Barcelona
Stanley Payne: «En el Valle la izquierda solo busca una palanca propagandística»
Suele repetirse que la distancia ayuda al estudioso a ver la realidad con ecuanimidad. El hispanista estadounidense confirma el adagio al ofrecernos un lúcido análisis de la encrucijada en la que se encuentra en España el debate cultural sobre nuestro pasado y el modo que tiene de proyectarse en el presente.
Suele repetirse que la distancia ayuda al estudioso a ver la realidad con ecuanimidad. El hispanista estadounidense confirma el adagio al ofrecernos un lúcido análisis de la encrucijada en la que se encuentra en España el debate cultural sobre nuestro pasado y el modo que tiene de proyectarse en el presente.
La actitud que el hispanista estadounidense despliega en sus respuestas bien podría describirse como «un sano pesimismo». Payne ve cada vez más desorientada a la izquierda en sus planteamientos y a la derecha incapaz de unirse con sus referentes históricos.
¿Qué busca la izquierda resucitando a Franco prácticamente cada semana?
La Historia ha llegado a ser un argumento muy importante para la izquierda del siglo XXI. Y ello, porque han fracasado las anteriores doctrinas: comunismo, socialismo, incluso la sociedad del bienestar, que está llegando a la bancarrota. Por eso se dedica a otras cuestiones dentro del discurso de la corrección política: la «moralidad», los maltratos, el LGTB, el feminismo o el victimismo, y para esto lo más útil es la historia, que se aborda desde una perspectiva «presentista». Así, en tiempos pasados, con otros valores y actitudes, la acción la acometerían siempre agresores persiguiendo a sus víctimas. La historia es muda y no puede contestar. Y por lo general, la gente es muy ignorante, no sabe la verdad de la historia, y por eso es posible alegar cualquier barbaridad. Funciona igualmente como argumento para desestabilizar el sistema político denunciándolo no por sus realidades sino por sus supuestos orígenes. Franco es perfecto como símbolo para ello, porque murió hace 43 años, y muy pocos tienen conocimiento histórico, así que se le puede invocar como espantapájaros. Evidentemente, estamos en un primer cuarto de siglo de una pobreza moral e intelectual casi increíble, y de ahí, que también el equivalente en otros países sea la insistencia chillona en vocear «fascismo» con respecto a cualquier cosa que no gusta.
¿Cómo explica la cruzada de la izquierda por lograr las exhumaciones en el Valle de los Caídos?
Es el máximo simbolismo. No les importa un bledo, pero buscan algo, una excusa, que puede producir algún tipo de movimiento político que puedan aprovechar. Además, ni siquiera se puede «exhumar», porque los restos no están en condiciones adecuadas. Pero eso es irrelevante, porque no se busca más que una palanca simbólica-propagandística.
¿Qué quiso hacer Franco con el Valle de los Caídos? ¿Cuál fue su motivación?
Fundamentalmente un gran memorial de guerra, como existen en todos los países. No se trata de nada extraño, técnicamente está dedicado a la reconciliación. No se puede imaginar nada más normal, salvo que en España se trataba de una guerra civil, y ocupó el lugar de las guerras mundiales.
¿Cree que tienen razón los que dicen que los perdedores de la Guerra Civil no han tenido reconocimiento en España?
Han tenido menos reconocimiento en memoriales, aunque esto ha cambiado durante la última generación. En cambio, en la historiografía el reconocimiento ha sido enorme, porque es un campo que dominan.
¿Tendrá continuidad en el tiempo el tímido resurgir patriótico suscitado como reacción al proceso independentista en Cataluña?
Quién sabe. El pasado reciente no ha sido muy halagüeño. Creo que dependerá de los acontecimientos. A más desafíos y reclamaciones ultras de los separatistas, lo mantendrán con mayor impulso.
¿Quién explota mejor la «cultura del victimismo», la izquierda o los nacionalistas?
No existe la menor comparación. Ha llegado a ser el argumento fundamental de la izquierda, mientras la no-izquierda rehúye cualquier argumento teórico-ideológico, pese a que en su día hubo una mayor iniciativa individual con lo de la «guerra de las esquelas». Pero eso fue algo atípico. La derecha parece estar en disolución, y en la medida en que existe no es más que defensiva.
