Italia
Contador: «Soy corredor de ciclismo no de ciclocross»
El pelotón se une en las quejas ante la peligrosidad de la etapa con los tramos de 'sterrato'. "Es una barbaridad los caminos por los que nos meten", protestó Contador
Cuando Angelo Zomegnan descubrió el mantón que cubría el mapa de Italia con el recorrido del Giro 2011 ya lo dijo: "Éste es el Giro más duro de los últimos años. El que no quiera, que no venga pero el que esté aquí, que no se queje". Lo recordaba Pablo Lastras al cruzar la línea de meta, aún lleno de polvo en la cara, la lengua seca de mascar tierra levantada por el paso de los corredores por los tres tramos de 'sterrato'. Lastras agacha la cabeza y obedece.
Pasa por el aro, como todos. "¿Que te voy a decir?, esto es una salvajada", pero no es una historia nueva la de la seguridad y la protección de los ciclistas, el 'run-run' diario del Giro desde que Wouter Weylandt se topó con un muró y su corazón dejó de latir. "Es más de lo mismo". Una vez más. Porque otra vez un ciclista dejó sin aliento al Giro. Fue Tom Slagter, que solo se rompió el pómulo tras hacer el afilador y quedar tendido en el suelo.
"Soy corredor de ciclismo, no de ciclocross", protestó con la cara deshecha en trozos de tierra Alberto Contador. "Es una barbaridad los caminos por los que nos han metido. No merece la pena meternos por aquí porque hay muchas posibilidades de que suceda una caída grave y se desvirtúe la general", argumentó el madrileño.
Los tramos de tierra viene como rescate del pasado. Hilo mantenido con la epopeya del ciclismo épico. De las historias de hombres, humanos, que se pasaban día y noche encima de la bicicleta recorriendo las colinas de la Toscana por tramos sin asfaltar. Así nació la Eroica, primero carrera cicloturista y ahora profesional. La primera, la antigua, no se podía correr con bicicletas fabricadas después de 1987.
Ni cambios de marcha, ni carbono. Neumáticos a las espaldas. Pasado al que el Giro se afana en recordar en medio de la polémica. "En la bajada íbamos con miedo pero al menos esta vez los ojos no se me han puesto mal", dice Arroyo, segundo en el pasado Giro que descubrió Montalcino y sus barros antes de meterse en la escapada de l'Aquila que le catapultó al podium. "Entonces tuve que usar suero".
"Esta mañana hemos metido líquido anti-pinchazos en los tubulares con una jeriginguilla". Reía Lastras a la par de recordarlo, paradojas, que días antes del comienzo del Giro, la UCI ha prohibido el uso de inyecciones como recuperante o mejora del rendimiento. Paradojas, como el espectáculo inseguro. Paradojas, como el ciclismo que se hace ciclocross por un día.
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