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Arrocet, hundido sin su esposa

Rocío llevaba unida al humorista desde hace más de cincuenta años

Arrocet, hundido sin su esposa
Arrocet, hundido sin su esposalarazon

Ha sido un amor de más de cincuenta años, una vida por y para su esposa, y, ahora, la muerte de Rocío Corral el pasado 11 de diciembre víctima de un cáncer, ha dejado a Bigote Arrocet hundido. El humorista y cantante, uno de los personajes más populares de nuestra televisión desde que apareciera en aquel «Un, dos, tres» de tan feliz recuerdo, viajará al norte de Chile, a la localidad de Ovalle, la próxima semana para esparcir las cenizas de su mujer en la tierra en la que nació y a la que tanto amó.

Bigote no puede contener la emoción cuando habla de ella. Rocío era esposa, amiga, confidente y madre. Se conocieron cuando ella tenía trece años y él quince, y ni un primer matrimonio, según Arrocet, «de conveniencia», con una presentadora de televisión chilena, pudo romper este amor tan largo y tan puro.

Desde que falleció el pasado 11 de diciembre, Bigote no ha conseguido levantar cabeza: «Los últimos dieciocho meses fueron de apoyo constante a ella. Nunca perdió la esperanza de vivir, siempre confió en que podría vencer a la enfermedad. Era una mujer con mucha fortaleza, valiente, guapa y maravillosa. No merecía morir de esta forma. Pero esos tres cánceres le han quitado una vida que quería vivir». Arrocet se emociona al recordar los últimos meses de vida de su esposa: «Se fue viniendo abajo poco a poco. Yo le hacía creer que la recuperación iba bien. Pero era difícil ocultarle la realidad».

Rocío y Bigote han sido padres de dos hijos: Maximiliano y Estefanía, pero Bigote recuerda: «Tengo otra, Gabriela, de cuarenta años, fruto de un matrimonio anterior de conveniencia con una presentadora chilena. Tanto la boda como la separación con aquella mujer estaba pactadas porque nos interesaba».

Gabriela fue un «amor» de conveniencia, una aventura aislada, y Rocío el amor absoluto: «Lo compartimos todo, nos casamos por la Iglesia en el campo, en la finca chilena de su familia, y era difícil vernos discutir. Nos entendíamos con mirarnos». Hoy, aquel Bigote Arrocet que nos hacía reír a todos los españoles con sus parodias televisivas, es un hombre destrozado: «Estoy muy jodido, vivo el día a día como puedo, pero la pena es grande. Estoy en casa, y cada rincón me recuerda a Rocío». Según cuenta, el único consuelo que le queda es que no se ha separado de su mujer en todos estos meses de enfermedad y angustia. «Estoy deseando dejar esta casa. Dentro de tres días me iré a Chile con mis dos hijos, para esparcir sus cenizas en la hacienda familiar de su madre, que estará allí, con 85 años, esperando para dar el último adiós a su hija», explica. Tiene que poner en orden sus ideas, y la desazón y la pena le impiden reincorporarse al trabajo: «Ahora no tengo ganas de actuar, ya veremos más adelante, cuando me sienta más tranquilo. No tengo ganas de nada».

Hace meses, cuando Edmundo «Bigote» Arrocet habló por primera vez de la enfermedad de Rocío, reconocía lo complicado que es para un humorista hacer reír al público cuando solamente se tienen ganas de llorar. Pero lo realmente difícil es llenar el hueco que deja en tu vida un ser que te lo ha dado todo.