Por un puñado de dólares falsos

Cierto, hay personas con suerte en la vida: ahí tienen, sin ir más lejos, a este señor islandés protagonista de una película que tampoco era para tirar cohetes y que ha conseguido que Hollywood le financie el «remake» y le preste de paso a una estrella para tirar de la cartelera. Bien, no pasa nada; como no somos envidiosos, echemos un vistazo al producto nuevo con la mirada limpia, un embarullado filme de acción con la cámara igual de enloquecida que varios de los personajes que por ella pululan sobre la historia de un tipo (encarnado por el eficiente, pero no más, Wahlberg) que intenta dejar atrás un pasado de alta delincuencia gracias a un presente apacible y en familia pero al que, sin embargo, las circunstancias lo obligan a cometer de nuevo contrabando de alcurnia. Así que con las espaldas bien cubiertas por intérpretes solventes: un divertido y peligroso Giovanni Ribisi, la atractiva Kate Beckinsale y Diego Luna (cuánto tiempo sin tener noticias del mexicano), Wahlberg huye, dispara, roba, recupera, piensa, vuelve a salir corriendo y consigue que las cuentas cuadren, aunque tenga el tiempo en contra (para colmo de desgracias, la esposa del ínclito ha sido secuestrada para presionarlo) y no haya espectador que se lo crea. Tampoco se compliquen la existencia, que la cinta entretiene aunque no resulte nutritiva: al cabo, y con la que está cayendo, una tarde tonta de domingo y palomitas la tiene cualquiera.