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Jessica Bueno: «No entendía por qué Kiko ya no me cuidaba ni me mimaba»

Jessica, durante la presentación en Madrid de una conocida dieta
Jessica, durante la presentación en Madrid de una conocida dietalarazon

Joven como es –tiene tan sólo 22 inexpertos años–, Jessica Bueno no lagrimea igual que otras más habilidosas y con el gesto contrito. Como Rosa Benito en sus «bienpagás» comparecencias en «¡Sálvame!». Jorge Javier se sale con ese contrapunto lloroso y enternecedor de «Hay una cosa que te quiero decir». La «cuñá» trincadora ya supera a su consejera aúlica Belén Esteban, que va de reinona destronada. En su retiro alicantino sigue acumulando aquellos kilos y fofeces de sus primeros años. Ha mejorado y ahora tiene una cara rellenita, sin huellas ostensibles de sus ya reconocidas adicciones –perniciosas, de las que dejan sin grasa–. La autora de «Andreíta, cómete el pollo» ha engordado l4 kilos en un par de meses. Lleva buen camino para batir récords, aunque en verano deberá ponerse a régimen, porque ya ha adelantado que tiene pensado reaparecer en la nueva temporada. Para echarse a temblar.

Responsabilidad, no, gracias

Volviendo a la reaparición publicitaria de la ex de Paquirrín. «Ruptura establecida por él; no le gustan las responsabilidades», decía Bueno. A pesar de ello, es una veinteañera con ilusión y con una firme convicción de que llegará a ser una buena maniquí con los consejos de Nati Abascal, que «le ve futuro». Bueno volvió a promocionar la dieta de la alcachofa, que ya aireó el pasado marzo, recién parida. Entonces aún se le notaban las marcas del embarazo. Ya han desaparecido y está como un junco, con un tipazo que complementa a la perfección su tez sonrosada y fresca, que la maternidad ha conseguido aumentar. Luminosidad en la mirada, desafiante, ya sin la prepotencia que «el hijisímo» de Isabel le inculcó durante su relación. Un encanto de criatura que se desvivió atendiendo a los medios, bien aconsejada por Manu, un sevillano moreno, simpático y con buena planta íntimo suyo desde que tenían siete años.

Al parecer, la otra noche le confundieron con Kiko Rivera cuando los vieron bailar en Fortuny. En el equívoco cayó hasta Luis Medina, que sigue atornillado a las barras, consumiendo las mil copas gratis que le regalan cada vez que visita el local de Javier Merino, que ahora vuelve a la palestra, no por su historia con Mar Flores, sino por lo que tuvo en otros tiempos con Mónica Pont. Es una malabarista amorosa que atribula la ancianidad gloriosa de Mercedes Salisachs –ahí, con 98 años y saca otra novela en la misma línea que «La gangrena»–. Es abuela de Dimas, hijo de Alex Soler Roig y de la sofisticada Fusy Juncadella.

César Ruiz, hijo del veterano restaurador José Luis, el de la mejor tortilla española de Madrid –gorda y jugosa, como esos pinchos de merluza rebozada dignos del Siete Calles donostiarra y que exportó incluso a Miami y México–. Él sirvió el banquete nupcial de Isabel y Julio Iglesias «pagado en cómodos "plazos"porque no tenían para más». También se encargó del de Julio José Iglesias y acaso hará lo propio con el de Enrique, si se casa en unos días como pronostican. Para Julio, Griñón prestó un destartalado caserón a su hija, la mística Tamarita, que nos embelesa, igual que ahora lo hace Jessica.

«Lo pasé muy mal porque quería mucho a Kiko y no entendía por qué dejó de cuidarme, mimarme y atenderme. Es un padre bastante bueno y procura ver al niño al menos una vez por semana. ¿Cumplir? Bueno, eso lo hacemos los dos, ya sabes cómo es». Viendo el favorable cambio, mejor ser engañada. Parece que se ha hecho una cura de belleza. Vaya muerto se ha quitado de encima. «Perdí 27 kilos, y tengo que soltar cuatro más, porque mi intención es seguir en las pasarelas sin dejar mi tierra, Sevilla. Me pierdo en Madrid». Pantoja la apoya, defiende y tutela, y sus padres se encargan mientras tanto del retoño.