Albacete
La Reina en El Rastrillo: «Me sirvo yo»
La Reina y la Princesa de Asturias, cómplices y cercanas, acudieron al pabellón de la Pipa para colaborar con los hogares de Nuevo Futuro
Sin desmerecer lo que ocurre durante los diez días en que se desarrolla El Rastrillo de Nuevo Futuro, la visita de Casa Real es siempre la cita más esperada. Este año se estaba haciendo esperar, pero por fin ayer viernes, a las 12 del mediodía, llegaron la Reina y la Princesa de Asturias. Cercanas, cariñosas y muy cómplices, Doña Sofía y Doña Letizia permanecieron más de dos horas en el interior del pabellón de la Pipa de la Casa de Campo. Allí visitaron prácticamente todos los puestos, realizaron multitud de compras, recibieron obsequios y se hicieron fotografías con los visitantes.
El tour comenzó por el pasillo oeste. La Reina y Doña Letizia, siempre rodeadas por los numerosos y efectivos escoltas del servicio de seguridad de la Casa del Rey –que se afanaban en organizar a la multitud que trataba de conseguir una instantánea con ellas– se acercaron a El Potosí para saludar a la condesa viuda de Bornos, suegra de Esperanza Aguirre. Continuaron su recorrido adquiriendo diversos regalos navideños: dos faldas de tul para las Infantas, un frasco de pimentón y, en el Puesto de los Famosos, diversos libros. Doña Letizia se llevó «Hijos de la crisis», donde el escritor Plácido Díez novela la historia de lucha y coraje de dos ejecutivos en paro, mientras que Doña Sofía se hizo con la biografía «Margarita de Parma», el último libro de la escritora María Teresa Álvarez, viuda del que fue jefe de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo, con quien pudo conversar durante el recorrido.
Mientras personas de toda condición conseguían su ansiada fotografía con las «royals», que no le negaron a nadie esta oportunidad, ellas continuaban su tranquilo paseo por los pasillos de la Pipa. Un nacimiento encerrado en una bola de cristal en El Revoltijo, camisetas en el puesto de Argentina, belenes artesanales y una botella de pisco en el de Perú, tablas coránicas en el de Marruecos (donde ambas rieron al ver las fotos de los Reyes en su última visita al país africano)... La esposa de Don Juan Carlos y Doña Letizia disfrutaron de una auténtica mañana de «shopping» con un fin solidario. Y es que ninguna de las dos quiso aceptar obsequios, pidiendo a sus escoltas que se encargaran de pagar todo lo que les entregaban.
Premios en la tómbola
La Princesa de Asturias es presidenta de honor de la Asociación Española Contra el Cáncer, razón por la que conversó con las responsables del puesto y se interesó por sus ventas. En Divinity Cibeles, la Princesa adquirió una americana entallada con detalles en cuero, y la Reina, un pequeño bolso en cobre que imita al mítico 2.55 de Chanel. Otras adquisiciones incluyeron un postre ofertado como «la mejor tarta de chocolate del mundo», con porciones a 4,5 euros, o una pulsera hecha a mano por una señora de la Asociación de Jubilados de Casas Ibáñez (Albacete), muy contenta porque doña Letizia le hubiera aceptado el detalle. Más tarde, ambas participaron en las diversas tómbolas que pueblan El Rastrillo: Doña Letizia ganó una caja de abalorios en Las Antiguas y Doña Sofía, un puzle y libros infantiles en La Oca.
Tras comprar la friolera de nueve camisetas interiores en Las Gangas, la Reina quiso degustar un aperitivo en La Tasca, donde mantuvo una pequeña charla con la condesa de Gustillo. «Me sirvo yo», insistió mientras se acercaba al puchero de chocolate caliente. En otros restaurantes, como en La Parrala o Vistalegre, se hicieron «fotos familiares» con todos los voluntarios, siempre dispuestas a hacer realidad las ilusiones de los visitantes. La mañana terminó, como cabía esperar, en La Venta del Toro, donde les dedicaron unas sevillanas que suegra y nuera disfrutaron con una sonrisa. Un broche perfecto para una mañana donde la solidaridad fue la verdadera protagonista.
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