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Rajoy precipita un relevo exprés
El lunes rectificó la posibilidad de tutelar una transición y comunicó a contados colaboradores nacionales, y a uno territorial, que se iba. Se desmarca del «dedazo» de Aznar y sólo mediará para lograr «un congreso de unidad».l
El lunes rectificó la posibilidad de tutelar una transición y comunicó a contados colaboradores nacionales, y a uno territorial, que se iba. Se desmarca del «dedazo» de Aznar y sólo mediará para lograr «un congreso de unidad».l
Mariano Rajoy tendrá un sucesor al frente del PP para el arranque del nuevo curso político. El lunes resolvió, básicamente a solas, precipitar la decisión de dejar del todo la política, y se la comunicó a muy pocos. Estaban al tanto algunos miembros de la dirección nacional, amigos de su larga carrera en política y un líder territorial. Y ya. De nada sirvió que desde el «aparato» de Génova se le hubiese animado a mantener las riendas del partido y a controlar el proceso de transición sin ponerse fecha de caducidad. Una posición en la que intervenía el deseo de mantener el «statu quo».
Pero Rajoy reflexionó después de su primera decisión de mantenerse al frente del PP para ordenar la oposición y con toda una vida de experiencia en política no necesitó que nadie ni desde dentro de su formación ni desde fuera le advirtiera de que era un sin sentido quedarse para hacer la oposición a Pedro Sánchez en su condición de ex presidente del Gobierno. «Es lo mejor para el PP, para mí y para España», sentenció en su despedida ante el Comité Ejecutivo del PP.
Quien siempre ha presumido de actuar desde el sentido común concluyó en las últimas horas por sí mismo –con la influencia, eso sí, de su familia–, que los riesgos de alargar la transición eran demasiado grandes, que ya no tenía nada que ganar ni siquiera en la tarea de reivindicarse ni para intentar aprovechar la «debilidad» del Gobierno socialista. Y ayer por la mañana ejerció de nuevo de «señor de los tiempos» para sorprender a los suyos con la decisión de hacer una transición exprés, en la que intervendrá con discreción para garantizar la unidad y que su relevo se concrete en un cónclave tranquilo, sin más de una candidatura, pero huyendo de repetir el modelo del «dedazo» de José María Aznar. «Pensar que en el partido no se le va a consultar, que él no va a hablar con los líderes territoriales, que no mantendrá consultas y que tulerará su sucesión para intentar apaciguar el riesgo de guerra interna es ciencia ficción. Pero sólo para eso. Está muy dolido con lo que ha hecho Aznar y no quiere parecerse en nada a él». Esta descripción de la nueva etapa que esta vez sí se abre de manera definitiva en el PP la hacía ayer por la tarde un veterano ex ministro. Tan rápido se está precipitando todo que el mismo domingo por la tarde todavía en el círculo de máxima confianza de Rajoy no dejaban ningún margen para la duda: era un suicidio convocar un congreso extraordinario y Rajoy estaba decidido a continuar al menos para garantizar un proceso ordenado y habría que ver hasta cuándo. Pues fue hasta ayer. «Ha llegado el momento de poner punto y final a esta etapa, el partido debe seguir avanzando bajo el liderazgo de otra persona», proclamó ante su Ejecutiva.
Rajoy marcó el punto y final con varios recados para el ex presidente Aznar: él sí se pondrá a la orden de quien le suceda y después de haber asumido «errores» que no eran suyos. Entre líneas se interpretó que se refería a los casos de corrupción que vienen del «aznarismo».
La despedida fue muy emotiva. Medió la sorpresa en la ejecución, la incertidumbre por lo que viene y el respeto y el cariño que el ex presidente mantiene entre los suyos. Desde Alberto Núñez Feijóo a Andrea Levy, o a Fernando Martínez-Maillo. Las caras ponían imagen al tanto que Rajoy sí ha conseguido apuntarse en el momento más difícil de su carrera política: el de saber irse sin malgastar el respeto y el agradecimiento del PP.
Además de activar su sucesión Rajoy marcó las líneas de la oposición del PP con un duro discurso en el que defendió su honorabilidad y la de su partido frente a las «mentiras» y «manipulaciones» de la sentencia del «caso Gürtel». «Ni el PP fue condenado penalmente por Gürtel ni el Gobierno tenía relación con el caso ni se habían eludido las responsabilidades políticas». A su vez, arremetió con dureza contra el Gobierno de Sánchez, del que denunció su «debilidad extrema» y que nace apoyado en unos nuevos socios que sólo han pensado en su interés «o sencillamente en sus miedos».
«No ha sido por la censura de los españoles», subrayó en varias ocasiones para explicar por qué ha perdido el gobierno. Rajoy alertó de la inquietud que provoca la inestabilidad del nuevo Ejecutivo socialista cuando la situación en Cataluña, sobre todo en las calles, «dista mucho de estar calmada». Y también cargó contra Albert Rivera porque con su «ambición atropellada» ha impulsado un Gobierno apoyado por independentistas.
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