Sevilla
«Ahora mismo sobrevivir de luces obliga en muchos casos a condiciones indignas»
Después de 25 años de alternativa y una temporada plagada de reconocimientos, ha llegado el momento de bajar el telón. Despedida y cierre. José Pedro Prados «El Fundi» se cortará la coleta el próximo 14 de octubre en la tradicional Corrida Pinzoniana de Palos de la Frontera. Una tarde que tendrá su prólogo esta misma tarde con su adiós a Madrid en plena Feria de Otoño. Después del amargo trago en San Isidro, donde escuchó tres avisos entre el barrizal y las inclemencias, el fuenlabreño quiere irse de Las Ventas por derecho.
-Se acerca ya el momento.
-Sí, estamos dando los últimos coletazos. Afronto las dos tardes con sentimientos encontrados. Por un lado tengo ganas ya de que pase todo para mentalizarme de que se ha terminado, que no voy a torear más, pero, por otro, tengo ya metida esa nostalgia de que se acaba una etapa y algo que he querido tanto en mi vida, una profesión que tira y absorbe mucho de ti, pero que también te reconforta.
-¿Qué espera de sus dos últimos paseíllos?
-Mucho, espero mucho, sobre todo de Madrid. Quiero despedirme con honradez, alegría y entrega. Deseo que todo salga bien, como sueño y, por qué no decirlo, como creo que merezco después de 25 años de matador de toros y otros cuantos más como becerrista y novillero: por todo lo alto. Dejando el mejor sabor de boca posible.
-Además, tiene una espinita que sacarse del último San Isidro.
-Sí, eché un borrón que no quería dejar así de ninguna forma. Esa tarde no debió celebrarse nunca, no debimos tirar para delante en las condiciones que estaban la plaza y el cielo... Además, se me fue un toro con tres avisos para rematarlo... Tengo que quitar ese mal sabor de boca. Incluso, más allá de esa tarde mi relación con Madrid siempre ha estado vinculada con la polémica.
-¿Una relación de amor y odio?
-Sí, especialmente hasta la mitad de mi carrera. Fue una relación difícil por las dos partes, áspera y con mucha tensión. Luego, en los años posteriores, se calmó todo y Madrid me mostró su respeto cada tarde. Me esperaba y reconocía mi trayectoria. Por eso, quiero despedirme con una tarde plena, de claridad de ideas, de rebosar torería, de demostrar la clase de torero que ha sido El Fundi toda su vida. Una tarde de las que unifican y hacen afición. Si Madrid es trascendental en la carrera de un torero, en este caso, para mí, aún más que me voy.
-¿Ha elegido ya vestido?
-Dudo entre dos. Ambos estrenados esta temporada, pero con influencia de mi pasado. Será o de azul cielo y oro, el mismo color de mi primer traje de torero; o de grana y azabache, terno con el que debuté con picadores en Las Ventas. Ya lo llevé el fatídico día de Guardiola y me motiva quitarle ese mal fario. Luego, en la Pinzoniana estrenaré otro burdeos, sin bordados y en terciopelo, que me han confeccionado con muchísimo cariño allí.
-¿Y por qué la Pinzoniana y no Madrid para cortarse la coleta?
-Para quitarle peso a Madrid. Simplemente. Madrid pesa mucho y era sumar demasiados «últimos» a un escenario que ya de por sí desprende mucho magnetismo. A principio de año, ya lo dije, que no iba a preparar una corrida para despedirme: la última contratada sería la última toreada. Surgió el festival de Arenas de San Pedro (Ávila) y la Pinzoniana, ambas me atraen e iré con cariño y, así, los sentimientos se repartirán entre los tres días.
-Porque aflorarán...
-Claro. En Madrid se pasa mucho. Amarguras, alegrías, indiferencia, responsabilidad... Demasiadas emociones juntas para que no te afecte saber que no volverás allí como torero.
-¿Tendrá Madrid un brindis final?
-Es posible, no lo he pensado, pero seguro que sí. Lo que acabamos de hablar, llevo alrededor de 60 paseíllos en Las Ventas, demasiados como para que en el último todo no sea especial. Tiene que serlo y lo será.
-Ha pasado prácticamente un año desde que anuncia su temporada de despedida. ¿Ha salido como esperaba?
-No, tal y como quería no, viendo las circunstancias actuales no sólo del toreo y cómo han transcurrido las campañas de otros compañeros... ha venido así. Ya está. Pero creo que hay siete u ocho sitios de entidad en los que creo que encajaba. Nimes, Dax, Beziers, Mont de Marsan o Bayona, en Francia, y Bilbao o San Sebastián, en España. Lo siento por mí y por sus aficiones que han vibrado con mi toreo a lo largo de mi trayectoria.
-Esas ausencias no fueron óbice para otras tardes importantes.
-Las hubo. La oreja del Domingo de Resurrección en Madrid, Sevilla, Pamplona, Santander y, por encima de todas, Fuenlabrada. No sólo por ser mi pueblo, delante de gente habitual en mi rutina diaria, si no por cómo toree. Disfruté muchísimo desde que me vestí en casa, volviendo a mis orígenes, y di una dimensión altísima.
-En enero, en estas mismas páginas, afirmó que la retirada será definitiva. ¿Sigue pensando igual?
-Yo creo que sí, no quiero ser tajante por los ejemplos de otros compañeros que han regresado, pero aunque me encuentre bien, ya tengo 45 años. El futuro tampoco es halagüeño en la profesión... Si encuentro algo que ocupe mi tiempo y me llene, será para siempre, si no quien sabe...
-¿Por qué cree que no es halagüeño?
-Últimamente no he visto ese respeto en el mundo del toro. Siempre he tenido claro que hay que vestirse de luces con categoría, sea donde sea, que haya prestigio te anuncies donde te anuncies. Y ahora mismo sobrevivir de luces en muchos casos obliga a amoldarse a unas condiciones que ciertos toreros toleran, pero que yo no comparto, porque no son dignas. Es otro de los motivos que han propiciado mi retirada, mejor estar en el campo, tranquilo. Eso sí, no muy lejos del toro que, por suerte o por desgracia, es el único entorno que he conocido.
-¿Qué se lleva El Fundi de ese mundo?
-La satisfacción de haber pasado y dejado la huella de la constancia y el sacrificio. Me llevo una vida dedicada a ello, entregué mi niñez, mi juventud y parte de mi madurez y el toro me ha dado todo lo que soy, con mis principios, y muy agradecido por decir que he vivido y viviré holgadamente gracias a la profesión que más me ha gustado.
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