Congreso Extraordinario del PSOE

Vence la oscuridad

La Razón
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Rubalcaba gana la batalla de las primarias antes de celebrarlas, tras poner a Zapatero contra las cuerdas. Rubalcaba ha vencido a su contrincante en las primarias antes incluso de celebrarlas, actuando como mejor sabe: soterradamente, a golpe de teléfono móvil, orquestando una operación nada sutil de la que saldría ganador en cualquier caso, fuese uno u otro el resultado. La estrategia ha consistido en comprometer a los principales barones socialistas a favor de la celebración de un congreso extraordinario en lugar de la confrontación de primarias por la que apostó Zapatero. De esa manera jugaba en dos sentidos: en primer lugar, colocaba a Zeta en una situación extremadamente delicada, dado que si el próximo sábado el Comité Federal socialista resolvía la anticipación del Congreso no tendría más salida que dimitir como jefe del Ejecutivo al haber sido públicamente desautorizado por su propio partido. El paso inmediato hubiera sido nombrar a Rubalcaba presidente en funciones hasta la convocatoria de nuevas elecciones, en las que sería el candidato del PSOE tras la celebración de un Congreso en el que fuera elegido por aclamación. La segunda opción, que es la que ha triunfado, consistía en obligar a Zapatero a que pidiese a Chacón su retirada como candidata de primarias, con lo que el maquiavélico número-dos encontraba el camino expedito para su designación. Esta vía era buena tanto para Rubalcaba como para Zeta, este último porque salva el pellejo de momento al no haber necesidad de que el Comité Federal le desautorice: las primarias que anunció se anuncian y convocan, sólo que no habrá necesidad de celebrarlas habida cuenta de que hay un único candidato. La partida, por tanto, la vuelve a ganar el triministro, pero no en lucha abierta sobre el albero sino moviendo los hilos en la oscuridad como le gusta, urdiendo una operación bien tejida para colocar a ZP contra las cuerdas y garantizándose que, en cualquier caso, fuese cual fuese su resultado, él saldría vencedor. Así ha sido. Un Zapatero deprimido y acorralado por sus barones ha tenido que sacrificar a su heredera natural para entregarle todo el poder a la vieja guardia socialista, que él creía destruida. No lo había sido, como se ha visto, porque Rubalcaba era y es parte de la vieja guardia, sólo que durante todo este tiempo aparentó como si no lo fuese. Aduló a Zapatero tanto que éste acabó integrándole públicamente en la estructura de poder del Gobierno, primero como portavoz parlamentario, después como ministro y finalmente como vicepresidente. Al fin y al cabo Zeta ha sido utilizado como tantos otros por este experto en cables y tuberías, cuya sombra aparece siempre detrás de los grandes acontecimientos que se producen en el país, y a quien le importa básicamente una cosa: estar siempre con el vencedor, nunca con el vencido. Por eso se arrimó a Zapatero cuando lo consideró necesario, igual que antes lo había hecho con Felipe González. Ahora que Zapatero ha sido noqueado y humillado públicamente en las urnas, no tiene ningún sentido continuar con él. De ahí esta operación sensible para dejarle en evidencia. Aunque el último acto está aún por llegar.