Presidencia del Gobierno

Pedro Sánchez, un presidente en el alambre y sin programa

Con 84 actas, Sánchez mantendrá los Presupuestos y ofrece «diálogo» sin fijar la fecha electoral.

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, ayer a su llegada al Congreso de los Diputados para defender su proyecto alternativo de Gobierno
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, ayer a su llegada al Congreso de los Diputados para defender su proyecto alternativo de Gobiernolarazon

Con 84 actas, Sánchez mantendrá los Presupuestos y ofrece «diálogo» sin fijar la fecha electoral.

Pedro Sánchez subió ayer por segunda vez a la tribuna del Congreso de los Diputados para pronunciar un discurso con la aspiración de convertirse en presidente del Gobierno. Ya lo hizo en marzo de 2016, en una sesión de investidura sin los votos necesarios, pero con la convicción de poner en marcha «el reloj de la democracia» que acabara con el bloqueo. Ahora, en una moción de censura con los votos ajustados, el líder del PSOE ambiciona cerrar la etapa de Mariano Rajoy. Entre ambos momentos, Sánchez ha probado la hiel y la miel de la política, ha sido derrocado y aupado al poder de su partido e incluso ha cambiado de compañeros de viaje para lograr su objetivo. El líder socialista articuló un discurso solvente, que incluso los otrora críticos valoraron positivamente, haciendo gala del liderazgo que se le presupone a un futuro jefe del Ejecutivo. Sánchez tejió su estrategia en cuatro frentes: desmontar el argumento del PP de que ansía el poder a «cualquier precio», atraer al PNV asegurando que mantendrá los Presupuestos Generales del Estado aprobados hace escasas fechas, promover un nuevo escenario de diálogo con Cataluña y el presidente de la Generalitat y realizar un llamamiento a los partidos de la oposición para apoyar la moción. Ninguna alusión, sin embargo, a la fecha en que prevé convocar unas elecciones que devuelvan la voz a los ciudadanos. En el PSOE no desvelan más estrategia que la de ir paso a paso, superar la votación de hoy y, a partir de ese momento, impulsar una agenda regeneracionista y de consenso que les permita atesorar el poder hasta verse reforzados y llamar a las urnas. Sin embargo, la empresa es complicada, el gobierno monocolor que Sánchez quiere impulsar cuenta solo con el apoyo de 84 diputados, lo que complicará sobremanera la gobernabilidad. Un ejecutivo en el alambre, a menos que den cabida a Unidos Podemos.

A medida que fue avanzando en sus intervenciones, Sánchez se fue despojando de su traje de líder de la oposición y se enfundó el de presidenciable, ofreciendo diálogo y futuros pactos a las formaciones a las que daba la réplica. A pesar de tener asegurados los votos del PNV y, por tanto, el éxito de la moción de censura, los socialistas se mostraban prudentes ante la posibilidad de que Rajoy pudiera apretar el botón nuclear de la dimisión en cualquier momento. Precisamente en este sentido se dirigió el primer golpe de efecto del líder socialista: pedir la dimisión de Rajoy. Un movimiento inesperado que daría al traste con la moción y que impediría a Sánchez alcanzar La Moncloa. Sin embargo, el objetivo de esta petición, que reiteró en numerosas ocasiones, no era tanto su efectiva marcha como desbaratar el argumento de los populares de que ambiciona alcanzar el poder «a cualquier precio» y ahondar en la división existente en las filas del PP sobre cuál debe ser el futuro de Rajoy. «Dimita usted y esta moción habrá terminado. Hágalo aquí y ahora y podrá salir de la Presidencia del Gobierno por decisión propia», le espetó el candidato socialista.

A continuación, Sánchez fue desgranando mínimamente un programa de gobierno a través de cuatro formas de estabilidad: institucional y de regeneración democrática; macroeconómica y presupuestaria; social, laboral y medioambiental y, por último, territorial. En esta hoja de ruta se incluyeron dos de los guiños a los aliados que aspiraba a atraer en la votación de hoy: nacionalistas e independentistas. En primer lugar, Sánchez aseguró al PNV que mantendrán los Presupuestos Generales del Estado aprobados por la Cámara hace escasos días, unas cuentas que aseguraban una importante inversión para el País Vasco y que ponían en peligro el apoyo de los nacionalistas vascos si resultaban tumbados por el nuevo ejecutivo socialista. «Este no es nuestro presupuesto, pero no lo vamos a retirar por responsabilidad de Estado», reconoció. En el ámbito territorial, el líder socialista aseguró que «cumplirá y hará cumplir la Constitución» y «restablecerá los puentes con las comunidades autónomas, normalizando el diálogo con el nuevo Govern de Cataluña». En concreto, y ya en su segundo turno de réplica, Sánchez anunció su intención de reunirse con el president Quim Torra para negociar una salida a la excepcionalidad.

Sánchez aspira a «abrir un nuevo tiempo» del que Rajoy «no forme parte» fundamentado en activar las medidas que contaron con amplio consenso parlamentario a lo largo de la legislatura. Sin embargo, el candidato socialista no desveló una de las principales incógnitas: cuánto tiempo tiene previsto estar al frente del Gobierno antes de llamar a las urnas. Sánchez aseguró que convocará comicios para «que la ciudadanía decida con su voto el rumbo de país» pero sin especificar plazos ni meras intenciones, solo futuros consensos.

En base a esto, el líder socialista apeló –como viene haciendo desde que presentara la moción– a la «responsabilidad» de los 350 diputados que hoy tendrán que optar entre «continuidad o censura». «Su voto compromete su palabra, especialmente de quienes vinieron a la política para regenerarla», señaló en alusión a Ciudadanos. Sánchez también reivindicó su coherencia y el cumplimiento de su palabra, la misma que «con inmenso dolor» le llevó a renunciar a su escaño para evitar «otorgar una prórroga a Rajoy que España no se podía permitir». «Ha llegado el momento. Sí o no a la moción de censura», les espetó a los diputados. Una «censura a la corrupción para elevar la calidad de la democracia puesta en cuestión» y para evitar indultar a Rajoy. «No pierdan esta oportunidad, háganlo posible con su voto», acabó Sánchez. Hoy esa oportunidad se puede materializar con 180 votos.

Las claves

Presupuestos

A pesar de reconocer que «no son sus Presupuestos», Sánchez aseguró ayer que no tumbará las cuentas aprobadas por el Congreso hace escasos días. Una iniciativa controvertida pero imprescindible para granjearse al apoyo del PNV, debido a la importante dotación económica que recogían los Presupuestos para el País Vasco. Esta decisión le ha generado las críticas de Rajoy e Iglesias, que aseguró que les tendrán enfrente.

Diálogo con Torra

Una de las partes más trascendentes del discurso de Sánchez fue la dedicada a Cataluña y a los partidos independentistas, cuyo apoyo requería el PSOE para sacar adelante la moción. El candidato socialista mantuvo la prudencia, sin declaraciones altisonantes –como las pasadas en las que llamó «racista» a Torra– y tendió la mano para dialogar con Cataluña y su president, con el que anunció su deseo de reunirse.

Elecciones

Sánchez mantuvo la ambigüedad sobre la convocatoria de elecciones. Los socialistas mantienen que éstas se celebrarán «más pronto que tarde» pero reivindican un tiempo al frente del Gobierno para restablecer la «normalidad» y la «estabilidad» en España. La idea del PSOE sería convocarlas a principios de año o en mayo, coincidiendo con las autonómicas y municipales, para que los ciudadanos marquen entonces «el rumbo del país».