Ciencia y Tecnología
Estos son los productos de limpieza que jamás deberías mezclar
Resulta imprescindible aprender a mezclar los productos de limpieza para evitar peligros. “Natural” no es lo mismo que “inocuo” del mismo modo que “artificial” no significa “tóxico”. Simplemente, algunos se pueden mezclar, y otros, es mejor utilizarlos solos.
Resulta imprescindible aprender a mezclar los productos de limpieza para evitar peligros. “Natural” no es lo mismo que “inocuo” del mismo modo que “artificial” no significa “tóxico”. Simplemente, algunos se pueden mezclar, y otros, es mejor utilizarlos solos. El riesgo que entrañan los productos de limpieza no hay que buscarla en el producto. Si está a la venta en un supermercado, es porque es apto para el uso doméstico. El peligro hay que buscarlo en la forma de uso, en las concentraciones, en las proporciones, en las condiciones de uso (más o menos ventilación, uso de guantes, ropa adecuada...) En muchas ocasiones, la culpa la tienen las mezclas inadecuadas con otros productos.
El mayor limpiador y el disolvente más potente que existe, es el agua.
Lejía y amoníaco: combinación peligrosa.
Aunque luego te voy a explicar de forma detallada qué se puede mezclar con la lejía y con el amoniaco quiero empezar con las advertencias de estos 2 productos de forma conjunta, ya que son las mezclas que más accidentes generan.
Son dos productos altamente utilizados en limpieza doméstica porque son excelentes productos limpiadores y desinfectantes. Hay normas básicas e imprescindibles que debemos tener en cuenta:
Nunca se debe mezclar la lejía con el amoniaco. Es muy peligroso y puede resultar mortal.
Hay que tener mucha precaución al mezclarlos con otros productos.
Son productos que siempre debes mantener en su envase original.
Debes tener cuidado al respirar sus vapores.
Conviene utilizarlos diluidos en agua. Si vas a utilizarlos sin diluir, debes extremar las precauciones.
La mezcla de ambos productos es peligrosísima. A pesar de ello muchas personas la realizan desoyendo los avisos que se hacen en los medios de comunicación (sobre todo cuando ocurre algún fallecimiento por esta causa). También lo avisan en las etiquetas de los envases. Aún así, todos los años se producen muertes y hospitalizaciones por la mezcla de estos dos productos.
La lejía (o lavandina o cloro o hipoclorito de sodio)
La lejía es nombre común que se le da en España al hipoclorito de sodio. En otros países se le conoce como lavandina, cloro, agua de Javel o agua Jane. Debe utilizarse siempre con agua fría. Evitar el contacto con la piel, usando guantes y manteniendo la estancia ventilada.
En ocasiones he escuchado recomendar de forma imprudente el utilizarla en caliente, con la excusa de que aumenta su poder de limpieza. Pero eso es un grave error. La lejía NUNCA debe calentarse, ya que desprende vapores altamente tóxicos con gravísimas consecuencias para las vías respiratorias. Además del riesgo de respirar esos vapores tóxicos, al evaporarse pierde su función desinfectante.
La lejía puede mezclarse con:
Agua
Jabón líquido neutro (de platos, de manos...)
Detergente líquido neutro de lavadora.
Nunca mezclar lejía con:
Amoníaco
Vinagre (de ningún tipo)
Ácido Cítrico (ni líquido, ni polvo. Tampoco con zumo de limón natural)
Alcohol
Agua Oxigenada – Peróxido
Carbonato
Bicarbonato
Percarbonato
Limpiadores multiusos
Ácidos de ningún tipo
Desinfectantes de ningún tipo, incluyendo bactericidas como el Sanitol.
Pepa Tabero es la autora del famoso blog y libro del mismo nombre Manual de la Casa limpia y Ordenada.
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