Brasil
Un genérico de Lula
Salvo una espectacular sorpresa de última hora, todo apunta a que, antes de que acabe la jornada electoral de hoy en Brasil, Dilma Rousseff se convertirá en la primera mujer presidenta de Brasil y la cuarta que desempeña en estos momentos la presidencia de un país latinoamericano –todas ellas en la cincuentena–, junto a Argentina, Costa Rica y Panamá.
Para Dilma no va a ser fácil, pero tampoco será difícil, sustituir en el puesto al líder más carismático que ha tenido Brasil y probablemente en estos momentos de toda Latinoamérica: Luiz Inácio Lula da Silva. Si no consigue hoy la mayoría absoluta habrá una segunda vuelta, pero ninguno de los otros dos contendientes, José Serra, de la oposición socialdemócrata, y Marina Silva, de la candidatura Verde, lograrán arrebatarle la presidencia cuando acaben de votar los 136 millones de brasileños llamados a las urnas.
La ex guerrillera y futura inquilina del Palacio de Planalto –designada por Lula después de dos mandatos presidenciales, ya que él no puede repetir– tiene que mantener por lo menos la herencia del político brasileño que ha colocado a una nación emergente a la altura de China e India en el nuevo orden internacional.
Las políticas de Lula han disminuido la pobreza y aumentado a 90 millones la clase media brasileña, aplicando políticas ortodoxas que han convertido al país en la séptima economía del mundo. Para los brasileños la «era Lula» no ha terminado. Por eso califican a Rousseff como «un genérico de Lula». El original seguirá en la sombra.
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