Don Juan Carlos
Los líos de Carla Goyanes
Ocurre habitualmente entre parejas con años de convivencia. Pero me confirman la doble sorpresa del Rey Juan Carlos: la primera fue saber de la semana que su esposa Doña Sofía pasó en Londres y, la segunda, enterarse casualmente de que la Reina no se alojó en el céntrico hotel Claridge, como es habitual, caro incluso para las realezas destronadas. Lo cambió por uno menos rimbombante, al menos a nivel histórico. En el Meliá White House me hospedé yo también durante la boda de Guillermo y Kate y tuve serios problemas para poder entrar al baño de mi habitación. Imagino que su majestad ocuparía una de las amplias suites con vistas a la estación de metro.
Ha sido un magnífico ejemplo de austeridad, pero al ver las fotos de «Hola» que la recogen mientras compra, no entiendo por qué la acompañaron su hermana Irene, su doncella y su peluquera. El Rey tomó nota pero cuesta entender cómo Doña Sofía decidió viajar a Barcelona y dejar que el Monarca se rehabilitara sin calor familiar, a veces tan importante.
Son actitudes contradictorias, como la de Almudena de Arteaga –estupenda novelista, igual que Maria Teresa Álvarez o la más profunda Isabel Burdiel, cuya vida de Isabel II marcó época–, cuando la otra noche le preguntaron por su hermano Iñigo del Infantado, muerto en ese estúpido accidente aéreo. Se impuso la curiosidad y ella falló, aún dolida. Acudió a un festín supuestamente burbujeante en el que la Prensa fue burlada en pos de la exclusiva: mientras el pelotón gráfico era arrinconado en una biblioteca del Santo Mauro, el «elegido» retrató a gusto a los allí congregados: Cristina de Hohenhole, Juncal Rivero, de nuevo exhibiendo piernas, Beatriz de Orleans, fiel a su aire despistado, Jaime Cantizano, a punto de partir a Jerez para reunirse con los suyos, o el trío Lapique-Goyanes-Cari. La imponente y buenísima Caritina, embarazada ya de cinco meses, que parecen nueve, y Carla, a la que últimamente los paparazzis la trincan más en Madrid que junto a su recién estrenado marido en Miami. Luego se quejan de los comentarios malignos de la Prensa sobre un supuesto distanciamiento. Carla sigue suscitando hipótesis sentimentales tras su retahíla amorosa, felizmente rematada por aquel «sí, quiero» según el «rito "Hola"» y que hoy continúa siendo increíble. Entre sus amoríos estuvo hasta Fran Rivera, a quién tenía por hermano. Cary madre propició aquella relación casi incestuosa, pues cada vez que Fran visitaba Madrid se quedaba en la casa que la familia tenía en el edificio de «Hola». La revista no podía tener más a mano la noticia.
A los despropósitos se unió María José Suárez, ya que prohibió ser retratada en el estreno de «Testigo de cargo», porque al día siguiente desfilaba en Joy Eslava. La crisis y cierta inevitable melancolía tensionan jornadas que deberían ser plácidas y relajadas.
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