
Opinión
Quizá dos años más
No hace falta ser un lince para percibir el subrayado que los dirigentes populares hacen del tema de la prostitución

Del pleno del otro día se puede sacar una idea: sí que es posible que esto dure dos años más. No por el impacto de las medidas contra la corrupción anunciadas, desde luego. Sí por la firme voluntad de los socios de mantener la persiana abierta, aunque en este comercio no se despachen ya Presupuestos Generales del Estado.
Es gracioso escuchar a Urtasun sumando sobre la marcha cuántos corruptos son admisibles. «Tres, como mucho cuatro». (Pocas dudas de que serán «cinco o seis» si los «cuatro» quedan atrás). Está totalmente alineado con el discurso de Rufián, que también deja bastante claro que el listón de lo tolerable se irá subiendo conforme éste se vaya alcanzando.
El apoyo externo a este Gobierno permitiría continuar a su presidente como aquel jugador de béisbol que retrataba Woody Allen en un gag de «Días de radio» (1987), incapaz de retirarse pese a la pérdida, en inviernos consecutivos, de una pierna, un brazo y la visión en ambos ojos. Esa postura de Sumar y Esquerra resulta ilustrativa de otro fenómeno. Se ha terminado de derrumbar el discurso de toda una generación política. Esa que entró en las instituciones hace diez años para regenerarlas directamente desde la calle.
Hoy no pueden disimular que el asco que les produce la corrupción varía de manera muy notable en función del color político del corrompido. No es ya el chiste facilón sobre el propio Rufián y su promesa de los dieciocho meses. Es la demostración de que exprimirán hasta la última gota del limón porque sepa Dios cuándo volverá a haber una cosecha.
La carambola sobre la que escribíamos el otro día –un candidato alternativo a Sánchez consensuado por la mayoría de investidura para aguantar hasta el 27– sigue siendo harto improbable. Pero aun así parece más cercana que una salida que implique pasar por las urnas.
Por una vez, la expectativa de dos años más así da la sensación de recibirse con alegría en el PP, después de una digestión muy lenta de los resultados de julio de 2023. «Si ahora estamos así de bien, dónde no habremos llegado para 2027». Cuidado con la euforia. Con un humor social tan ciclotímico como el de la España actual, ningún estado de ánimo presente puede darse mínimamente por garantizado en el futuro.
Su último congreso no ha abordado la actualización que esa organización tiene pendiente desde el adiós de Aznar. Pero tienen razón los que han subrayado las diferencias visibles con el comité federal que se estaba desarrollando en Ferraz. Solo tenían que no meter la pata y, por una vez, lo han conseguido. Hasta parece que son capaces de clarificar cuál va a ser el marco de su relación con Vox. Ha sido un anuncio como por fascículos, pero se va a acercando a algo parecido a la comunicación política. Dejar claro que no se gobernará en coalición con el partido de Abascal, el diputado intermitente, habría sido un gesto de gran utilidad hace dos veranos.
Es en ese estado eufórico en el que Feijóo ha decidido que las saunas (referidas como «prostíbulos») hagan el viaje desde el «vox pópuli» de la burbuja político-mediática al Diario de Sesiones. Sé que no es lo que se espera de un texto de opinión. Pero no tengo claro ni qué me parece ni si es buena idea. El shock en el rival es innegable en este primer momento. Veníamos de que la nueva portavoz de la ejecutiva del PSOE dijera que el presidente del PP habría sido expulsado de haber estado en su partido por su «coqueteo con el narcotráfico».
No hace falta ser un lince para percibir el subrayado que los (y sobre todo las) dirigentes populares hacen del tema de la prostitución. Han visto una vía de agua en uno de los puntos más sólidos de Sánchez: su éxito en el voto femenino. Pero entre sus fortalezas también figura aprovechar en su propio beneficio los ataques que recibe. Pocos usos de la victimización más rentables políticamente. Recuerden el efecto final de «Perro Sanxe» y «que te vote Txapote» en los resultados de hace dos años.
De modo que el éxito definitivo de ese paso arriesgado dependerá mucho de las pruebas que lo acompañen. No parece que se hayan lanzado a la piscina sin tener atadas las evidencias que apuntalen la acusación de haber recibido alguna clase de lucro de esa línea de negocio que su Gobierno afirma querer dejar definitivamente proscrita. Una vez se ha optado por transitar esta senda, un paso en falso puede ser otro gol en propia puerta.
No olvidemos que estamos hablando de Pedro Sánchez. El hombre a medio informe de la UCO de conseguir la anestesia colectiva ante el escándalo una vez evaporado su primerísimo efecto inmediato. (Y puede que pronto ya ni eso).
Él no hace lo fácil, él hace lo correcto. No tira la toalla y, o mucho cambian las cosas, o la va a extender sobre la playa como presidente por octavo verano consecutivo. Este otro bateador tiene todavía más apego por el campo de béisbol.
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