Ley electoral
Un cambio de la Ley Electoral
Es necesaria una reforma estructural del sistema actual más allá de la fórmula de reparto. El nuevo modelo ha de fijar la circunscripción única, eliminar la prima provincial o igualar el valor de los votos
Es necesaria una reforma estructural del sistema actual más allá de la fórmula de reparto. El nuevo modelo ha de fijar la circunscripción única, eliminar la prima provincial o igualar el valor de los votos.
La reforma del sistema electoral español es un tema recurrente entre nuestros políticos, especialmente entre los de aquellos partidos que se sienten perjudicados por él. Cierto es que nuestro sistema favorece a unos y perjudica a otros, pero eso es algo, me temo, que ocurriría con cualquiera. No existe la fórmula ni el sistema electoral perfecto aunque, por supuesto, esto no es óbice para no tratar de encontrar el mejor posible.
En España, las normas del juego se recogen en la Constitución Española y en la Ley Orgánica del Régimen Electoral General. La Constitución exige: que el números de diputados esté entre 300 y 400, que la circunscripción sea la provincia, que todas las provincias cuenten con representación aunque sea mínima (actualmente cada provincia parte con 2 diputados y Ceuta y Melilla, con uno), que el sistema sea proporcional (actualmente se utiliza la formula de reparto establecida por la Ley D'Hondt) y que se facilite el voto a los ciudadanos que se encuentran fuera del país. Esto implica que si para reformar el sistema electoral hay que modificar cualquiera de estas exigencias, habrá que pasar por la reforma constitucional. De lo contrario, bastará con un cambio legislativo.
La principal crítica que suelen hacer los partidos es la falta de proporcionalidad. Se critica que con la ley actual los partidos mayoritarios están sobrerrepresentados, mientras que sobre los partidos nacionales más pequeños el efecto de la norma es exactamente el contrario. Efectivamente, así es. Partidos como Izquierda Unida y UPyD se han visto perjudicados (de manera grave) por este sistema, mientras que PP y PSOE se han visto favorecidos (en mayor o menor medida). Esta es la lectura que se hace cuando se habla de cambiar la ley electoral, de cambiar la fórmula. Pero quizás es el momento de hacer una reforma estructural, un cambio de sistema, aunque esto suponga cambiar la Constitución. Considero que la fórmula de reparto es importante, pero no tanto como se nos quiere hacer creer (seguramente cada partido sea capaz de encontrar la más justa y proporcional y que casualmente será aquella que más le beneficie, como estamos viendo estos días con la propuesta de Ciudadanos y Podemos). Hay que cambiar la perspectiva haciéndose las preguntas correctas antes de abordar las soluciones.
En primer lugar, establezcamos de qué estamos hablando, ¿de la Cámara de representación nacional? Pues creo que necesitamos un sistema que sitúe en esa Cámara a aquellos representantes que trabajen en beneficio de todos, con proyectos y propuestas dirigidas a todos los españoles y no solo se centren en asuntos territoriales. (Tengamos en cuenta que actualmente CCa-PNC, con tan solo el apoyo del 0,33% de los votos nacionales cuenta con un escaño, EH Bildu, con una representación del 0,77%, con 2 escaños, y el PNV, con un 1.2%, con 5 escaños.) Para esto, sería necesario establecer la circunscripción única o exigir que para acceder al reparto de escaños las formaciones se presenten en un número determinado –y alto– de provincias o establecer una barrera electoral (porcentaje mínimo de votos para poder acceder al reparto de escaños) nacional y no provincial.
Desde mi punto de vista, esta situación ha provocado que durante años, los grandes partidos no hayan necesitado negociar ni pactar entre ellos para aprobar presupuestos, dar luz verde a ciertas leyes, etc., sino que recurrían a este tipo de partidos, que actuaban de bisagra, y que a cambio de competencias, conciertos o concesiones varias, apoyaban al partido en el poder.
En segundo lugar, preguntémonos por qué no exigir igualdad también en este ámbito. Debemos ir a un sistema en el que el voto de todos los ciudadanos tenga el mismo valor. Así pues, creo que la prima provincial debería desaparecer, porque distorsiona el sistema no solo en cuanto a que provoca la sobrerrepresentación e infrarrepresentación de las provincias menos y más pobladas, sino porque rompe la proporción de un ciudadano, un voto.
Además, habría que replantearse que las listas sean cerradas y bloqueadas; establecer sistemas de regeneración empezando por limitar los mandatos como diputado, revisar el sistema de financiación electoral, etc... Soy partidaria de una reforma estructural y contraria a que se aumente el número de diputados o que puedan votar los niños.
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