Gobierno de España
Rajoy presiona al PSOE: no irá a la investidura sin contar con su apoyo
Quiere ir al Congreso el 2 de agosto pero si no tiene la abstención del PSOE abrirá un «periodo de reflexión». En Moncloa se asienta la idea de que los socialistas y Rivera buscan un fracaso como el de Sánchez tras el 20-D.
Quiere ir al Congreso el 2 de agosto pero si no tiene la abstención del PSOE abrirá un «periodo de reflexión». En Moncloa se asienta la idea de que los socialistas y Rivera buscan un fracaso como el de Sánchez tras el 20-D.
Tras los primeros contactos con todos los partidos, Mariano Rajoy se enfrenta con pocos avances a un bloqueo político que, salvo que la ronda con el Rey Felipe VI mueva posiciones, le deja ante una investidura fallida. El presidente del Gobierno en funciones mantiene la mano tendida a la negociación, pero tanto el PSOE como Ciudadanos (C’s) ni siquiera dejan la puerta a seguir negociando antes de que se presente a la investidura, si finalmente así lo decide.
Ayer, tras su reunión con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ratificó su deseo de gobernar y su disposición a presentarse ante el Congreso, porque cree que es su obligación después de que el PP ganase de nuevo las elecciones con más votos. Pero por primera vez desde las elecciones del 26-J, y desde que dijo que iría a la investidura, Rajoy amagó con dar un paso atrás si se confirma el escenario que dejan sus primeras conversaciones con los grupos políticos.
La frase que dio lugar a todo tipo de especulaciones fue: «Si tuviera la certeza de que es imposible ser investido, abriría un periodo de reflexión con todos los grupos para dar salida a la situación». «Todos tienen su responsabilidad», añadió. La interpretación mayoritaria fue que Rajoy estaba dando un paso atrás y que se pensará si se presenta a la sesión de investidura si no tiene los apoyos necesarios para sacarla adelante. Justo lo que defendió en la legislatura fallida, y lo que afeó a Pedro Sánchez, aunque entonces la distancia que le separaba de la segunda fuerza era más pequeña. Rajoy y su equipo trabajaban con el escenario de que hoy el líder socialista no se moviera del «no» a su candidatura a la Presidencia del Gobierno. La pieza que se ha descolocado en el puzzle popular es la de Albert Rivera. Aunque sabían que la negociación iba a ser difícil, en la dirección popular han trabajado con la idea de que si el PSOE no se apartaba del «no», Ciudadanos acabaría modificando su abstención por su «sí» para no ser corresponsable del bloqueo político.
El movimiento de ayer de Rivera, al anticipar su abstención en la segunda votación, que exige más «síes» que «noes», puede ser leído en primera instancia como un gesto de presión sobre los socialistas. Pero en la dirección popular asumen otra lectura no tan satisfactoria. Esa abstención facilita a los socialistas mantener su «no» porque deja al PP mucho más lejos de la mayoría de «síes» necesaria para sacar adelante la investidura. De momento, Rajoy sólo tiene sus 137 escaños y, si acaso, el voto del diputado de Coalición Canaria. Esta formación se inclina por seguir la estela de C’s.
Por delante quedan varias semanas y la ronda institucional de Felipe VI con los representantes de todos los grupos parlamentarios, después de que el próximo día 19 se constituyan las Cortes Generales. Pero tanto Sánchez como Rivera han cerrado la puerta a seguir negociando, y en la dirección popular lo fían ya casi todo a esa ronda de conversaciones del Rey y a su entrevista con Sánchez. Así como a la presión interna y externa sobre los socialistas y sobre Rivera para que vaya al «sí». En Moncloa especulan con que Sánchez está dispuesto, «por decisión personal», a intentar que Rajoy se someta a una investidura fallida, aunque no haya alternativa, antes o después, a la abstención socialista si se quieren evitar unas nuevas elecciones.
«Sánchez parece que no quiere ser el único que ha ido a la investidura y la ha perdido», sostienen, críticos con la actitud del máximo dirigente socialista. En el entorno de Rajoy también especulan con la posibilidad de que Sánchez quiera forzar otra sesión de investidura para «descafeinar» su abstención y «desgastar a Rajoy».
En cualquier caso, el cierre de estas primeras consultas por parte del líder popular deja un escenario tan incierto como el que había antes de que se iniciaran los contactos. En cuanto a fechas y en cuanto a la viabilidad del nuevo Gobierno. Ayer Rajoy volvió a insistir en que su objetivo es conseguir un Gobierno estable, con apoyos para negociar las reformas y los asuntos de Estado fundamentales. Citó sus prioridades, citó las líneas generales de su programa de gobierno, pero asumió también la realidad de que de momento no tiene apoyos para sacar adelante la investidura ni tampoco para garantizarse esa estabilidad. El objetivo del PP es un pacto de gobernabilidad al menos con Ciudadanos, y a poder ser con PNV, después de las elecciones vascas, y Coalición Canaria. Pero no hay signos de que pueda prosperar. Aunque Moncloa y la dirección popular no tiran la toalla, y advierten de que las cosas pueden cambiar, antes y después de la investidura. Ayer Rajoy reconoció que no tiene sentido que se produzca una investidura y que luego no pueda conseguir un mínimo de estabilidad para actuar ante los grandes objetivos a los que se enfrenta España. Por tanto, además de que haya un nuevo Gobierno, Rajoy defendió que éste tiene que tener un margen de maniobra y contar con la lealtad institucional y la responsabilidad de otros partidos, al menos en los asuntos de Estado.
Hoy no se dan esas circunstancias, pero advirtió de que todavía queda tiempo, la constitución de las Cortes Generales y la ronda de entrevistas con el Rey. Él quiere que sus contactos con los partidos «continúen en el futuro». «Estamos en un proceso inicial del proceso, pero mi obligación es colocar las cartas boca arriba», sentenció, después de insistir en la urgencia de que haya un nuevo Gobierno y tras cuestionar el sentido de dejar para después del verano lo que puede quedar cerrado en la última semana de julio o primera de agosto. También subrayó que sería un «disparate» y una «locura» volver a repetir las elecciones. «Quiero gobernar. Quiero mojarme. Y tengo muy claro lo que hay que hacer. Voy a seguir dando la batalla», concluyó el presidente en funciones.
Rajoy baraja el 2 de agosto como posible fecha de inicio de la sesión de investidura, si recibe el encargo del Rey y él lo acepta, aunque no tenga apoyos para que prospere. La primera votación sería el 3 de agosto, en la que hace falta mayoría absoluta. Y la segunda, el viernes 5, que sólo exige mayoría simple. Las fechas dependen de la ronda de contactos de Felipe VI con los grupos y de las conversaciones entre los partidos. Si Rajoy se presentara y no saliese adelante su candidatura, y nadie consiguiera los apoyos suficientes en los dos meses siguientes, se convocarían de nuevo elecciones para el 27 de noviembre.
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