Jesús María Amilibia
Emilio Gutiérrez Caba: «En mi casa nos repartimos hasta el mando a distancia»
–«Poder absoluto». ¿El poder absoluto corrompe absolutamente?
–Sí, absolutamente. ¿La vacuna? Trocearlo, repartirlo, para que nadie acumule tanto.
–Dijo Balzac que todo poder es una conspiración permanente. ¿Contra quién conspira usted?
–Mi poder, el de un actor en el escenario, es relativo. Y no soy nada conspirador ni trato de convencer, como los políticos.
–¿Le gustaría tener mucho poder...?
–Económico, para mandar cien cartas a cien personas. Dirían todas lo mismo y las firmaría, no serían anónimas.
–Me imagino que no serían cartas-bomba...
–No, claro. Serían cartas-insulto. Y como tendría más dinero que ellos, no temería las represalias, no podrían despedirme. Eso me gustaría mucho.
–Sea otra vez niño: ¿qué superpoder le gustaría poseer?
–El de volar, para verlo todo desde el cielo y pararme en las cornisas.
–«Yo me imagino que es bueno mandar aunque sea un hato de ganado», dijo Cervantes. ¿Le gusta mandar?
–No. Mandar a los demás es muy aburrido. Ya es suficiente con mandarse a uno mismo. Y a veces me mando mal.
–¿Cree que los políticos quieren el poder para servir a los demás?
–Eso ya no se lo creen ni ellos.
–¿Quién tiene el poder en su casa?
–A veces mando yo y a veces manda mi mujer. Tenemos repartido el poder y hasta el mando a distancia.
–¿Los escraches son un abuso de poder o...?
–Son protestas razonables. Escraches de verdad son los desahucios.
–El hombre más poderoso es el dueño de sí mismo. ¿Lo es?
–No, estoy muy hipotecado. Eso sólo lo alcanzan unos pocos privilegiados.
–Javier Cámara dice que le encantaría hacer de Bárcenas. ¿Y a usted?
–De juez de Bárcenas.
–¿Se imagina qué es la erótica del poder?
–Es la ceguera que te hace creer que controlas la vida de la gente. Y dicen que eso puede llegar a ser erótico.
–Y parece que la tentación no se vence ni con duchas frías...
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