Crónica
Si Sánchez es un guionista de Netflix, ¿qué guion lleva a la Mesa?
No es que lo haya dicho yo, válgame el cielo, lo dijo el sagaz Gabriel Rufián: «Sánchez, más que un político, es un guionista de Netflix». Bien, ¿pero qué guion lleva a la Mesa de Diálogo entre un Estado y otro que está en estado a la espera de alumbrar un Estado? Quizá Rufián conozca algo del guion de la parte embarazada por la embarazosa situación indepe mientras se espera que Él siga entonando la vieja canción de Antoñita Moreno: «Tú quieres que yo te dé/ lo que no te puedo dar/ el cordón de mi corpiño, mi niño/ que no lo puedo cortar». Series: ¿uno va con «Gambito de dama» y el otro con «Los Soprano»? No, son sutilezas. Añade Rufián: «Estamos muchas veces frente a guionistas más que frente a políticos». Ay, Gabriel, los viejos escépticos fuimos degenerando hasta concluir, más o menos, que el circo político es ficción, teatro. Aquello que decía Churchill: «Un político tropieza a veces con la verdad, pero se levanta rápidamente y siguen corriendo como si nada hubiera sucedido». O lo de Kissinger; «Lo que cuenta no es la verdad, sino lo que se percibe como verdad». O como acaba de decir el actor italiano Tony Servillo («La gran belleza»): «Los políticos nos están robando el trabajo y actúan delante de las cámaras mejor que cualquiera de nosotros». Actuación, fingimiento, representación. Ya explicó Iván Redondo, el despedido, que la política es el arte de lo que no se ve, o sea, pura prestidigitación. Lo remató con una frase inolvidable: «Con el tiempo entiendes que todo es un fraude, y eso es lo que más desconcierta». Todavía era el asesor áulico del presi. En su tertulia de la tele, Carmen Calvo, Margallo y Ábalos se tratan de vicepresidenta y ministro en lugar de tutearse. Así mantienen la ficción de la ficción que un día fueron. Mañana Rufián descubrirá que Irene Montero es la guionista de «Sexo en Nueva York», Yolanda Díaz de «El diablo viste de Prada», Ione Belarrra de «Amar es para siempre» (dijo hace poco, en un arrebato teresiano, que la política es amor) y Manuel Castells de «Perdidos». El «MasterChef» está servido: Él llevará a la Mesa un plato de monchetas, pero ellos le pedirán más butifarra.
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