Ámsterdam
La vida es una etapa de montaña
Inédita en España, se edita «El ciclista», relato de un corredor.
En el sur de Francia se celebra una carrera ciclista en su honor, y eso que Tim Krabbé (Amsterdam, 1943) fue poco más que un ciclista amateur con una enorme pasión. Se preparaba como ajedrecista profesional pero un día con 29 años simplemente se subió a una bicicleta. «Dejé demasiado pronto el ajedrez y llegué tarde al ciclismo», dice Krabbé, de visita en Madrid. ¿Por qué mereció el honor de un «critérium» con su nombre? Porque de todos los años tardíos de preparación y las carreteras secundarias de pruebas menores germinó «El ciclista», una novela como una carrera por etapas.
«El éxito es desagradable»«El ciclismo es el único deporte que te permite ser otro y contemplarte», dice el narrador, que no es otro que Krabbé, en una síntesis de todas las pedaladas de su vida, la mayoría para terminar segundo. «Sin duda, el segundo puesto es el más literario. Una novela sobre el éxito es desagradable, pero yo siempre quise ganar y recuerdo cuánto me enfadaba y deprimía por perder», asegura. Por la novela, que transcurre en el Tour del Mont Aigoual de 1977, pasan veloces, como los árboles del paisaje en un falso llano, los embargos más extremos del alma del corredor: la euforia, el miedo, la pérdida de conciencia, el sufrimiento. «No se puede escribir en la bici. Uno recuerda muy pocas cosas de las que pasan por la cabeza cuando termina una carrera», dice el autor sobre el proceso creativo de un libro que, en Francia, lleva reeditándose a ritmo de 10.000 ejemplares cada año durante los últimos 30 y en España permanecía inédito. Por eso, Krabbé recibió el homenaje de los aficionados con una carrera con su nombre.También desfilan todo tipo de anécdotas de los grandes ciclistas, cuyas personalidades y peripecias vitales son tan literarias como las de los boxeadores o los jugadores de póker. «Pero si me tengo que quedar con uno, y no lo digo por estar ahora en España, me quedo con Luis Ocaña, que ganó el Tour en el 73. Porque dentro llevaba un luchador, un guerrero. Nunca buscó la seguridad en la vida ni en el deporte y, aunque no ganó muchas carreras importantes, su valentía es una inspiración», dice Krabbé. «¿Mercx e Hinault? Están por encima de los demás, pero su espíritu no se puede comparar con los de Ocaña o Coppi».El novelista volvió a la bici. «No pude soportar presentarme en la carrera con mi nombre con 30 kilos más, así que volví a entrenar y a competir con 60 años». Como el día del Tour del Mont Aigoual, una carrera «que yo quería ganar».
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