España

Al Bano Carrisi: «Es un agujero en el alma»

El artista habla con LA RAZÓN sobre la desaparición de su hija y su reencuentro en los escenarios con Romina

Al Bano Carrisi: «Es un agujero en el alma»
Al Bano Carrisi: «Es un agujero en el alma»larazon

Apesar de que el bolero prodigue que «veinte años no es nada», el tiempo se vuelve espeso e impracticable cuando la asfixiante humedad que desprende la tragedia se filtra en los huesos. Al Bano Carrisi lo sabe mejor que nadie y por eso todavía hoy, dos décadas después de aquel fatídico día de Reyes en el que su hija desapareció, evita encallar en el fangoso terreno de la memoria, donde el dolor siempre parece emerger dispuesto a devorar el alma. Su herida aún supura, pero su carrera ha sido una tabla de salvación a la que se entrega sin descanso: «Llevo muchos años sin tener vacaciones», asegura, orgulloso. A su paso por España –donde acudió para actuar en el programa «Luar» de la Televisión de Galicia–, el artista italiano que hizo de la «Felicità» un himno pide «armonía para todos» y conversa con LA RAZÓN sobre su carrera, sus esperanzas y su reencuentro en los escenarios con su ex mujer, Romina Power.

–¿Qué tal se presenta este 2014?

–No tengo la bola de cristal, pero creo que con buena voluntad y esperanza el año saldrá adelante lleno de eventos.

–2013 ha sido muy especial para usted, cumplió 70 años...

–Me gusta dividirlos en tres veces veinte y un bonus extra de diez, que representan la experiencia, la alegría y la madurez (risas).

–No se da tregua.

–Gracias a Dios, en estos 47 años de carrera todo ha sido así. No sé si es un milagro o una realidad o ambas cosas: una realidad milagrosa...

–Además, ha podido celebrar su aniversario sobre los escenarios...

–Un empresario ruso organizó para mí un concierto jubileo en el que llamó a todos mis amigos para cantar.

–Incluida Romina Power...

–Me parecía una pérdida de tiempo que lo intentase aunque, al final, no sé qué argumentos usó para convencerla, pero lo hizo. Y fueron tres días de concierto inolvidables.

–¿Qué sintió al volver a cantar junto a ella?

–Me di cuenta de que antes actuábamos para nosotros y luego para el público, pero en aquel concierto sólo actuábamos para la gente. Hay que aceptar que las cosas ya no son como antes. Romina tiene su vida. Lo más importante es que parece que se ha terminado la guerra que había entre nosotros.

–¿Se plantearía recuperar el dúo con el que conquistaron a medio mundo?

–Yo he nacido solista. Me ha gustado cantar con Romina, fue una época fantástica, pero desde aquello recuperé mi autonomía y ya no quiero renunciar a esa realidad. Más que un regreso, aquel concierto fue un reencuentro artístico. En los años en los que estuvimos juntos disfrutamos de una complicidad y una armonía irrepetibles. Pero igual que aceptas el éxito, también tienes que aprender a asumir la noche y el ocaso.

–Siempre ha defendido que la música es para usted una terapia, pero, con todo lo que ha pasado en su vida, ¿alguna vez se le ha quebrado la voz y sintió que no podía cantar?

–Cuando era niño cantaba en el campo, en las calles... Soñaba con marcharme de aquellas tierras para convertirme en un músico profesional. Luego pasé años muy duros en Milán, lejos de mi familia, pero sentía que cuando escribía canciones, levitaba. Después vino el éxito, aquella etapa junto a Romina fue fantástica, y luego los 90 y la tragedia: me parecía que mi mundo había llegado a su fin. Tuve que aceptar lo que ocurrió con mi hija y el final de un gran amor, y si no hubiese tenido la música... Para mí ha sido una terapia, desde que era pequeño hasta ahora, la música ha sido mi alfombra mágica.

–Precisamente, el 6 de enero se cumplieron 20 años de la desaparición de su hija. ¿Cómo le hace sentir pensar en aquella fecha?

–Es un pensamiento que nunca te deja, un agujero en el alma... Pero lo siento, no quiero hablar de esto.

–Ha lanzado un disco para ayudar a los desfavorecidos. ¿Ahora es más necesaria que nunca la solidaridad?

–El mundo está en manos de unos pocos que han abandonado a sus pueblos en crisis, que no han trabajado para los ciudadanos, y ésa es la verdadera desgracia. Yo siempre recuerdo a mi madre, cuando éramos pequeños y campesinos, compartiendo con los vecinos que más lo necesitaban.

–Ahora va a estrenar una película sobre su madre, que ya tiene 91 años...

–Y es autosuficiente: conduce, cocina... Pertenece a una raza en extinción. Cuando veo a mis hijos y a su generación pienso que no lograrían hacer en un mes lo que ella hace en un solo día.