Gente

Ayatolas, no. Gracias

Carmen Lomana junto a Julian Porras en Ronda
Carmen Lomana junto a Julian Porras en Rondalarazon

Ya estamos de nuevo como si las vacaciones hubiesen sido un sueño y despertamos a la realidad. Mi realidad es bastante llevadera. Me gusta trabajar y tener obligaciones.

Ya estamos de nuevo como si las vacaciones hubiesen sido un sueño y despertamos a la realidad. Mi realidad es bastante llevadera. Me gusta trabajar y tener obligaciones. Hasta ahí todo normal. Pero la vuelta ha sido como una gimkana sin parar de resolver problemas que habían creado otros por su mal hacer y equivocaciones. Especialmente los bancos. Dejas un mes de controlarlos y cuando vuelves te han saqueado la cuenta entre comisiones de servicios, equivocaciones, intereses y mil historias más que para que les voy a contar si seguro que Vds las sufren también.

Llevo una semana arreglando mil «entuertos» pero decido relativizar y seguir en estado «slow», o sea, dicho en castellano: tranquila. Ahora dicen que la última tendencia es el «slow life» y me suena a gran majadería a no ser que vayas a vivir a un pueblo pequeño y te dediques a plantar tomates, lechugas y cuidar un huerto, opción que no termina de convencerme. ¿Que sería de nosotros sin el estrés diario, la informacion, las comidas en los restaurantes de moda con amigas y la guerra de las mil gestiones? Pues una vida aburrida y plana, eso sería.

A mí me encanta contarles historias bonitas de mi vida, mucho más que mis problemas, por eso mucha gente cree que vivo en una nube. Vivir en una nube siendo una mujer sola y autosuficiente es imposible. Tengo que mantenerme yo y a tres personas que trabajan conmigo, ser responsable de mis finanzas y administración, soy incapaz de delegar. Siempre que decidí no ser tan controladora el resultado fue nefasto y las consecuencias de difícil solución. Así que tengo una vida estupenda pero gracias a mí misma, no a un marido que me mantiene, ni soy famosa por ir colgada del brazo de un hombre que lo es, siempre me han conocido soltera, casada y viuda por mi nombre y estoy muy orgullosa de ello. Soy una mujer libre, independiente que lleva las riendas de su vida y que jamás ha dado la opción para que nadie la humille sea hombre o mujer.

Así que cuando escucho: «El feminismo no es de todas, no bonita, no, es solo de la izquierda y de los socialistas», según Carmen Calvo. Me pongo como una fiera. Qué me van a contar a mí esta panda de subvencionadas, que se han quedado tan tranquilas y calladas ante la humillación de la delegación iraní hacia las mujeres de no querer saludarlas en el Congreso y teniendo la poca dignidad y vergüenza de resolverlo por el presidente de la comisión de Exteriores, Sergio Gutiérrez, de manera expeditiva anulando el saludo protocolario para que la machista, por no decir algo peor, delegación iraní no sintiese el horror del contacto físico con las mujeres de la delegación de exteriores al saludarlas dicen que por motivos religiosos. Pero vamos a ver: ¿por qué tenemos que aguantar esto las mujeres, y con que cara nos van ha hablar estas panfletarías feministas que tanto gritan en las manifestaciones de defender nuestros derechos?. A mí desde luego nunca me han representado, ni necesito que me defiendan de nada, me sobro y me valgo para hacerlo yo solita.

Para una vez que podrían haberse lucido y justificar su militancia y trabajo mandando a esa Delegación impresentable de Ayatolas por donde habían venido, lo único que me queda claro es que los iraníes se salieron con la suya y que «el feminismo, como dijo la vicepresidenta, no sea de todas no bonita no» pero la humillación y la vergüenza, sí.

Me duele y me escuece ver a España, nuestro fabuloso país, como un «pollo sin cabeza», carente de Gobierno desde hace más de un año con unos impresentables jugando a reunirse y peleándose por una silla en el Consejo de Ministros y los otros de vacaciones eternas sin hacer nada por remediarlo.