Dos años de la victoria del PP
Rajoy, año II: objetivo cumplido
El presidente se felicita de haber estabilizado la economía con una baja conflictividad social. En el ecuador de su legislatura, revalidará su discurso, su estrategia y su equipo. Con artículos de Luis de Guindos, Cristóbal Montoro, José Manuel García-Margallo, Alberto Ruiz-Gallardón, Jorge Fernández, Ana Mato, Miguel Arias Cañete y Ana Pastor. Artículos también del mundo empresarial: Matías R. Inciarte, José Manuel Lara, Antonio Brufau, Antonio Huertas y Simón Pedro Barceló. También escribe J.R. Pin Arboledas.
El miércoles que viene se cumplirán dos años desde las elecciones generales. Aquellos comicios se celebraron en un clima excepcional por la gravísima situación económica que atravesaba España. Y, de hecho, en los días siguientes a la votación, el debate giró sobre la urgencia de que incluso se aceleraran los plazos constitucionales para que el Gobierno adelantara todo lo posible la toma de posesión y no hubiera un vacío de poder en un momento tan delicado. Aquellos primeros mensajes de Rajoy ya como presidente electo se ajustaron al guión «churchilliano»: «Sangre, sudor y lágrimas».
En sus primeras palabras tras conocerse el resultado de las elecciones, Rajoy advertía: «Estamos ante un cruce de caminos que va a determinar el futuro de nuestro país en las próximas décadas; es ahí donde se mide el temple de los hombres y los pueblos. Vamos a gobernar la situación más delicada de los últimos años».
Ahora, cerca ya del ecuador de la legislatura, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, «no se siente frustrado en ninguno de sus objetivos», según explican en su entorno en Moncloa. La estrategia de Rajoy en estos dos primeros años se ha sustentado en tres prioridades: centrarse en la economía, evitar que su Gobierno se metiera «en líos innecesarios» y controlar la conflictividad social «sin dejar de hacer lo que tenía que hacer».
El aniversario de las elecciones llega en el momento más tranquilo que atraviesa el Gobierno desde que echó a rodar a finales de diciembre de 2011. «El resultado es coherente con la estrategia política de Rajoy durante estos años. Los objetivos podrían haber sido otros, y es aceptable ese debate, pero lo que no se puede negar es que Rajoy ha llegado a la meta que se propuso», explica un miembro del equipo económico.
En ese área económica, en los niveles técnicos aseguran que «la nave está estabilizada» y que las cosas «van a ir poco a poco a mejor». En estos segundos niveles, más alejados del discurso político combativo, mantienen que Rajoy va a tener margen para rectificar sus incumplimientos fiscales y para cerrar el ciclo de su primer mandato con noticias en positivo «y que lleguen directamente al bolsillo de los ciudadanos». La tranquilidad del Gobierno por la evolución económica trasciende, por tanto, el discurso político, aunque en el capítulo del paro siga encendida la luz roja.
El segundo objetivo de Rajoy, el de «no meterse en líos innecesarios», también se da por bien cumplido en medios populares. «Si el ministro más tocado, con la que ha caído, es el ministro de Educación, esto indica que Rajoy ha conseguido que la tripulación salga bastante indemne de la tormenta», explican en Moncloa.
En el Gobierno y en la dirección popular comparten la sensación de que Rajoy revalidará en este ecuador de la legislatura al grueso de su equipo, su discurso y su estrategia. Tendrá oportunidad de hacerlo a principios de año, en la Convención Nacional, en la que lanzará al partido a la arena electoral de las europeas. Dicen sus más próximos que es posible que haya algún ajuste en el Gobierno por esas elecciones europeas o por las autonómicas y municipales. Pero «mínimo».
En el paquete de ministros que más desgaste han sufrido sitúan a la titular de Sanidad, Ana Mato; al de Hacienda, Cristóbal Montoro, y, por supuesto, a José Ignacio Wert. Pero sólo de este último hay especulaciones sobre su posible salida del Gabinete. Y no porque Rajoy le invite a irse, sino por barajar la posibilidad de que sea el ministro el que pida el recambio. «A Wert le gusta el cambio, reinventarse, y no es descartable que él mismo diga que se marcha», explica un alto cargo del PP.
Y en cuanto al tercero de los objetivos de Rajoy, mantener la paz social, los suyos reconocen que el mérito es estrictamente suyo. De esa estrategia de evitar el conflicto, de navegar de perfil los problemas y de aguantar los tiempos hasta la desesperación de sus adversarios políticos.
«El nivel de conflictividad social ha sido muy bajo para el contexto en el que nos hemos movido y las decisiones que se han adoptado. Y esto es un éxito de la forma de hacer política de Rajoy», sentencia uno de los ministros con más años de vida de partido a las espaldas.
El Gobierno se siente en «horas buenas». Los ministros se han acomodado a la forma de trabajar de Rajoy y las medidas más ingratas están ya, en su mayoría, puestas en marcha. Quedan cuestiones pendientes, como la reforma de la ley del aborto, pero nadie ve piedras insorteables en el camino. Eso sí, la inquietud electoral empieza ya a sentirse en las filas populares. Más por las autonómicas de 2015 que por las europeas. De estas últimas, la previsión popular es que el análisis del resultado esté monopolizado por el «desastre socialista».
Hasta las generales quedan dos años, mucho tiempo para hacer conjeturas. Pero aun con tanto tiempo por delante, en el Gobierno se asienta la idea de que Rajoy volverá a ser el candidato en esas elecciones. Ése, al menos, es su plan, y a su ritmo, como ha hecho en estos dos últimos años, irá trabajando para conseguirlo.
Sáenz de Santamaría, un apoyo imprescindible
Cada viernes, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, va dando paso sin arrugarse a las preguntas de los periodistas que cubren los consejos de ministros. Da la cara y explica las razones que llevan al Ejecutivo a tomar una u otra medida y lo hace con una claridad meridiana, sin ocultar que la realidad les ha obligado a adoptar dolorosas decisiones, pero convencida de que ése es el camino. De puertas para dentro, la abogada del Estado también juega un papel clave. Es una trabajadora incansable y una hábil negociadora, fundamental en la relación del Estado con las comunidades autónomas.
Llegó a la política en el año 2000, con 29 años, y pronto consiguió ganarse la confianza del entonces ministro Mariano Rajoy. Desde entonces, se ha convertido en su mejor aliada, en su mano derecha. Le tocó bailar con la más fea en la oposición y no sólo salió airosa, sino que también demostró que podía aportar mucho en la primera línea. Consciente de ello y de su fidelidad, Rajoy la nombró vicepresidenta al llegar a La Moncloa y, a buen seguro, no se arrepiente de haberlo hecho. Durante estos dos años, Sáenz de Santamaría ha sido su escudera en los peores momentos y ha sido capaz de distinguir cuándo debía dejar el protagonismo al presidente del Gobierno y cuándo debía dar un paso al frente. Así, por ejemplo, se ha reunido con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, y con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, o con la canciller alemana Angela Merkel, informa R.P.
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