Rosetta Forner: «He decidido liberar a los hombres»

–«El príncipe azul que dio calabazas a la princesa que creía en los cuentos de hadas». Lo suyo no son los títulos cortos...

–No. Me gustan largos. Yo soy mis títulos.

–¿Quiénes son hoy los príncipes azules?

–Casi todos los hombres: tienen una muy baja valoración de sí mismos, poca autoestima.

–¿Y eso?

–Les han inculcado que lo sentimental es patrimonio de la mujer.

–«El príncipe azul que dio calabazas a la princesa que creía en los cuentos de hadas». Lo suyo no son los títulos cortos...

–No. Me gustan largos. Yo soy mis títulos.

–¿Quiénes son hoy los príncipes azules?

–Casi todos los hombres: tienen una muy baja valoración de sí mismos, poca autoestima.

–¿Y eso?

–Les han inculcado que lo sentimental es patrimonio de la mujer.

–¿Y quiénes son las princesas que creen en cuentos de hadas?

–Las mujeres inmaduras, sin responsabilidad; las que esperan que sus problemas siempre se los arreglen un padre, un marido, un amante...

–Subtítulo: «La realidad emocional de los hombres fuera de serie».

–Esa realidad dice que los hombres sí sienten, sí aman, sí lloran.

–Fue la liberación femenina. ¿Toca ahora liberar a los hombres?

–Sí, tomo ese estandarte: he decidido liberar a los hombres.

–Explíqueme cómo, por favor.

–Quitándoles los complejos de culpabilidad, de tener que ser el eterno guerrero que protege, sustenta y defiende a la princesa para hacerla feliz.

–Dice que hay mujeres que sólo saben echar la culpa de su desastre vital a los hombres...

–Sí, y son mayoría, muchas más de las que me gustaría. Hacen pagar sus sueños rotos a los hombres.

–O sea, que este es un libro a favor de los hombres...

–Totalmente. A favor de los hombres buenos. Soy su hada madrina.

–No sé qué le van a decir las feministas...

–No les gusto nada. Yo las llamo «hembristas», porque son la versión femenina del machismo.

–¿Los hombres necesitan un hada madrina para aprender...?

–... a quererse. Están acobardados, despistados y traumatizados.

–En fin, que saca su varita mágica del bolso y convierte a un pobre hombre en...

–Yo no salvo, enseño. Soy «coach». Cada uno se convierte en lo que quiere.

–Creo que Picardo se pide príncipe de Gibraltar...