Premios Goya
Plantón a los Goya: Marisol se lo piensa
Amigos íntimos de la actriz no tienen claro que la que fuera gran estrella del cine español asista a la ceremonia que en esta ocasión se celebra en Málaga, donde nació. Sería el reencuentro con el cine español y su público
Amigos íntimos de la actriz no tienen claro que la que fuera gran estrella del cine español asista a la ceremonia que en esta ocasión se celebra en Málaga
A Pepa Flores no le disgusta que le hagan homenajes o que le den grandes premios, al contrario, pero tiene muy claro que esos actos no contarán con su presencia.
La Academia de Cine le ha concedido el Goya de Honor 2020, que la ex actriz y cantante, en buena lógica, debería recoger en una multitudinaria ceremonia el próximo 25 de enero en el Palacio de Deportes Martín Carpena de la misma Málaga, muy cerca de donde Pepa tiene su casa, y que es la ciudad que le vio nacer hace 71 años.
Nada más enterarse de la noticia, Pepa afirmó que “me siento muy honrada y agradecida por este reconocimiento, y por ello quiero darle las gracias a la Academia y desearle mucha salud a nuestro cine”, sin confirmar su asistencia.
Es evidente que, tanto la organización como las personas de su círculo más cercano, se las van a ver y desear para convencer a la antaño Marisol para que abandone a su marido Máximo, a sus gallinas y su perro y se presente en un evento en un día tan especial para quien es, aunque ella no quiera saber nada de aquel mundo que le lanzó a la fama, una de las “estrellas” cinematográficas españolas más recordadas y queridas.
Según recuerda uno de sus amigos de toda la vida, el pintor Antonio Montiel, “hace años ya se habló de concederle a Pepa ese Goya, y dejó muy claro que lo agradecería mucho pero que no acudiría a recogerlo. Ya veremos si ahora cambia de opinión, pero me extrañaría mucho”.
Una de sus vecinas de la Axarquía malagueña, María, difiere de la opinión anterior: “creo que si irá, porque no tendrá que viajar y lo considera un honor. Que le entreguen un premio importante en su tierra es como para hacer acto de presencia. Y a todos las que sentimos tanto cariño hacia Pepa nos encantaría verla con ese Goya de Honor en las manos.”
Adorada por el Régimen franquista, musa del comunismo patrio, Pepa nació en 1948 en el seno de una familia humilde del barrio malagueño de la Merced. Y aunque su cuenta corriente, seguramente, le da para vivir sin agobios económicos, lleva una vida casi secreta y fuera de todo protagonismo mediático.
Es feliz, como contamos en exclusiva hace meses en LA RAZÓN, cuidando su huerto y sus animales, paseando a su perro por los aledaños de su piso capitalino y compartiendo su vida desde hace décadas con su marido Máximo, ya jubilado. Suele salir de casa con un pañuelo o una gorra en la cabeza y unas gafas que ocultan su rostro a todo el mundo. En su barrio, todos saben que Marisol, reconvertida en Pepa por propia decisión, es una más de sus vecinas. Y los que la reconocen por la calle le saludan con afecto y respeto. Pocos le hablan de su “glorioso” pasado en el mundo artístico, son conscientes de que ella ha elegido una vida marcada por el anonimato, y que no le apetece hablar de su “otra” vida, de aquella que le convirtió en un fenómeno de masas en los años sesenta y setenta del siglo pasado.
Montiel añade que “hace tiempo que no la veo, tuvimos un pequeño desencuentro y nos distanciamos. El último acto oficial en el que vimos a Pepa fue en el 2002, cuando le entregaron el título de “Malagueña del siglo XXI”, que fui con ella, y, luego, años después, no faltó en la inauguración de una exposición de fotografías de una de sus hijas en un centro cultural malagueño. Y nada más. Decidió “desaparecer” y así lo hizo. No va a ningún sitio, su vida transcurre entre su piso y su propiedad del campo...”
Una fuente de la Academia de Cine, que prefiere mantenerse en el anonimato, refiere a nuestra web que “ya sabemos que será difícil convencer a Pepa Flores para que venga a la gala, pero estamos en ello y confiamos en que acepte honrarnos con su presencia.”
La Academia ha reconocido oficialmente que “este Goya es para quien se lo merece por sus interpretaciones y por ser una de las actrices más queridas y recordadas por el gran público”.
Curiosamente, y como anécdota, contar que Pepa, cuando dejó de ser Marisol y en su etapa al lado de Antonio Gades, comunista convencido, llegó a vender las medallas de oro que le otorgaron durante el régimen franquista y destinó los beneficios obtenidos para ayudar al Partido Comunista de España. Fue en aquel tiempo cuando algunos la bautizaron como “La niña de Moscú”, en alusión a sus ideas izquierdistas ligadas al PCE y al Partido Comunista de los Pueblos de España, en los que fue una afiliada más. Nunca quiso cargos políticos y colaboró con esas formaciones desde la base.
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