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Mar Flores: «No tengo sangre real, pero soy una sibarita»

Empresaria, actriz y modelo. Volcada como diseñadora en su firma Mar Flores Madrid, ha ejercido de madrina de los premios solidarios Sheba

Mar Flores
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Mirada felina. De las que atrapan y ganan en el «tú a tú». Sin dobleces. «Soy gata de pura cepa, de las pocas que hay de verdad de Madrid. Cada comunidad tiene sus características propias, y los madrileños, si algo tenemos, es que somos muy "echaos pa'lante", como los gatos», asegura Mar Flores, que ha ejercido de madrina de los premios solidarios Sheba, promovidos por esta firma premium de comida para gatos, y que recayeron en la escritora Espido Freire –«por mi casa han pasado más de cien gatitos»– y en la ONG Abriga, que fomenta la adopción de mininos.

–Pero los felinos tienen fama de no ser de fiar...

–Lo que ocurre es que son independientes y les gusta mucho la soledad. Pero también necesitan cariño y lo piden cuando lo echan en falta, pero no dan la lata. Te puedo decir que uno de mis hijos tiene una personalidad gatuna y es el más leal y cariñoso de todos.

–Entonces, ¿descartamos a los perros?

–No. El perro es el animal doméstico por excelencia y te hace una gran compañía. Yo en casa tengo perros y gatos, pero estoy descubriendo que realmente un gato es sibarita, con mucha clase, elegante y fino. Me voy a lanzar: un buen gato es mejor que 200 perros.

–Y eso que se topó con los suyos de casualidad.

–En el jardín de casa. Por la zona donde vivimos hay muchos gatos. Viniendo de vacaciones de verano, una gata que había sido madre se coló y nos dejó a una de sus crías en el césped. Mis hijos se volvieron locos y me pidieron que lo adoptáramos. Yo me resistí, porque podía ser una locura con todos los que somos. Sin embargo, llegó la noche, el gato empezó a llorar y me enterneció. Antes de que saltara el riego, lo metí en la casa. Desde entonces no salió. ¡Y en menuda me metí! Fue como volver a tener otro hijo, porque cada tres horas le tenía que dar el biberón. Cuando parecía que nos acostumbrábamos al nuevo inquilino, me fui un fin de semana a trabajar y al volver, teníamos tres gatos más. La madre debió ver que en nuestra casa se vivía mejor que en ningún sitio...

–Ahí dejaron de adoptar...

–¡Qué va! Ahora tenemos un perro nuevo, que es un cruce de rottweiler con mastín que me llega por el ombligo. Fue el compañero de mi hijo cuando estudió fuera durante tres años. En un principio, pensé que se cansaría de él al volver a casa y que nos acabaríamos deshaciendo de él, pero no he sido capaz, y me he dado cuenta de que ha sido su compañero y amigo desde que se fue.

–¿Hay mascotas que son mejores que las personas?

–Sí, viendo lo que ocurre en el mundo, por ejemplo en Nigeria, descubres que hay seres humanos que son verdaderos animales. Cuando me llamaron para entregar este premio, me lo pensé dos veces, porque teniendo en cuenta la situación económica que vive el país, alguien podría tildarlo de frívolo. Pero, realmente, por mi experiencia de tener animales en casa, me he dado cuenta de que te dan mucho, que son incluso terapéuticos. Dicen que los perros tienen la capacidad para captar sentimientos y habilidades como un niño de dos años. De hecho, cuando uno de mis hijos empezó a tener celos de otro, vimos necesario que necesitaba un animal doméstico para paliar esos sentimientos. Empezamos con los peces y las tortugas y ya has visto la que tenemos montada en casa.

–¿Usted es sibarita?

–No tengo sangre real ni vengo de alta alcurnia y mis apellidos no tienen linaje. Por mi profesión y los viajes que he tenido que hacer, he conocido el lado sibarita de la vida. Sin embargo, a lo largo de la vida he aprendido a valorar los pequeños detalles y a expresar el cariño con cosas muy delicadas.

–Para ser sibarita, algo de pasta hay que tener...

–No. Y te voy a poner un ejemplo. Cuando yo era pequeña, íbamos bastante apretados y no teníamos fortuna alguna. Mis zapatos de comunión me duraron años, hasta que ya no me entraba el pie y seguían impecables como el primer día, porque sabía que mis padres habían hecho un esfuerzo especial para que yo los tuviera. Los cuidaba al detalle y eso para mí es ser sibarita, apreciar aquello que tiene un valor más allá de lo económico.

–Tras analizar los genes de mil españoles y japoneses centenarios, un grupo de científicos ha descubierto que el cromosoma 9p21.3 nos hace más longevos. ¿Le gustaría a Mar Flores vivir cien años?

–Si mi vida es tan armónica como hasta ahora y no soy una carga para los míos, me encantaría. Lo que tengo claro es que adaptarse a la arruga cuesta, sobre todo cuando has vivido de tu imagen.

–Hasta que lleguen los cien, ¿cuál es el reto?

–De momento, sacar adelante mi marca: Mar Flores Madrid. Hemos empezado de una forma muy rústica siendo un e-commerce solidario. Me gustaría que los bolsos que ahora hago se movieran por el mundo representando a la moda española y con un sello de calidad. Eso lo aprecian fuera y nos cuesta más dentro. El español no está concienciado de gastarse algo más a pesar de que tenga más calidad. No somos muy sibaritas en ese sentido: lo queremos todo rápido y barato. Si nos ponemos en el otro polo, preferimos algo de marca, pero ostentoso.

–¿No sabemos valorar lo nuestro en materia de moda?

–Hemos pasado un etapa americanizada donde lo que se creaba en otros países nos parecía mucho mejor y en ese camino hemos perdido familias de artesanos, técnicas y costumbres ancestrales.