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GTA V: El broche perfecto para toda una generación

Foto: Rockstar Games
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Si los personajes se multiplican por tres, la ciudad no lo es menos, y no me refiero solo a su tamaño, sino también a su profundidad

Soy un enamorado de los sandbox en general, y de la saga GTA en particular. No voy a decir que soy su mayor fan desde la primera aparición, porque aunque estuve horas jugando a sus dos primeras entregas, y a aquella expansión ambientada en el Londres de los 60', la verdad es que mi amor por esta saga nació en una PSX y con Claude Speed haciendo de cicerone.

Aunque desde que aquel GTA III cambió la historia de los videojuegos y han pasado ya unas cuantas lunas, siempre ha habido dos elementos muy cuidados en cada una de sus entregas; dos elementos que han elevado el listón de calidad y le han enseñado a la competencia por dónde deben ir los tiros si quieren acercarse al rey de reyes: La ciudad en la que está ambientado el juego y su protagonista.

Hemos visto cómo ambos elementos han evolucionado a lo largo de la saga, desarrollando su personalidad hasta pelear por convertirse en lo más loado de cada uno de sus juegos. Tommy Vercetti y Vice City, Carl Johnson y San Andreas o Niko Bellic y Liberty City, en uno de los juegos que más me han llegado a emocionar por muchas razones, como conté en su día.

Y en estas, llegamos a GTA V... Donde todo se magnifica. Si los personajes se multiplican por tres, la ciudad no lo es menos, y no me refiero solo a su tamaño, sino también a su profundidad.

UN MONSTRUO DE TRES CABEZAS

Michael, Trevor y Franklin tienen cada uno de ellos y por separado más carisma que cualquier protagonista de un videojuego visto antes. Y si combinamos los tres, la mezcla resulta en un monstruo de tres cabezas que se convierte de inmediato en lo mejor que le ha pasado a un videojuego en toda su historia, a nivel de personaje principal. Cualquiera de los tres podría haber sido protagonista en solitario y habría resultado un juego casi igual de redondo.

Franklin es la reencarnación de CJ en la misma ciudad en la que aquél nos regaló horas y horas (y horas, y horas..) de diversión. Incluso vive en una calle cercana a donde vivía el protagonista de San Andreas. Aquella zona, por cierto, ha sido respetada y recreada en GTA V, y durante nuestra aventura en Los Santos habremos de visitarlo alguna vez.

Rockstar sabe lo que nos gusta, sabe tocar nuestro punto nostálgico y sabe cómo hacer que nos involucremos con el juego, y nos hace sentirnos parte de él, haciendo que nos aprendamos las calles, que nos encariñemos con los personajes y que lleguemos a querer visitar de verdad la ciudad que nos propone.

Michael es el segundo personaje que se nos presenta, y es la antítesis de Franklin. Si no conseguimos encariñarnos con un joven ladronzuelo que da sus primeros pasos en el crimen callejero, Michael cubrirá ese hueco. Sobre él cae el rol paternalista y protector, amén de soportar una familia que se deshace en pedazos y luchar contra sus demonios interiores. Personalmente es el personaje que más me ha calado. Un tipo que quiere paz cuando está en guerra, y guerra cuando vive en paz. Alguien con quien me identifico al segundo.

Y luego está Trevor... Un mundo aparte.

Desde el primer momento en que conocemos a Trevor nos damos cuenta de que con él no hay medias tintas. Es GTA en estado puro, y su carta de presentación está a la altura del personaje. Sin querer estropear la experiencia a los pocos que aún no lo hayan jugado, puedo decir que sentí tanta sorpresa como rabia por lo que le pasaba a uno de mis personajes favoritos en esta saga. Larga vida a The Lost.

Pero es que a partir de esa presentación, todo va a más. Hay veces que hay que descansar, elegir a otro de los personajes y relajar un poco el ambiente. Trevor es cien por cien adrenalina, y sus misiones son las más brutas del juego, por eso a veces es mejor dar un paso atrás y coger nuestro descapotable para simplemente, pasear por la ciudad.

