Caso Gürtel
Rajoy impone «los intereses del PP» y fuerza la dimisión de Ana Mato
En un escenario muy complicado, en una situación extrema, el «caso Gürtel» se cobró ayer la cabeza de la ministra de Sanidad, Ana Mato. Por decisión personal de Mariano Rajoy, que impuso «los intereses del PP» por encima de las iniciales reticencias de la ministra a dejar su cargo, ya que ésta sigue considerando que no ha cometido ningún delito.
En un escenario muy complicado, en una situación extrema, el «caso Gürtel» se cobró ayer la cabeza de la ministra de Sanidad, Ana Mato. Por decisión personal de Mariano Rajoy, que impuso «los intereses del PP» por encima de las iniciales reticencias de la ministra a dejar su cargo, ya que ésta sigue considerando que no ha cometido ningún delito. A primera hora de la tarde iba a emitirse un comunicado de la ex ministra ratificando su inocencia y reafirmándose en su puesto. Pero ese comunicado nunca llegó y horas después, tras conversaciones y una reunión en Moncloa, la tensa tarde dejó la confirmación oficial de que Mato abandonaba el cargo para no perjudicar al Gobierno y a su partido. «Se ha comportado como una señora. Y estamos ante un juez que ha ido a cobrarse la cabeza de una ministra, porque con la fecha elegida sabía que nos dejaba en una situación imposible un día antes del debate contra la corrupción», sentenciaban anoche en Moncloa.
Antes de que se produjese este desenlace, por primera vez había coincidencia casi unánime en el Gobierno y en el PP a favor de que la ministra de Sanidad diese por fin un paso atrás y dejase de ser un lastre para la imagen de los populares. Hasta ahora esa presión para que Mato abandonase el cargo había pasado por distintos altibajos, pero lo que cambió notablemente el escenario fue que ayer, por primera vez, las voces partidarias de su salida se dejaban oír en Moncloa y en sectores muy próximos al presidente del Gobierno, mientras que desde Sanidad se vendía un mensaje de tranquilidad y se rebajaba la importancia del auto judicial.
Para encajar las piezas hay que tener en cuenta que el Gobierno es consciente de que tiene un problema de credibilidad en la batalla por la regeneración democrática, y que el auto del juez Ruz, que coloca al borde del precipicio a Mato, llegó en el peor momento, a unas horas de que Rajoy compareciese en el Pleno del Congreso para desgranar su paquete de medidas contra la corrupción. Una comparecencia medida al milímetro, muy trabajada, con discreción, después de que hayan pasado casi dos años desde que Rajoy anunciase también en el Congreso, en un Debate del Estado de la Nación, su voluntad de promover importantes reformas legislativas para mejorar el control de la financiación de los partidos y de los altos cargos de la Administración, y para acelerar también la respuesta judicial a los casos de corrupción. Hoy es justo el día elegido para dar un golpe en la mesa después de meses de negociación con la oposición, especialmente con el PSOE, que acabó descarrilando cuando estalló el escándalo por las «tarjetas black» de Caja Madrid. Entonces la pelea partidista ocupó el centro del debate y barrió cualquier margen para una acción conjunta de los dos grandes partidos. El PSOE optó por ponerse al frente de la pancarta y marcar distancias con el Ejecutivo, pese al esfuerzo de este último por buscar acuerdos.
Esta comparecencia de hoy de Rajoy, con la que el presidente busca un golpe de efecto y dar la vuelta a una situación muy complicada, quedaba ayer tarde seriamente amenazada por la situación de Ana Mato después de que se conociese la decisión del juez Ruz de considerarla partícipe a título lucrativo de los delitos cometidos por su ex marido, Jesús Sepúlveda. «No hay otra salida posible», avanzaban a las tres de la tarde en la «fontanería» de Moncloa cuando se les preguntaba por la dimisión de la ministra.
Un criterio compartido por otros ministros. La presión sobre Rajoy era máxima y personas próximas sentenciaban que Mato debía tomar ella la iniciativa y facilitarle el camino al presidente, sacrificándose por el interés general del Gobierno y del partido. No es que lo digan desde fuera, sino que los propios estrategas electorales del PP sostienen que el desgaste de las encuestas es consecuencia de la crisis, de los ajustes y también de los escándalos. De la sensación mayoritaria en la ciudadanía de que los partidos tradicionales no están siendo capaces de liderar la regeneración democrática que se demanda en la calle. Cambiar esa impresión era el objetivo de Rajoy con su comparecencia parlamentaria de esta mañana, un «objetivo muy difícil» con Ana Mato sentada en el banco azul del Gobierno.
En esta crisis, lo más difícil ha sido comunicarle a la ministra que había llegado el momento de marcharse. Ana Mato se ha resistido contra viento y marea pese a todas las piedras que han ido cayendo en su camino, informes de la UDEF y anteriores pronunciamientos judiciales. Mato es una «pata negra», dirigente de confianza de José María Aznar y luego de Mariano Rajoy. Ha estado muchos años trabajando en el equipo de Organización del PP, con Rajoy a su lado, y en la etapa en la que las finanzas las controlaban Luis Bárcenas y Álvaro Lapuerta. Conoce los entresijos de la formación porque durante muchos años ella ha estado trabajando en la «cocina» con un grupo de dirigentes, también «pata negra», que alternaban sus funciones, pero siempre en la sala de mandos del partido. Apoyó además a Rajoy en los momentos difíciles tras su segunda derrota electoral y el presidente siempre ha entendido que tenía una deuda con ella.
Pero en el partido hacía tiempo que algunos sostenían la tesis de que Rajoy tenía que cortar definitivamente con este legado para liberarse así del lastre que sigue siendo Bárcenas y todo lo que representa. Que tenía que usar ya un cortafuego, pese a lo duro de la decisión, y que su única manera de salvarse y de salvar el crédito de su Gobierno y del PP era con una decisión traumática y de consecuencias internas, pero de fácil lectura de puertas afuera.
Ayer por la tarde el presidente habló mucho tiempo con la ya ex ministra y logró cambiar su parecer. Hoy Rajoy comparece ante el Pleno de la Cámara Baja sin la amenaza de que la imagen de Mato arruine antes de nacer sus medidas contra la corrupción. Medidas que incluyen el delito de la financiación ilegal de partidos y las nuevas penas que llevará aparejado. Se han manejado distintas opciones, pero la situación ha obligado a quedarse con la salida más dura, según precisan fuentes del Gobierno. Las propuestas que hoy explicará Rajoy tienen tres patas: los dos proyectos sobre finanzas de partidos y altos cargos; reformas procesales y penales, con endurecimiento de las sanciones y agilización de los procesos, y nuevas actuaciones administrativas.
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