Ankara

Las espadas en alto por Manuel Coma

La Razón
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No hay luz al fondo del túnel sirio ni tope en el contador de muertos. La situación sigue empeorando y el único horizonte es un Líbano-II, más grande, más sangriento, más peligroso, con mayores implicaciones internacionales en el entorno y en la distancia. Dejemos de soñar en soluciones. Si los turcos la tuvieran, ya habrían intervenido, pero el problema los ha desbordado, como a todos los demás actores u observadores afectados. De la potencia, en los dos sentidos de la palabra, turca se había esperado aportaciones decisivas, pero todo el embrollo sirio muestra que aunque la cotización de los Estados Unidos en el Oriente Medio esté en baja, sigue siendo el país indispensable. Turquía forma trío con los ambiciosos saudíes y el pequeño y sobredimensionado Qatar en el aprovisionamiento de las fuerzas rebeldes. Además, tras la larga frontera, sobre todo en su parte centro occidental, encuentran refugio los que huyen del infierno, y se organizan, en la escasa medida en que lo hacen, las fuerzas del Ejército Sirio Libre. Sin el compromiso americano, Ankara no se ha atrevido todavía a propiciar un santuario del lado Sur de la frontera, primer paso de cualquier propuesta de escalada internacional en apoyo a las fuerzas antirégimen.

Lo cierto es que el conflicto ha desbaratado las líneas maestras de la pretendida nueva política internacional turca, que sería el correlato exterior de las reformas internas realizadas por el islámico Partido de la Justicia y el Desarrollo de Erdogan, en el poder desde hace una década. Para Occidente ser trata de «Neootomanismo», un intento de recuperar influencia en tierras que pertenecieron al imperio Otomano. Los responsables hablaban de una política de «cero problemas» con los vecinos, llevada a cabo a costa de echar a pique una excelente relación, especialmente militar, con Israel, todo muy en línea con la nueva tonalidad islámica. La Primavera Árabe pareció la gran oportunidad, al canonizar el régimen turco como un posible modelo para los que surgían de la caída de los viejos dictadores.

Ahora con Siria todo son problemas y la utopía de un buen entendimiento con el vecino y rival Irán se ha desvanecido. Turquía ha enseñado los dientes sin contemplaciones pero contra pronóstico Siria no ha dado marcha atrás. Lo que tiene que perder es mucho, pero al parecer piensa que peor es si se arruga. Las espadas siguen en alto, pero es poco probable que cualquier cambio sobre el terreno vaya más allá.