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Se acabó la fiesta

La Policía frustra una acción del movimiento «Yo no pago», que llama a colarse en el metro. Detuvo a cuatro de estos nuevos «indignados» en Callao y evitó una nueva concentración ilegal en Sol 

Se acabó la fiesta
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MADRID- Al más puro estilo 15-M, una protesta convocada a través de internet trató ayer de volver a llevar el caos al centro de Madrid. La cita era a las cinco de la tarde en Sol y el objetivo, colarse sin pagar en el Metro para, de esta forma, protestar contra los recortes sociales y la subida en el precio del transporte público. Para garantizarse la movilización de sus seguidores, el movimiento «Yo no pago» había multiplicado en las últimas semanas su actividad en sus perfiles de Facebook y Twitter. «Ha llegado la hora de pasar a la acción...» recordaban los convocantes en las horas previas a la concentración.

Pero muy pronto, los primeros grupos de «indignados» que se hicieron visibles en la Puerta del Sol pudieron percatarse de que algo había cambiado respecto a sus últimas acciones. Un dispositivo especial, coordinado por la Policía Municipal, la Policía Nacional y la seguridad privada del suburbano, les impedía llevar a la práctica sus planes. Ni rastro de la pasividad que, a lo largo del último año, había permitido a grupos de antisistema similares ocupar ilegalmente durante días el kilómetro cero, violar la jornada de reflexión previa a los comicios municipales y autonómicos o agredir a voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud. Sólo dos días después del cese oficial de Dolores Carrión, la ex delegada del Gobierno en Madrid, la impunidad que este tipo de grupos había disfrutado llegaba a su fin. Las órdenes de no actuar ante posibles desórdenes públicos, también.

Incidentes en Callao
Al no poder acceder a Sol, los concentrados se encaminaron por la calle del Carmen hacia Callao. Aquí sí pudieron entrar en el vestíbulo de la estación y colarse sin pagar. Ello motivó que los agentes municipales dieran aviso a la Unidad de Intervención Policial con objeto de que se personasen los antidisturbios en el suburbano. Fue en ese momento cuando los agentes se vieron obligados a realizar varias cargas contra cerca de medio centenar de «indignados». Cuatro de ellos fueron detenidos y trasladados a la Brigada Provincial de Información de Moratalaz, acusados de resistencia y desobediencia a la autoridad. Además de por la evidente ilegalidad que supone colarse en el Metro, la orden de cargar se tomó, según confirmaron fuentes policiales a LA RAZÓN, por el riesgo de que se produjesen enfrentamientos entre los manifestantes y las personas que trataban de acceder, pagando, al Metro. Llegaron incluso a vivirse momentos de tensión, motivados por la indignación de numerosos ciudadanos y vecinos de la zona, que no dudaron en expresar su rechazo a este tipo de acciones.

La subunidad de la UIP desplazada a Callao, integrada por alrededor de 15 agentes, logró desalojar el vestíbulo y normalizar el tránsito de viajeros en este punto. Acto seguido, los indignados iniciaron una concentración en el exterior de la estación entre gritos de «¡vergüenza, vergüenza!». Varios de ellos portaban carteles con el lema de la protesta. La última parada en el peregrinaje de una pequeña parte de ellos fue un edificio ocupado en la calle Sebastián Elcano del distrito de Arganzuela. Frente a la fachada del número 36 de esta calle, en el que fueron ocupados el pasado fin de semana varios pisos de los que Bankia es propietaria, los «indignados» realizaron una cadena humana.

Más acciones
Tras los incidentes de Callao, algunos de los manifestantes reiteraban a través de las redes sociales su intención de volver a la carga en los próximos días: «Mañana en todo el país, nos colamos en todos los transportes públicos». Algunos denunciaban «torturas» e incluso, tirando de optimista, se felicitaban por estar haciendo historia. Frente a ellos, los que se felicitaban de algo tan simple como que la ley se cumpla.

 

Desde grecia, por internet
El movimiento «Yo no pago» ha utilizado internet como altavoz. Han llegado incluso a colgar en su Facebook las distintas formas de saltar el torno del suburbano. El origen de la protesta, sin embargo, hay que buscarla en Grecia: hace dos años, centenares de griegos decidieron concentrarse en algunos peajes de las autopistas para levantar las barreras y dejar circular a los coches. Nacía así el movimiento Den Plirono («no voy a pagar») al que se sumaron miles de compatriotas que optaron por no pagar la luz, el autobús o el metro. Los griegos se rebelaban contra una clase política que llevó al país a la quiebra. Sus imitadores en Callao lo hicieron ayer por el precio de un transporte público que, paradójicamente, es el más barato de Europa.