Asturias

La sonrisa de Doña Letizia

La Razón
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Hoy les voy a contar cómo fue mi pasada mañana del miércoles en Fitur. Tras acreditarme, me acerqué a ver a mi amigo Isidro, del Balneario de Sierra Alhamilla, ubicado en el Pabellón 5, donde Andalucía brilla con luz propia. Fue entonces cuando saludé a un señor de más de un metro ochenta y cinco de altura, trajeado y con un «pin» con el escudo de la Casa Real. Caminaba rápido y su mirada nerviosa se perdía en el Pabellón 3, donde se esperaba la llegada de los Príncipes de Asturias. Le paré y saludé amistosamente, pero sólo me dijo: «Vamos, Miguel, que no llegas. Ya están entrando». A lo que yo le contesté: «Tranquilo, que no he venido a cubrir la visita. En un rato nos vemos cuando paséis por aquí». Pero no pude esperar y rápido seguí sus pasos hasta México. Los mariachis ya estaban cantando «las Mañanitas» a Don Felipe, ni más ni menos, al que acompañaba la Princesa de Asturias. El tumulto de guardaespaldas, periodistas, fotógrafos, cámaras de televisión y curiosos de los cinco continentes era brutal, pero me zafé de todos y conseguí seguir a la pareja muy de cerca durante el resto de la visita a los países latinoamericanos. Al tiempo que caminaba y grababa con mi teléfono, no quitaba ojo a la Princesa. En un momento grité: «Don Felipe, felicidades». Miró y contestó con un sonriente «Muchas gracias». Seguidamente miré a la Princesa y me clavó su mirada. Con sorpresa. Noté cómo sus ojos exclamaban: «¡Anda, ''El Tempranillo''!», y contestó a mi saludo con un sigiloso parpadeo. En ese momento pensé en acercarme a darle la mano, pero me corté. Yo creo que eso fue lo que hizo sonreír a la Princesa de nuevo, pero esta vez dejando ver sus blancos dientes. Me he quedado con las ganas de mantener con ella una conversación. Todo llegará. El miércoles pude constatar que a Letizia no se le escapa nada, lo controla todo y ha aprendido muy rápido. Es cuestión de inteligencia. Los Príncipes de Asturias forman un perfecto tándem personal, profesional y sentimental. Así se puede reinar.