Literatura

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El percance y la amistad

La Razón
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En ocasiones, los percances unen, y provocan el contacto de una manera completamente diferente al hecho habitual, ¿verdad, María? Yo había perdido un ojo y ella, también. Arantxa, su representante, y María me llamaron para preguntarme cómo confeccionaba los parches, porque no hay una industria del ramo. En su momento, también tuve que aprender a hacerlos y para ello localicé a Adriana Eslava, hija de Pepe Cáceres, diestro colombiano ya fallecido. Adriana, que perdió el globo ocular en un atentado, me orientó y me explicó cómo se confeccionan. Ella hace los suyos. Y yo se lo conté a María. Ya no nos unía sólo un percance, nos unía una amistad. Y la descubrí, optimista, natural, alegre y con un sorprendente sentido del humor. La invité a la corrida de la Beneficiencia, la vio en la barrera, adornada con mi capote de paseo, y le brindé un toro. Y en cada encuentro hablábamos de un antes y un después en nuestras vidas. Me pidió que escribiera algo para su libro. El lunes pasado hablamos y me dijo que lo presentaba este lunes en Madrid... Me conmovía su ternura, su fuerza, su ilusión; me contagiaba su entusiasmo, lleno de proyectos para ayudar a los demás, a los niños, a los necesitados. Me hablaba de las conferencias que iba a dar. Me quedo con eso, María. Como cristianos, asumimos la muerte convencidos de que es el principio de la vida. Todo mi apoyo para su familia.