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¿Qué influencia tiene la familia en la cultura de bienestar de los hijos?
Beatriz Crespo es Doctora en Medicina y Doctora en Rendimiento, nos aporta las claves
Beatriz Crespo es Doctora en Medicina y Doctora en Rendimiento, profesora doctor en la Facultad de Ciencias del Deporte en la Universidad de Castilla la Mancha y fundadora de la empresa Freedom and Flow Company, compañía especializada en el análisis de estilos de vida y salud en el entorno laboral.
Beatriz Crespo es Doctora en Medicina y Doctora en Rendimiento, profesora doctor en la Facultad de Ciencias del Deporte en la Universidad de Castilla la Mancha y fundadora de la empresa Freedom and Flow Company, compañía especializada en el análisis de estilos de vida y salud en el entorno laboral para ayudar a las compañías y al sistema nacional de salud público y privado en el diseño de estrategias de promoción de la salud que sean eficientes a medio-largo plazo y se adapten a las nuevas necesidades de las personas.
La web de la ONU, en su sección Temas Mundiales, define a la familia como "Uno de los pilares de la sociedad"el modelo de familia actual ha cambiado radicalmente, aportando al crecimiento de los más pequeños nuevos puntos de vista y conceptos con los que designar lo que hasta este momento era una única realidad; haciendo de este pilar básico una expresión de la diversidad y el pluralismo social experimentado en los últimos años.
En este sentido, cuando estudiamos la cultura de bienestar, ésta ya no se refiere únicamente al mantenimiento de un equilibrio en materia de salud mental, física y social del individuo conjuntamente al entorno de desarrollo, sino que además integra otras dimensiones como la cultura empresarial en la que se desarrolle nuestra profesión, hábitos de ejercicio físico, nutrición, gestión emocional, nivel formativo en hábitos de salud o por ejemplo, la calidad de recuperación que tengamos, etc.
Hasta más o menos el año 2012, los principales trabajos que estudiaron la influencia de los padres en la cultura de bienestar de los hijos medían la influencia de las madres en la alimentación de los hijos, la presencia de la figura del padre en la familia, o cómo los padres influían en la opinión que los hijos tenían sobre las clases de educación física y la práctica de actividades físico-deportivas, entre otras cuestiones.
De estos estudios se extraía que prácticamente todos los niños en la cultura europea hacían una comida principal al día (un 99 %), que de estos, la mayoría (un 90 %) comía con uno de sus progenitores o con ambos, y que el 71 % seguía la misma dieta, concluyendo que comer los mismos alimentos que los padres/madres suponía la opción más saludable para los pequeños, siempre y cuando los progenitores mantuvieran una dieta sana y equilibrada. Y es que, a pesar de que los padres y madres intenten no influir de manera diferente en sus hijos, en un estudio llevado a cabo en 2012 por Fernández Moyano y colaboradores se demostró que la influencia parental tanto en la motivación como en la participación de sus hijos en actividades físico-deportivas durante la edad escolar correspondían a dimensiones relacionadas con la “competición”, “capacidad personal”, “aventura”, “forma física” y “salud”, en el caso de las niñas y en el caso de los niños, únicamente con motivos relacionados con “capacidad personal”.
En este sentido, desde Freedom and Flow Company trabajamos junto a las compañías para adaptar de forma estratégica las culturas empresariales hacia la promoción proactiva de hábitos saludables en sus trabajadores-as. Y es que ser capaces de adaptar el entorno laboral a los estilos de vida actuales donde los progenitores pueden trabajar hasta última hora de la tarde (19-21h) y/o están sometidos a fuertes demandas de estrés continuado, donde la calidad de recuperación es baja o inexistente durante el día y la noche, no solo condiciona la calidad de vida de los adultos, sino que también condiciona el impacto en las futuras generaciones, sus hijos.
Estudios como el de Babkes a finales del siglo XX ya demostró cómo los padres y madres que hubieran tenido unas percepciones positivas sobre la práctica del deporte y actividad física durante su vida influenciaban positivamente en el desenvolvimiento de sus hijos para conseguir una motivación intrínseca con respecto a las actividades físico-deportivas. En esta misma línea se sitúa la investigación de Nuviala (2003), cuyo trabajo afirmaba que los niños que han abandonado la práctica deportiva, pudieron ser influenciados por sus padres, y que, los escolares más activos físicamente, se corresponden con padres que también lo eran.
Pero, ¿qué ocurre cuando el estilo de práctica de ejercicio físico de los padres se convierte en clases de alta intensidad y corta duración? ¿Y si por el contrario la práctica se basara en altos volúmenes de carrera continua para prepararse carreras de 10k, media maratón, maratones o incluso ironman? Los nuevos modelos de fitness y práctica físico-deportiva, así como hábitos nutricionales de la familia que se extienden en la sociedad en activo tienden cada vez más hacia los modelos parentales por extremos:
Por ejemplo, familias literalmente “fundidas por el ritmo de trabajo”, con una gran predominancia a la baja hacia la práctica de actividades físico-deportivas en el tiempo de ocio, necesario para descansar de objetivos, hitos y parámetros de productividad laboral, combinados con hábitos nutricionales basados en el consumo de más alimentos procesados que cocinados en comparación con familias con presencia de adultos cuya práctica físico-deportiva tiende hacia una alta velocidad de ejecución (altas dosis de intensidad) y/o retos físicos motivacionales de larga duración (carreras, triatlones, etc.) que en algunos casos también incluyen hábitos nutricionales basados en la cultura bio, paleodietas, dietas proteinadas o ingestas nutricionales extremadamente controladas orientadas a la mejora del rendimiento físico.
En relación a las mediciones que realizamos en Freedom and Flow Company, y los estilos de vida que las familias van adoptando en la sociedad actual, nos resultó llamativa la respuesta sobre la autopercepción de estados de nerviosismo y estrés que sufren normalmente los adultos. En una muestra de más de 215 adultos de 32-45 años de edad, ante la pregunta de en el último mes, ¿con qué frecuencia se ha sentido nervioso o estresado? La media recogida hasta la fecha es de 2,5 puntos sobre 4, siendo 1: nunca y 4: muy a menudo. Lo que deja entrever una gran necesidad de estrategias que ayuden a mejorar la calidad de recuperación, especialmente durante la jornada laboral, para luego ser trasladadas al entorno familiar.
Entonces, ¿son los padres buenos modelos de conductas de salud para sus hijos pequeños? En un estudio que llevó a cabo la investigadora Cristina Giménez en 2011, se valoró el impacto de conductas de los padres/madres, tales como beber alcohol, fumar, o practicar poco ejercicio físico en niños de 3 a 8 años; el resultado fue una creciente preocupación ante la elevada frecuencia con que los padres, madres y otros familiares cercanos, llevan a cabo conductas nocivas para la salud de los niños de manera directa (por las repercusiones psicosociales) e indirecta (ofreciendo un modelo perjudicial).
Queda claro pues la gran influencia que la familia puede llegar a tener tiene en la cultura de bienestar de sus hijos e hijas, pudiendo resultar una influencia muy negativa o muy positiva, no obstante, , hacen falta más estudios e intervenciones que logren dar respuesta a los estilos de vida del presente, y que sean capaces de demostrar el impacto positivo de la promoción de la salud a todos los niveles.
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