Y es que, vaya ciudad.

I LOVE LS

Los Santos, y todo el estado de San Andreas son el cuarto protagonista del juego. A veces da la sensación de que es el verdadero protagonista, de que todo el juego es una excusa para presentarnos la ciudad y su entorno. Una región con todos los ambientes imaginables. Desde los suburbios del centro de la ciudad hasta las caravanas apilándose en el desierto. Podemos dar un paseo por las lujosas casa de Vinewood Hills y ver pasar por allí coches que ni trabajando honestamente 30 años podríamos pagar. Pero esto es GTA. No necesitamos trabajar, ni siquiera pagar para hacernos con uno de ellos. Basta con pararlo por las bravas y sacar a su ocupante de dentro.

A partir de ahí nos creeremos invencibles, hasta que pasados unos minutos nos demos cuenta de que su dueño, o alguien que nos ha visto, ha llamado a la policía. Y entonces apreciaremos otra de las grandes diferencias del juego con sus anteriores iteraciones. La policía es mucho más real y bastante más inteligente. Para librarnos de ellos deberemos perderles de vista realmente, conducir entre callejones hasta que la búsqueda se calme, y entonces escondernos y pasar desapercibidos hasta que dejen de buscarnos totalmente. Esto, cuando el nivel de estrellas es de una o dos, es relativamente fácil. La cosa se complica con la aparición de helicópteros y cuerpos especiales a partir de tres estrellas. Entonces necesitaremos toda nuestra pericia, y algunos puentes, para poder pasar desapercibidos.

También el hilo argumental ha sido cuidado al detalle. Si en anteriores ocasiones nos encontrábamos con misiones sueltas hiladas con más o menos coherencia, ahora todo se reduce a planear golpes. Y las misiones giran en torno a estos. Roba una furgoneta, hazte con un disfraz, deja un coche escondido para huir. Todo gira en torno a esas misiones importantes y todo dota al juego de una coherencia que le sienta como un guante.

Grand Theft Auto V es el juego más grande, en todos los sentidos que se ha hecho nunca. Un guión con momentos que bien podrían haber sido firmados por Tarantino, con escenas sacadas casi directamente de Reservoir Dogs, un mapeado inmenso en toda la extensión de la palabra, y un triunvirato protagonista que nos va a regalar momentos únicos. No sólo cuando juguemos con ellos, al seleccionarlos cada uno está haciendo su vida, y más de una sonrisa y alguna carcajada de sorpresa nos sacarán al seleccionarles y ver lo que hacían en ese momento.

Tan pronto te puedes encontrar a Michael relajándose en la tumbona como te das de bruces con Trevor en calzoncillos, en una isla, borracho y rodeado de cadáveres. Tanto es así, que muchas veces nos sorprenderemos a nosotros mismos cambiando de personaje sólo para ver que están haciendo. Nos sentiremos como el realizador de un Reality Show, que además tiene el poder de controlar sus vidas. A veces incluso nos dará casi vergüenza elegir a un personaje, por no molestarle en sus quehaceres.

UN DIEZ SE QUEDA CORTO

Esta es la fuerza de GTA V. Un juego tan grande que casi nos sentimos como meros espectadores de lo que está ocurriendo. Su fuerza narrativa y lo potente de su entorno nos hace sentarnos y coger el mando no sólo para jugar, sino para disfrutar de una experiencia que nos da algo más.

Pocas veces la industria del videojuego se ve sacudida con la fuerza que lo ha hecho esta quinta entrega de Grand Theft Auto, y es porque hay muy pocos juegos que estén a esta altura. No soy amigo de las notas ni de los números, pero por todo lo que me ha aportado este juego, si tuviera que puntuarlo y a pesar de los problemas de su modo online, un diez no sería suficiente.