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Valen: «No soy ni quiero ser una vieja gloria»

Valen: «No soy ni quiero ser una vieja gloria»
Valen: «No soy ni quiero ser una vieja gloria»larazon

Francisco Valenzuela, Valen para el mundo, tuvo un padre panadero, así que al menos no pasó hambre en la posguerra. Compuso y cantó su primera canción a los diez años, pero el buen panadero quería que hiciera una carrera: estudió Derecho casi hasta el final y fue tuno en Granada, su tierra. Primero cantaba flamenco, pero luego, viendo que los que cantaban melodías románticas ligaban más, empezó a cantar boleros a la manera de Lucho Gatica.

–¿Y así le iba mejor con las chicas?

–Sí. Siempre ligue bien aunque no fuera bonito. Por la voz, mayormente.

–Y también por sus poemas...

–Gané un primer premio de la Universidad de Montpellier con un verso titulado «Lorca y Granada». Tengo publicados dos libros de poesía: «Canción de los sin voz» y «España barco a la deriva».

–¿Vamos a la deriva?

–No parece que llevemos un buen rumbo, sobre todo por el paro.

Formó un dúo con su amigo Enrique y se llamaron «Frank y Henry», porque entonces todo sonaba mucho mejor en inglés, y grabaron un disco con el dinero (25.000 pesetas) de sus padres que conoció un gran éxito local. Les juraron en Granada que, sin exagerar, iban a ser más grandes que el Dúo Dinámico. El dúo tuvo corta vida y después de la mili, Valen se presentó en Madrid dispuesto a comerse el mundo, cómo no. Dejó Derecho en cuarto y sobrevivió vendiendo libros, cintas para máquinas calculadoras y seguros.

–Los jueves y los fines de semana –me cuenta– cantaba en salas de baile por veinte duros la sesión. Luego me pagaron 40 duros y más adelante trabajé en los Jardines Beatriz, donde ya me daban 1.200 pesetas por cantar el fin de semana y el jueves. No pasé nunca hambre. Si alguna vez estaba en apuros, me prestaban los estudiantes compañeros de pensión.

–Todo se encarriló cuando les llevó una cinta con sus canciones a los hermanos García Segura...

–Sí, les gustó y grabé con Tempo, su compañía, durante dos años. Mi nombre empezaba a sonar. Luego ya firmé por RCA.

–Y se casó en el 95 con Lupe...

–Después de dedicarle tres canciones: «Caminito de la playa», «Te quiero a ti» y «Siempre te amaré». Una larga declaración de amor. También hice canción social: «En un mundo extraño», «El camino de la paz»... Una canción que luego sería famosa, «Manzanas azules», me la prohibió la censura porque hablaba de las diferencias sociales, de los ricos y su poderío.

Antes, en el 79, vio que aquí la competencia era muy dura (Serrat, Julio Iglesias, Raphael...) y se fue a América. «En España estaban las cosas difíciles para todos, y como yo tenía un nombre en América, para allí me fui. Tuve éxitos: «Corazón cubano» fue número uno en Nueva York y Miami; también pegó fuerte «Te quiero a ti». De Canadá a Argentina, viví en muchos sitios. En Jacksonville actué con Tony Bennett, el favorito de Sinatra». En el 72 había cantado dos veces en el Olympia de París, pero la fruta madura estaba en América, y allí estuvo hasta el 88.

–Hábleme de su presente...

–Era bueno jugando al billar, pero lo dejé. Escribo novelas de amor y cosa social, ya he publicado cinco. Sigo componiendo y cantando. En 2008 grabé «Canciones de mesón y taberna», en 2009 «Valen Super Romántico», en 2011 «Del amor de España y del pueblo». El año pasado lancé «Los poetas andaluces». No paro. Vendo muy bien en internet.

No quiere borrar nada de su pasado. Cree que envejece bien. «No he engordado; antes me teñía el pelo blanco, pero como se me empezó a caer por el tinte, lo dejé; estoy bien de salud; he vivido la vida que he querido y estoy contento con lo que he sido y soy; no conozco aún la dictadura de la vejez, como dice Alberto Cortez; no soy ni quiero ser una vieja gloria, eso es empezar a morir; sigo trabajando con mucha ilusión». No ha tenido hijos. «No lo ha querido Dios», dice. Creyente y practicante. Canta «La mano de Dios» –uno de sus éxitos– en el mismo tono que en el 67. No ha sido hombre de vicios: nunca ha fumado ni ha jugado. Una copita de vez en cuando, eso sí.

–¿Tiene la impresión de que nunca fue tan famoso como para ser olvidado?

–Fui popular y creo que no me han olvidado del todo. Hombre, no salgo en la tele, pero hay vida fuera de la tele. Además, ¿quién sale hoy en la tele?

No le teme a la muerte, sólo al dolor. Le hubiera gustado estudiar Filosofía y Letras. Su próxima novela se titulará «Ruiseñores sin alameda».