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Pedro Ruiz: «En mi ‘‘show’’ meto a Don Juan Carlos en ‘‘La isla de las tentaciones’’»

Tras dos años apartado de los escenarios, el humorista vuelve al teatro con «Locos. Reír nos cura» en el que parodia hasta a veinte personajes, algunos muy conocidos

Pedro Ruiz
Pedro RuizJesús G. FeriaLa Razón

Asuntos personales y el rigor de la pandemia han mantenido alejado a Pedro Ruiz de los escenarios durante los últimos dos años, y ahora regresa con su nuevo espectáculo, «Locos. Reír nos cura», en el que se mete en la piel de veinte personajes, unos ficticios, otros conocidos, que, sumados dan un perfil variadísimo y divertido de nuestra vida loca. «Es la primera vez que no produzco yo mi espectáculo, y estoy encantado porque lo hace gente muy seria. Muchos de los personajes son inventados, porque he suprimido dos cosas en la agenda de mi vida:el rencor y la política», señala.

–¿Nunca ha sido rencoroso?

–Es innecesario.

–¿Y con lo aguerrido que se mostró siempre con los políticos, ¿por qué reniega ahora de ellos?

–La política es anticuada y nos ensucia. Ya le dediqué demasiado tiempo a los políticos en el pasado. Como dicen en Cataluña, que se vayan a cagar todos... pero lejos. Ahora prefiero dedicarme a los espectáculos divertidos. Y que ellos hablen de los artistas, y no nosotros de esa gente. Así no nos ensuciamos la boca y ellos se la limpian.

–¿Es ambicioso?

–Más bien soy inquieto.

–¿Le preocupa la situación en Cataluña?

–Claro, desde siempre, pero prefiero no pronunciarme.

–¿Cuáles son los personajes conocidos de su «show»?

–El presidente de Mediaset y el Rey Emérito. Y rindo tributo a tres genios: Fernando Fernán-Gómez, Luis Escobar y José Luis López Vázquez.

–¿Se «ceba» con Don Juan Carlos?

–Imagínese, le coloco dentro del reality «La isla de las tentaciones».

–Se las ligará a todas…

–No le extrañe nada.

–Usted también tiene fama de ligón.

–Ja, ja, ja. Pero no pienso remontarme al pasado, ni a los dimes ni diretes.

–Hace tiempo que no tiene pareja...

–Sigo en soledad. Aunque echo de menos una mujer a mi lado, pero eso se encuentra, no se inventa. Y me quiero enamorar, eso sí, sin forzar nada.

–¿No le afecta la soledad?

–Ni lo más mínimo. Y es mejor que la soledad sea eso, soledad. Sin ella no sé si estaría mejor.

–¿Es tan difícil encontrar el amor?

–No, pero ya sabe que soy un bicho raro… Mi amor es mi vocación, y me acompaña siempre. Las cosas buenas de la vida o son fáciles o imposibles. Y si se fuerzan acaban mal.

–En el fondo, la mujer de su vida ha sido su madre.

–Bueno, una madre es la mujer de la vida de todo el mundo que tiene una madre tan buena como lo fue la mía. Y que conste que nunca tuve complejo de Edipo. Pero, como dice mi amigo, José Sacristán, lo mejor es antes. Quien no sepa que es lo primero, que revise sus principios.

–¿Le hubiera gustado ser padre?

–No. Escribí un libro que titulé «El hijo que no tengo» y creo que habría sido un buen padre, pero desde que cumplí trece años decidí no tener descendencia y lo he mantenido.

–¿Se considera un hombre feliz?

–Tan tonto no soy, porque para ser totalmente feliz hay que tener un punto de ignorancia, en el sentido positivo de la ignorancia, lo que soy es un hombre sereno y eso está bien, no me traiciono, sé cuáles son mi camino y mis dificultades. La vida es muy corta y estamos aquí para divertirnos, ante un realidad que nos rodea, que es un complot.