Museo Reina Sofía

Subastado un histórico belén por un millón de euros

Los hermanos García de Castro montan el belén en la antigua Casa de Correos
Los hermanos García de Castro montan el belén en la antigua Casa de Correoslarazon

Ha sido la sensación entre las distintas exposiciones que Madrid recoge en estas fechas –aunque dispar competencia de «El legado de los Alba», tan amorosamente conservado y aumentado por Cayetana–. Parece una simple idea municipal promovida por la alcaldesa Ana Botella para mantener una tradición españolísima, pero detrás se esconden retales de una historia. Desde principios de diciembre, se puede ver en el edificio de Correos –comprado por Ruiz-Gallardón, que desechó lo histórico del vetusto y monumetal edificio– un belén que reúne 638 piezas de distintos tamaños y que ha permitido rescatar la magia navideña de unas fiestas que van perdiendo esencia. Poner el belén es una vieja tradición que Carlos III trajo de Nápoles y éste es un auténtico despliegue de detalles fruto del afán coleccionista que desde hace 33 años obsesiona a los hermanos García de Castro; el mayor tiene 90 años y 83 el menor, Carmelo, aún vivaz y muy diligente. «Iniciamos la colección tras comprar las primeras doce figuras a los Hohenlohe, cuando vendieron unas piezas que eran parte de un safari-park que no prosperó», recuerda Carmelo.

Las piezas asombran no sólo por su perfección, sino también por ser un rico e histórico mosaico costumbrista. La mula y el buey –que permanecen en la postal obviando las recientes interpretaciones papales sobre su origen– se entremezclan con exóticos y barrocos ropajes, ideados por el fantasioso León Bask y recreados por artistas del siglo XVIII. Hay ángeles que parecen salidos del pincel de Ginés Liébana, uno de nuestros pocos maestros, con un ingenio todavía tan punzante como su querencia por Lucía Bosé, con quien rompió una amistad de décadas, pues la italiana copió una de estas celestiales figuras para plasmarla en las camisetas de su Museo de Turegano, que acabó por arruinarla.

Los propietarios aprovecharán el tirón de la exhibición para venderlo. El belén tiene un precio de salida de un millón y medio de euros y está entre las tres colecciones más importantes del mundo. «Vendemos porque no podemos con él. Exige una tremenda dedicación y, con esta edad, se nos va de las manos», lamenta Carmelo con la esperanza de que alguien adquiera este testimonio de religiosidad, costumbrismo tan valioso y reflejo de un mundo que poco a poco desaparece.