Casas reales
Guillermo y Catalina buscan nombres
Si es niña, los Duques de Cambridge quieren llamar Diana a su hija, a pesar de la oposición de Isabel II
Guillermo y Catalina de Cambridge tomarán en las próximas semanas una importante decisión: el nombre de quien ocupará el trono británico, si la historia sigue su curso, durante varias de las últimas décadas del siglo XXI. De ser cierta la información de la que se han hecho eco medios norteamericanos, la real pareja ya sabría que el hijo que espera será una niña y su deseo sería llamarla Diana, en memoria de la que fuera Princesa de Gales, fallecida en trágico accidente 1997. Es comprensible que la decisión no agrade especialmente a Isabel II, al recordar las malas relaciones que tuvo con su nuera. En realidad, los Duques de Cambridge no harían más que seguir una costumbre en las dinastías europeas: bautizar a los primogénitos con el nombre de uno de sus abuelos. No sería necesario llegar a la exageración de alguna rama de los Borbón, que ostenta el récord en continuidad onomástica: entre 1601 y 1754, hubo ¡siete generaciones! de primogénitos de monarcas franceses con el nombre de Luis. O los daneses, que hasta el nacimiento de Margarita II sólo alternaban entre Christian y Federico en su trono. A Isabel II le hace lógica ilusión una Isabel III, pero los futuros padres disponen de un buen elenco de nombres históricos para una monarquía que ha contado, en los últimos cinco siglos, con varias soberanas, algunas de gran personalidad, al frente de la Corona. No es muy probable que los ingleses den la bienvenida a una María III, por el recuerdo de María I Tudor y la Reforma, y de María II, que tuvo que compartir el poder regio con su esposo. Ana I se llamó la última reina Estuardo. Quedan demasiado lejos. Sin embargo, todavía hoy todos hablan con orgullo de la reina Victoria, sin añadir ordinal, al referirse a la más importante soberana británica del siglo XIX. ¿Una Victoria II para la Gran Bretaña del XXI?
Si finalmente fuera un varón, habría opción a los cuatro nombres más frecuentes en la reciente historia de las Islas Británicas: Eduardo, Jorge, Guillermo y Carlos. Al final, la virtud queda en el punto medio y en soluciones de compromiso. El padre de la criatura se llama, no lo olvidemos, Guillermo Arturo Felipe Luis. Cuatro nombres. Y gracias, porque hace décadas los príncipes llegaban a tener hasta doce o más. Si finalmente es niña, no sería extraño que llevase el de su madre, Catalina. Y cabrían perfectamente tanto el de Isabel II como el de la recordada Princesa de Gales. Otro factor a tener en cuenta es que los monarcas británicos, al acceder al trono, suelen escoger uno de entre sus nombres para ser coronados. Eduardo VIII (el que renunció a la corona por Wallis Simpson) fue toda su vida el Príncipe David, hasta heredar, por breve tiempo, el trono. El propio Príncipe Carlos de Gales ha comentado en varias ocasiones que muy probablemente saldrá de la Abadía de Westminster como Jorge VII.
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