Casas reales
La presunta hija ilegítima de Alberto II pide un test de ADN
La monarquía belga se encuentra ante un problema delicado: el rey Alberto II se enfrenta a una demanda de paternidad, aunque todo indica que, debido a su inmunidad como monarca, deberán ser sus hijos y no él quienes comparezcan ante la justicia y se sometan a un test de ADN.
La monarquía belga se encuentra ante un problema delicado: el rey Alberto II se enfrenta a una demanda de paternidad, aunque todo indica que, debido a su inmunidad como monarca, deberán ser sus hijos y no él quienes comparezcan ante la justicia y se sometan a un test de ADN. Hasta ahora, la respuesta por parte de los portavoces de la Casa Real ha sido un prudente silencio, ya que consideran esto como un asunto de la «vida privada» del rey, aunque confirman la citación judicial de los tres miembros de la Familia Real.
Deshederada
La presunta hija ilegítima es Delphine Boël, una artista plástica de 45 años, que ha decidido dar este paso después de que su padre legal, el rico industrial Jacques Boël, haya decidido desheredarla, no se sabe todavía por qué motivo. Este asunto no resulta completamente extraño para los belgas, ya que el presunto «affaire» amoroso del monarca fue narrado en un libro aparecido en 1999. Según esta biografía, el todavía príncipe fue infiel a la actual reina Paola con la madre de Delphine, la baronesa Sybille de Selys Longchamps. Fue un idilio que duró varios años en la década de los sesenta. Alberto II reconoció en el discurso de Navidad de ese año que su matrimonio había sufrido una crisis treinta años atrás. Esto se interpretó como una referencia velada a la existencia de esta hija natural o al menos a una relación extraconyugal. A pesar de esto, el nombre de Delphine no ha aparecido nunca de manera oficial ni se la ha invitado a ningún acto que haya estado relacionado con la Familia Real.
La noticia ha saltado a través del canal RTBF después de que Delphine haya decidido citar ante la justicia a su presunto padre, el monarca Alberto II, y a dos de sus presuntos hermanos: el príncipe heredero Philippe y la princesa Astrid. El polémico príncipe Laurent, envuelto en escándalos financieros y en su vida personal, no ha sido citado. La comparecencia ante el Tribunal de Justicia de Primera Instancia de Bruselas está prevista para el día 25 de junio. Ahora el debate en Bélgica reside en la interpretación de la ley, y si será el rey Alberto II en persona quien deberá enfrentarse al mal trago de aparecer en un juzgado para dar cuenta de este hecho de su vida personal. Según el experto constitucionalista Marc Uyttendaele, entrevistado por la cadena belga RTBF, es «radicalmente imposible» que Delphine Boël pueda citar a su presunto padre a comparecer ante un tribunal debido a la «inviolabilidad» de la figura del monarca, consagrada en la Carta Magna.
En los últimos tiempos han arreciado los rumores sobre una posible abdicación del rey Alberto II, que incluso podría anunciarse el próximo 21 de julio, día de la Fiesta Nacional. El principal obstáculo para esta abdicación sería la bajísima popularidad del príncipe heredero, a quien los belgas no ven capaz de asumir el cargo como árbitro en un país con fuertes tensiones políticas entre la comunidad valona y la flamenca y constantes gobiernos de débiles coaliciones.
Éste es el colofón de los prolongados escándalos protagonizados por Alberto II y Paola de Lieja, que bien podrían ser considerados la versión años 60 y 70 de Carlos de Inglaterra y Diana de Gales. Desde que se casaron en 1959 su vida conyugal ha sido muy convulsa. En sus primeros años como princesa, Paola de Lieja no logró adaptarse al estilo de vida casi monacal del trono belga. Los entonces reyes, Balduino y Fabiola de Mora y Aragón, veían con impotencia como se iba deteriorando el matrimonio, con constantes adulterios. A los pocos años de casada, Paola dejó a su esposo e hijos para conquistar al fotógrafo de «París Match», el conde de Munt. Las instantáneas con él en las playas de Cerdeña fueron portada de todas las revistas del corazón. Mientras, Alberto mantenía un romance con la madre de Delphine Boël. Fue entonces cuando Balduino, de una moral intachable, decidió apartar a Alberto de la sucesión al trono, depositando todas sus esperanzas en su hijo, Felipe.
Poco le importó a Paola esa decisión, ya que siguió haciendo su vida. Poco tiempo después enamoró al cantante Adamo, que le compuso la canción «Dolce Paola» con una letra que levantó ampollas entre el pueblo belga, con estrofas como «Paola, en el fondo de mi corazón conservo/al igual que de una bella flor el recuerdo de tu dulzura/hoy he visto la verdad, a una paloma, amor». No duró mucho la aventura y regresó al redil de la casa real previo perdón de Balduino y Fabiola, que le daban otra oportunidad, la última. Desde entonces, Paola y Alberto se transmutaron en una pareja modélica sí, pero también resignada a ser un borrón en la corte. Pero aún no habían dicho su última palabra: tras la muerte de Balduino, Alberto reclamó su derecho legítimo para sucederle en vez de su hijo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar