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Puigdemont sigue envenenando la política belga

Las fuerzas flamencas discrepan sobre una invitación al parlamento regional y la oposición pide la cabeza de su principal valedor

El primer ministro belga, Charles Michel, en una imagen del pasado mes de noviembre
El primer ministro belga, Charles Michel, en una imagen del pasado mes de noviembrelarazon

Las fuerzas flamencas discrepan sobre una invitación al parlamento regional y la oposición pide la cabeza de su principal valedor.

La presencia de Carles Puigdemont en Bélgica sigue ocasionando quebraderos de cabeza a las autoridades del país. Mientras se debate su investidura telemática, el president cesado podría acudir –esta vez de manera presencial- al parlamento flamenco invitado por sus amigos de N-VA, el partido nacionalista flamenco más votado en el país, para explicar la situación de Cataluña en la Comisión de Asuntos Exteriores.

Aunque la invitación todavía no se ha cursado, ya ha comenzado a ocasionar las primeras fricciones con el resto de las fuerzas flamencas que no verían con buenos ojos la presencia de un ponente tan incómodo. Según asegura el diputado de N-VA, Karl Vanlouwe, la semana que viene “probablemente” se conocerá si el resto de grupos secundan o no esta iniciativa. El parlamento flamenco ya votó en noviembre del año pasado en contra del reconocimiento de la declaración unilateral de independencia a instancias de la fuerza ultraderechista- Vlaams Belang que también ha apoyado la causa secesionista catalana.

Superados los peores momentos de la crisis diplomática con España tras la irrupción de Carles Puigdemont en Bélgica, la huella de expresident sigue envenenando la política del país. Se espera que hoy el Parlamento federal viva una jornada llena de tensión en la que las fuerzas opositoras pidan al primer ministro Charles Michel la cabeza de Theo Francken, el Secretario de Inmigración de N-VA que curiosamente un día antes de la llegada de Puigdemont a Bélgica le había instado a solicitar asilo político ante la supuesta persecución vivida en España. Una invitación de la en todo momento se desmarcó el ejecutivo de Michel y el propio ministro de Interior, Jan Jambon, también de N-VA. La generosidad de Francken con Puigdemont contrasta con la mano dura mostrada con los refugiados sudaneses repatriados en los últimos meses por Bélgica, a pesar de la persecución política y de que el presidente del país africano Omar al Bashir haya sido reclamado por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra en Darfur. Francken incluso ha mentido a Charles Michel (al que negó nuevas deportaciones en enero ya programadas), pero la debilidad de la frágil coalición de gobierno ha convertido al primer ministro en rehén de N-VA, partido que ni siquiera se plantea sacrificar una figura emergente como Francken.

Michel, liberal francófono, se apoya en una coalición de tres partidos flamencos: N-VA , los democristianos (CD&V) y los liberales (VLD). Una entente suis generis abonada a constantes rumores sobre su inminente caída. Dave Sinardet, politólogo y profesor de la Universidad Libre de Bruselas, no cree en los mensajes apocalípticos que vuelven a sacudir al ejecutivo de Michel. Según asegura a la Razón, las fuerzas opositoras tienen mucho que perder ante una convocatoria anticipada de elecciones debido a la pujanza de N-VA. Además, para Sinardet en caso de producirse ahora una caída del ejecutivo, el tema de la inmigración y el derecho de asilo monopolizaría el debate y “N-VA tiene en este tema una posición muy fuerte”, secundad apor gran parte de su electorado. Para el profesor universitario, las tensiones volverán a ser tan sólo “temporales”, aunque el liderazgo de Michel sea cada vez más débil.