Delegación del Gobierno. La situación ha sido de máxima alerta desde primera hora de la noche. Varios grupos de inmigrantes, sin detonante aparente, caminaban en grupo hacia la frontera. De inmediato, las Fuerzas de Seguridad españolas respondieron sellando el paso fronterizo. De 4:00 a 6:00. Luego procederían a cerrarlo de nuevo de 8:00 a 9:00.
Según relatan las crónicas oficiales, el primer intento de entrada ha sido el más numeroso. Fue a las 5:30. Una bolsa de alrededor de cuatrocientos inmigrantes sin papeles hizo el amago. Otros trescientos lo intentaron por el puesto fronterizo de El Tarajal, junto a la playa donde ocurrieron en febrero los trágicos sucesos. Con vistas a evitarlo, las fuerzas marroquíes situaron esta vez furgones bajo el puente que da acceso a la playa para impedir el salto al agua. A continuación, un tercer grupo compuesto por medio millar de personas se retiraba a los montes aledaños tras verificar que los anteriores habían fracasado en su objetivo. Pero ahí no concluyeron las escaramuzas. Ya de mañana, sobre las ocho, otros cincuenta inmigrantes han tratado de acceder a través del paso de El Tarajal. Poco después, otros cuatrocientos hacían lo propio por el paso específico de porteadores (Biutz). Todo infructuoso. Por ahora. El monte espera.
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