Asia

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Sesenta años en alerta roja

La población de Corea del Sur contempla con indiferencia las constantes amenazas de guerra procedentes del régimen comunista norcoreano. 

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La gente bromea, bebe cerveza y devora carne asada en un concurrido restaurante de Yongsan, uno de los distritos de oficinas de Seúl. En una pantalla de plasma se suceden imágenes de maniobras militares y baterías antiaéreas. Es el telediario de la noche, que cuenta cómo el Ejército de Corea del Norte acaba de disparar diez rondas de artillería al mar. La mayoría de los comensales no levantan la vista, indiferentes ante la escalada de tensión que se acumula en torno la frontera más militarizada del mundo, situada a tan solo 60 kilómetros de allí.

«Estamos acostumbrados, nunca pasa nada. Yo nunca hablo deesto con mis amigos, ni con mis padres. Nadie lo hace», asegura Juwan Yoo, un universitario surcoreano de 18 años.
Después de tanto tiempo, los habitantes de Seúl parecen acostumbrados a vivir bajo la amenaza de una guerra que muchos analistas llevan décadas considerando inminente. Las dos coreas, la capitalista del sur y la comunista del norte, acaban de cumplir 60 años de enfrentamiento. A pesar de que se declaró un «alto el fuego» en 1953, aún no han conseguido negociar un tratado de paz que convenza a las dos partes.

Ahora la tensión crece y las amenazas de guerra se repiten, especialmente desde el hundimiento de la corbeta surcoreana «Cheonan», un incidente que dejó 46 marinos muertos y que Seúl atribuye a un torpedo lanzado desde un submarino norcoreano. «Durante años hubo tiros semanalmente, secuestros, atentados. La gente ha ido dejando de prestarle atención. La mayoría hemos nacido con esta situación y no es nada nuevo, ni preocupante», dice Kim Hoon, un profesor de historia que lleva grupos de turistas a la zona desmilitarizada en la frontera. En las últimas elecciones, las de 2007, varios «barómetros» de opinión reflejaron que las relaciones con Corea del Norte y su amenaza militar no son una gran prioridad para la ciudadanía. Asuntos como la situación económica del país, o el desempleo, resultaron mucho más importantes a la hora de votar.


Análisis contradictorios

Ante la escalada de tensión de las últimas semanas, expertos internacionales como el profesor Andrei Lankov, de la UniversidadKookmin, creen que podría estar cerca el desenlace violento de unabrecha abierta hace 60 años. Frente a ellos, la mayoría de los surcoreanos respiran con tranquilidad. Y los mercados parecen darles la razón. Byung Yeon Kim, economista de la Universidad de Seúl, analizó la progresión de la Bolsa en relación a la tensión en el Paralelo 38 y llegó a la conclusión de que las amenazas del dictador Kim Jong Il no ahuyentan a los inversores, ni ponen en peligro la economía del país.

En el restaurante de Yongsan el telediario acaba y empieza unaretransmisión sobre la liga nacional de béisbol. La camarera sube el volumen y, ahora sí, la gente empieza a prestar atención.