El desafío independentista
¿Revolución de las sonrisas? Masivo acoso a un joven que retira lazos amarillos en Barcelona
Ocurrió el pasado día de Sant Jordi junto al Palau Robert de Barcelona: insultos, acoso e intimidación para un joven por parte del independentismo
El independentismo catalán se empeña en vendernos la imagen de que lo suyo es “la revolución de las sonrisas”, que detrás de su movimiento no hay violencia, que es un fenómeno integrador y transversal y que la “fuerza” ha venido de la mano de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado español. Sin embargo, la realidad es mucho más tozuda que las palabras y cada día vemos cómo los no independentistas, que siguen siendo mayoritarios en la sociedad catalana y muy especialmente en ciudades como Barcelona, Lérida o Tarragana, sufren el acoso y los insultos de ese menos del 50% de gente que sigue creyéndose en posesión de la única verdad.
Hasta no hace mucho, los no independentistas preferían mirar para otro lado y ceder el terreno a los otros. Era mejor no pronunciarse, no tomar partido, dar un paso atrás, en definitiva, para no ser señalados con el dedo como en los peores momentos de los años de plomo del País Vasco.
Sin embargo, tras el 1-O y tras las manifestaciones masivas a favor de la Constitución que han tenido lugar en Barcelona las cosas han empezado a cambiar poco a poco. Movimientos como Tabarnia, Societat Civil Catalana o los denominados “limpiadores de lazos amarillos” comienzan a perder el miedo y a dejarse ver, aunque no sin altas dosis de valentía, pues el acoso sigue siendo terrible.
La página web Dolça Catalunya, que viene realizando una campaña de denuncia de este tipo de actitudes desde hace años, ha publicado un vídeo grabado el pasado lunes, 23 de abril, día de San Jorge, en el que se ve cómo un joven que retira lazos amarillos de la verja del Palau Robert, un edificio situado en la confluencia del paseo de Gracia y de la avenida Diagonal en Barcelona.
Poco a poco, se va viendo rodeado de gente que le recrimina que retire los lazos y empieza a insultarle y llamarle fascista, nazi... y hasta “gordo y acomplejado”. Una situación que a cualquier otro le hubiera llevado a desistir de su actitud pero que a este joven parece no amilanar. Ese mismo día y en ese mismo edificio se vivieron otras escenas parecidas siempre con la misma escena: acoso a quienes retiran los lazos que denuncian a unos inexistente presos políticos.
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