San Sebastián
Rubalcaba evita el cuerpo a cuerpo y ofrece un pacto
MADRID- ¿Desorientado? ¿Tocado? ¿Sentido de Estado? Sube el IVA, se recorta la prestación por desempleo, se acelera la aplicación de la reforma del sistema de pensiones, se elimina una paga extra a los funcionarios, se acaba con la deducción por vivienda, se revisan nuevamente las subvenciones... y la bancada socialista se queda petrificada. No por el impacto de las medidas, sino por la respuesta de su jefe de filas a Rajoy.
Esperaban más, pedían bronca, clamaban por un debate ácido y deseaban una respuesta contundente como la que dio el PP a las medidas de Zapatero en 2010. Y el alboroto de la izquierda en general sólo aplacado con el entusiasmo que el PP puso en el apoyo cerrado a Rajoy durante el debate así lo aventuraba. Pues no. Lejos de salir a «degüello», echarse al monte de la demagogia o recordar simplemente la diferencia entre lo prometido y lo ejecutado, Alfredo Pérez Rubalcaba optó por el perfil bajo, el tono pausado y el tibio reproche hasta llegar a una oferta de acuerdo nacional durante los próximos dos años.
Nunca hubo tanta unanimidad en el patio de Floridablanca en el reproche al secretario general de los socialistas. Veteranos, noveles, partidarios y detractores coincidieron en la «decepción». El PP, por su parte, se congratulaba de haber tenido durante la mañana en Rubalcaba a un buen aliado. Pero él buscó a conciencia la diferencia con la actitud de la oposición en el decisivo Pleno de mayo de 2010 en el que España estuvo a punto del colapso.
«Se pueden hacer dos cosas: seguir como hasta ahora, con recortes sin ton ni son, rectificaciones e improvisaciones o sentarse a hacer un verdadero plan que aborde los problemas, un acuerdo nacional que incluya a las fuerzas políticas, las comunidades autónomas, los sindicatos y los empresarios. Nosotros estamos dispuestos a sentarnos», fueron sus últimas palabras. Antes, como si de un Debate de la Nación se tratara, enumeró los que, a su juicio, han sido los «errores» del Gobierno en los últimos seis meses; aludió a las medidas de ajuste anunciadas por el jefe del Ejecutivo y afeó a lo «excepcional» de su presencia en el Parlamento. Tanto se extendió en la primera parte, que cuando empezaba a desgranar los recortes, Posada le pidió que fuera acabando. Aún tendría tiempo para cuestionar la subida del IVA y aunque no adelantó cuál será la posición de su grupo, reclamó la búsqueda de ingresos donde socialmente sea menos dañino, «con justicia social e inteligencia». Su alternativa: la política fiscal del presidente francés, François Hollande, y del Gobierno de Obama, esto es, la subida de impuestos a las grandes fortunas.
Tan conciliadora fue su exposición que cuando el presidente volvió a subir a la tribuna para la réplica agradeció al adversario sus palabras y el esfuerzo de su grupo, en especial en la posición ante Europa. Conclusión: España no está para zarandajas ni políticas de bajos vuelos, y en esta máxima parecen haberse encontrado Rajoy y Rubalcaba.
Criticado por el PSOE
Diputados del PSOE advirtieron en su secretario general un cierto exceso de responsabilidad y falta de pasión y consideraban que Rubalcaba tuvo que endurecer el tono en su intervención. «¿Nos come la responsabilidad de ex gobernantes?», comentó por ejemplo en Twitter el ex alcalde de San Sebastián Odón Elorza.
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