Cargando...

Turismo

Este es el pueblo de Galicia que no te puedes perder en el mes de julio

Cada verano se transforma en un escenario medieval vivo con su Asalto ao Castelo, una fiesta entre historia, teatro y antorchas

Imagen del asalto al castillo del año pasado. Asalto ao castelo

En plena Tierra de Soneira, en la provincia de A Coruña, existe un rincón donde la bruma, muchas mañanas, acaricia los muros de una fortaleza milenaria y la historia se respira en cada piedra. Se trata de Vimianzo, un pedacito de tierra en la que su castillo medieval domina el valle desde sus cuatro torres almenadas y su foso profundo; una imagen icónica que es, también, memoria viva de siglos de luchas, linajes y revueltas.

Construido a finales del siglo XII, fue testigo de las disputas entre los Mariño de Lobeira y los Moscoso de Altamira, y sufrió el embate de las revueltas irmandiñas de 1467, cuando los vecinos, hartos de abusos feudales, tomaron las armas para recuperar su dignidad.

Hoy, sus murallas restauradas albergan exposiciones de artesanía en vivo y ofrecen un mirador privilegiado sobre el valle de Soneira. Pero cada primer fin de semana de julio (este año la fiesta arranca el próximo viernes 4 de julio), esas piedras recobran su alma guerrera con el Asalto ao Castelo, una espectacular recreación histórica declarada Fiesta de Interés Turístico de Galicia.

El evento, organizado por el colectivo Cherinkas y el Concello de Vimianzo, es mucho más que una teatralización: es una fiesta popular con alma de epopeya.

Interior del castillo. Turismo de Vimianzo

A medianoche del sábado, miles de personas rodean la fortaleza entre antorchas, tambores y gritos de “¡Viva a irmandade!”. Un gigantesco ariete rompe de modo simbólico las puertas del castillo, que cae finalmente en manos del pueblo. Es un ritual catártico, un homenaje festivo a la lucha por la justicia social, que mezcla épica, humor gallego, música en vivo y participación vecinal.

El espectáculo comienza mucho antes. El viernes por la noche, el foso del castillo se convierte en comedor medieval con una cena ambientada en los sabores de antes del descubrimiento de América.

Al día siguiente, los más pequeños disfrutan de su propio "asaltiño", mientras las Irmandades Parroquiais desfilan desde todas las aldeas de A Terra de Soneira con estandartes, escudos y personajes caracterizados. La Praza do Concello se llena de puestos de artesanía y, durante toda la semana, bares y tascas sirven los célebres pinchos irmandiños, versiones creativas de tapas inspiradas en la cocina medieval.

Un lugar para perderse

Pero Vimianzo es mucho más que su castillo y su fiesta. Su entorno invita a perderse entre el verde de sus valles, los senderos fluviales y las aldeas detenidas en el tiempo.

Una de las rutas más recomendadas es la del Val de Vimianzo, un recorrido circular de unos 10 kilómetros que parte del Alto de San Bartolo, con vistas inmejorables sobre el paisaje.

El camino discurre entre molinos tradicionales como el Muiño da Agra, pazos abandonados, ermitas, hórreos centenarios y los restos del castro das Barreiras, una antigua aldea celta sobre un monte coronado de brezos.

Y para quienes buscan mar, la Costa da Morte despliega su encanto a pocos minutos en coche. Las playas de Trece, Razo, Soesto o Laxe ofrecen olas abiertas al océano y puestas de sol de postal.

Playa de Trece.Turismo de Galicia

Las dunas de Baldaio, en Carballo, y la misteriosa isla de Sisargas, frente a Malpica, completan el mosaico atlántico. Además, en otoño e invierno, cuando el turismo mengua, los bosques del río Grande se tiñen de ocres y amarillos, y los caminos fluviales de Vimianzo invitan al senderismo tranquilo entre castaños y robles.

Sabores con alma irmandiña

La gastronomía de Vimianzo es un canto a los productos del mar y de la tierra. El pulpo á feira, los centollos, las zamburiñas o los percebes recién llegados de la ría conviven con empanadas de vieiras, caldos de berza con lacón, guisos marineros y quesos artesanos de pequeñas queserías locales. Los vinos blancos y los tintos de uva mencía acompañan cada bocado en tabernas con chimenea y mantel de cuadros.

Durante el Asalto ao Castelo, los bares del pueblo sacan su lado más creativo reinterpretando platos medievales.

Son los famosos pinchos irmandiños, una tradición reciente que ha echado raíces, con propuestas como empanadillas de castaña, albóndigas de jabalí o brochetas de pan rústico con queso de oveja y membrillo. Todo ello acompañado de teatro callejero, trovadores y vecinos disfrazados de señores feudales, meigas y artesanos del medievo.

Vimianzo no sólo guarda la memoria. La revive, la recrea y la transforma en una experiencia difícil de olvidar. En julio, cuando el castillo se llena de fuego y voces, este rincón de Galicia demuestra que su historia no duerme en los libros: vive en cada piedra, en cada canción y en cada sonrisa que encienden las antorchas.