¿Cómo valora que la alcaldesa de Barcelona llamara «fascista» al almirante Cervera?
Es otro anacronismo ignorante y soez. Alguien tan abismal como esta señora no sabe hacer más que gritar «fascista» que es algo que los lingüistas ingleses llaman un «empty signifier», es decir, que no tiene contenido empírico y no significa nada. Cualquier declaración de esta señora no tiene el menor interés, salvo en tratar de determinar si es aún más vulgar e ignorante que la anterior. Huelga decir, que no sabe la más mínima cosa respecto a Cervera. «Desprecia cuanto ignora», como dijo Machado.
¿Y la iniciativa de Carmena de quitar la calle de los Caídos de la División Azul?
Es diferente en el hecho de ser más acusadamente político, y por ir en contra de lo que se llama «franquismo». El deseo de eliminar memoriales va directamente en contra de la historia seria, y ese es el objetivo.
¿Qué debería pasar para que la derecha en España perdiera sus complejos?
La ex derecha, que es todo lo que sobrevive, está caracterizada por su pereza mental y su cobardía moral. Es supina y abyecta. Tendría que superar ambas condiciones, pero en su caso pueden ser posiblemente terminales.
Como historiador, ¿cree cierta la idea de que durante el franquismo se logró en España, por primera vez en su historia, una clase media equiparable a las de otros países europeos? ¿Tiene la derecha en España algo de lo que enorgullecerse de su pasado?
En términos sociales, económicos y demográficos sí que se consiguió la elevación de gran parte de la sociedad española. La historia de la derecha política en España es más que respetable. Trajo la estabilidad decimonónica, dos periodos de gran florecimiento económico, y la democracia estable después de 1975. En cambio, toda época izquierdista, con la excepción de la etapa González, ha acabado en el desastre.
¿Por qué el periodo republicano ha desaparecido de la historiografía española?
Porque no sirve para nada para la polémica izquierdista, sino todo al revés. Para la izquierda no es llevadero remontarse a 1931 o 1934. Del mismo modo, la cuestión de los orígenes de la Guerra Civil no puede existir, porque entonces sería necesario enfrentarse con la realidad de que fuera directamente provocada adrede por la izquierda. Por ello, les resulta mucho más útil empezar la historia contemporánea en 1936, aunque no se puede explicar por qué la mitad del Ejército se sublevara Queda sin respuesta, como el misterio del mal.
¿Qué opina del mito que presenta a la Segunda República poco menos que como un «paraíso democrático», cuando lo cierto es que apenas había libertad de prensa?
La censura fue mucho peor que bajo la Monarquía, mientras en 1931-1932 sencillamente no se permitía a la derecha movilizarse, con más de 200 mítines públicos prohibidos. Luego, todas las insurrecciones revolucionarias, seguidas por el fraude y manipulación en las elecciones de 1936, y para colmo el tremendo desgobierno, coacción y violencia de 1936. Es un mito propagandístico que empezó en la Guerra Civil misma. Con la enorme propaganda de la Comintern y otras fuentes en la guerra, el impacto después de la Guerra Mundial, y la longevidad del franquismo se consolidó como el último y el más persistente de los mitos sobrevivientes del siglo XX.
Como historiador, ¿coincide con Paul Johnson en que no hay un solo capítulo de la historia del siglo XX sobre el que más se ha mentido que sobre la Guerra Civil?
Coincido cien por cien. Tiene que ver sobre todo con su momento histórico en la época del fascismo, y el hecho de que la izquierda podía enlazarlo con la historia de la guerra mundial, aunque se tratan de dos cosas distintas. Tiene que ver también con lo que podemos llamar el «síndrome de España» en que cualquier cosa que tiene que ver con España está más fácilmente tergiversada, por ignorancia y pereza intelectual.
¿Sigue manteniendo que durante las últimos años del franquismo había más pluralismo en las universidades que actualmente?
En cierto sentido. En 1973-1975 había un gran deseo de pensamiento renovado en las universidades españolas, aunque el dogmatismo marxista ya estaba presente. Actualmente en la mayor parte de las universidades hay un énfasis en el pensamiento único, la negación del análisis serio y nuevo y en mantener una ortodoxia enclenque.
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