Rocío Carmona: «Es posible el sexo sin azotes»

–«Robinson Girl». Chica que encuentra chico en una isla desierta...

–Es mucho más que eso. Parece algo idílico, sí, pero es una novela realista y perturbadora. No es «El lago azul».

–Dice que tiene algo de novela romántica, de novela de aventuras y de novela existencial. ¿Y algo de las «50 sombras de Grey»?

–No. Hay sexo, pero sin azotes. Parece que es posible el sexo sin azotes.

–La chica de 18 años se despierta con resaca en una isla desierta. ¿Consecuencias del «botellón»?

–Podría ser, pero no. Es el mal sueño de una mala noche de borrachera.

–Debe aprender a sobrevivir. ¿Qué se llevaría usted a una isla desierta?

–A mi hija, cuadernos para escribir y libros para leer.

–Yo llevaría un encendedor y una navaja suiza...

–Ésa es la clásica visión de un hombre: la práctica. Nosotras somos más emocionales.

–La isla no está desierta del todo: hay un joven. Si para encontrarse a uno mismo hay que ir a Tíbet, ¿para hallar el amor conviene la isla desierta?

–Conviene un viaje al interior de uno mismo. Un viaje extremo.

–Ya, pero tampoco vendrá mal saber ligar, ¿no?

–Yo suelo decir a los chicos que lo mejor para ligar es no hacer nada. Al final, elegimos nosotras.

–Le atraen las historias de islas. ¿Qué dice su psicoanalista de esto?

–No me he psicoanalizado. Escribo para eso: me ahorro el psicoanalista.

–¿Ha volcado su sueño de toda la vida en una novela? La isla, el chico...

–Palabra que todo eso no está entre mis fantasías eróticas.

–Es la cantante del grupo Nikosia. ¿Su novela es bolero, tango, rock...?

–Es una canción folk a medio tiempo.

–También es editora. ¿Tan exigente con sus escritos como con sus autores?

–Lo intento. Me riño mucho. Estaría reescribiendo años compulsivamente.

–Plantea situaciones extremas en sus novelas...

–Pasar de la adolescencia a la madurez es deporte de alto riesgo. Es el momento de la pérdida de la inocencia, todo deja de ser bonito.

–Noto cierta nostalgia de la inocencia perdida. ¿Le atrae Peter Pan?

–Sí, y me gustaría volar al País de Nunca Jamás.

–Vive en Barcelona, quizá no le haga falta volar...